Tratando de que nuestros hijos no sean adultos mediocres‏

Tratando de que nuestros hijos no sean adultos mediocres‏
16 comentarios

Hace unas semanas escribí una entrada en la que quise recordar un poco cómo fue mi infancia y la de muchos niños, cuando se nos educaba para obedecer, entendiendo así los adultos que de ese modo seríamos unos niños bien educados.

Siguiendo un poco con el tema de dejar que los niños puedan equivocarse quiero hablar hoy de la importancia de dejarles libertad para vivir y libertad para escoger y para vivir su propia vida, algo que es clave para evitar que acaben siendo adultos mediocres.

El mundo está lleno de adultos mediocres

Creo que no estoy descubriendo nada nuevo cuando afirmo que el mundo actual está lleno de gente mediocre o, si no tanto, gente que está haciendo algo con lo que no disfruta o que, de haber podido realmente elegir, estaría haciendo algo muy diferente.

Somos muchos los adultos que, a la pregunta de “¿Te gusta tu vida, te gusta tu trabajo?” respondemos que sí, que no nos podemos quejar (siempre hay alguien que está peor, claro). Sin embargo somos muchos también los que, a la pregunta de “¿Es esta la vida que querías vivir, es este el trabajo que querías desempeñar?”, respondemos que quizás habríamos preferido llevar otra vida, o que quizás habríamos escogido otro trabajo.

Son pocas las personas que responden que “estoy trabajando en aquello que quería” y la consecuencia de ello es que hay poca gente que haya alcanzado la excelencia porque el que hace aquello que no deseaba realmente nunca hará igual las cosas que aquellas personas que se dedican a lo que quieren.

Los niños tienen que poder elegir, para llegar a la excelencia

Solo cuando un niño puede elegir, solo cuando vive la vida que quiere vivir podrá un niño llegar a la excelencia. La mejor manera de ser brillante es hacer las cosas que te motivan, que te gustan. Hacer un trabajo que no te motiva o hacer un trabajo con el único incentivo de cobrar a fin de mes hará que nos alejemos de la excelencia y nos acerquemos a la mediocridad (según la RAE, mediocre significa “De calidad media” y “De poco mérito, tirando a malo”).

Cada niño viene al mundo con unas habilidades, con un potencial, con unas inquietudes. Si no las aprovecha, si no las utiliza, si no hace crecer ese potencial, es muy probable que el niño se convierta en un adulto infeliz, o al menos en uno no completo, no contento con su vida, de esos que sienten un vacío, un anhelo, un adulto de los que al llegar a la vejez dicen aquello de “si pudiera volver a vivir, lo haría de otro modo”.

Siempre que hablo de este tema pongo el ejemplo de mi hermano pequeño. Al acabar el instituto, cuando toda la familia esperaba que hiciera la selectividad para acceder a una universidad (cinco hermanos mayores que lo habían hecho avalaban el camino), decidió que él quería bailar salsa.

A mi padre casi le da una embolia, mis hermanas le “acorralaron” mirando la bola de cristal y anticipándole más de cientosiete desgracias, siendo la cientoocho que probablemente moriría de hambre antes de llegar a los treinta.

En ese momento podría haber hecho caso de toda la familia (bueno, yo le dije que apoyaba su decisión si era lo que le gustaba) y vivir la vida que los demás querían que viviera, estudiando una carrera y trabajando asalariado en lo que fuera, siendo un mediocre más, pero él decidió que “por aquí me entra y mejor no os cuento por dónde me sale”.

Bailó salsa, empezó a arbitrar partidos de fútbol (¿Árbitro? A mi padre casi le da otra embolia) y llegó a ser campeón de salsa en España en tres ocasiones. Siendo campeón de España llegó a viajar a Oregón para participar en el campeonato del mundo quedando en quinta posición y desde entonces tanto te lo puedes encontrar en cualquier ciudad de Cataluña como en Milán, donde también pasa alguna temporada cada año.

Se dedica ahora a dar clases de baile y tiene en casa varias copas, medallas y trofeos que, de haber hecho una carrera, nunca habría conseguido. Ahora claro, sólo puede decir una cosa: “que me quiten lo bailao”. Mi padre está orgulloso de él y es la envidia de la familia porque hizo lo que quería, lo que sentía y lo que le motivaba.

Veo con tristeza como algunos padres toman el control de la vida de sus hijos desde que nacen hasta que ya son casi adultos: “Esto sí, esto no, esto hazlo así, esto hazlo asá, hazme caso, es por tu bien, diles que no, diles que sí, no vayas con este amigo, no me gusta tu novia, si vas con ese esta noche no sales, etc.” ¿Cómo va a crecer un niño, cómo va a madurar, si vive la vida que nosotros queremos que viva? ¿Cómo va a aprender lo que está bien y lo que está mal si nunca puede equivocarse decidiendo?

¿Cómo va a llegar a la excelencia, cómo va a lograr su máximo potencial, si en vez de hacer lo que más le motiva hace lo que más nos motiva a los padres?

Foto | Strocchi
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    • brillante

      Para educar en la excelencia es necesario educar también en un buen manejo de la frustración. Se nos olvida que por mucho que respetemos los ritmos de nuestros hijos, que les demos libertad de decisión, que inculquemos el sentimiento de seguir nuestros deseos y aprender nosotros a escuchar el corazón de nuestros hijos, hay detrás una potente sociedad que no siempre va a permitir que cristalicemos nuestros potenciales de excelencia, que nos empuja a ser mediocres.

      No soy una persona pesimista ni negativa, todo lo contrario, pero prefiero educar en la felicidad de los pequeños detalles, en la felicidad del día a día y de las decisiones sencillas, ya que por mucho que uno de rienda suelta a las pasiones y por muy bueno que se sea en ellas a veces en entorno social se empeña en hundirte y no permite que seas feliz ejerciendo aquello para lo que sientes eres excelente. Por ello educar hacia un buen manejo de la frustración es importantísimo, que a pesar de no triunfar se puede ser igualmente feliz, o que a veces triunfando no siempre se es feliz.

      Mi ejemplo personal y puede sonar soberbio es: me dieron libertad para estudiar lo que amaba, me tomé el tiempo que quise hasta decidir a qué iba a dedicarme y luego compaginé trabajos mal pagados para poder seguir especializandome con carísimos masters y durísimo doctorado, y feliz, feliz de poder estar haciendo algo grande y para lo que estaba demostrando ser muy buena. Pero la lucha, el optimismo, la buena preparación no siempre vale, la variable suerte existe y ahora mi vida laboral la gobiernan los prejuicios laborales, no dan empleo a una mujer que lleva dos años dedicándose a la crianza de sus hijos. Soy excelente en mi trabajo, y qué???? no puedo ejercerlo ni me dan la oportunidad, afortunadamente no me frustro, encuentro mi felicidad en el día a día, en la sonrisa de mis hijos, en los primeros pasos de mi hija, en un "te quiero" de mi niño, en un momento de paz sentada en el sofá dándoles el pecho adormilados, en un día de sol haciendo ruta rural, en una bolsa de gominolas...

      Para mi la excelencia la da el carácter no nuestras buenas aptitudes.

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    • Avatar de brujanorte Respondiendo a brujanorte

      Lo importante no es ser brillante, sino poder decir que vives la vida que querías vivir. Para hacerlo, claro, hace falta tener el carácter suficiente para salir adelante y la capacidad, como dices, de tener la inteligencia emocional suficiente para navegar entre tiburones.

    • Avatar de brujanorte Respondiendo a brujanorte

      Completamente de acuerdo, al final la felicidad está en las pequeñas cosas, y como ya han dicho por ahí lo principal es educar a tus hijos para sean felices. La pregunta que habría que hacerse no es si el hermano de Armando hubiera ganado o no trofeos llevando la otra vida, sino si ahora mismo él es feliz, que al final es lo que importa, no el número de "trofeos" (sean del tipo que sean).

    • interesante

      Mi existencia es mediocre, normalita, de la media, treintaypocos, dos hijos, mascota, casa, coche (normalito) para currar en una oficina..pero hete aquí que me parece la mejor de las existencias, resulta que me encanta tener taytantos, que me chiflan mis hijos y me parece increíble haberlos parido tan requeteguapos, mi gato es un peludo majisimo, mi casa es preciosa y barata, mi coche es un cabr*n consumegasolina pero nunca se rompe y mi trabajo me gusta. Pero además de lo material mi día a día esta lleno de chumineces varias que me parecen autenticas proezas, pequeñas aventuras, cosas emocionantes. El secreto es sentirse el ser mas afortunado de la Tierra porque yo lo valgo.

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    • Avatar de simonetta Respondiendo a simonetta

      Pues claro que lo valemos! La vida es para vivirla con pasión... sino estaremos muertos, estando vivos.

    • interesante

      Yo,por mi propia experiencia y la de mis sobrinos(tengo 8) creo que la mejor manera de educar es saber hacerles ver alos niños la importancia de la felicidad,la imporrtancia del valor intrinseco que existe dentro deellos que nada tien que ver con el que tengo,que hago,ahora es muy importante el tener y hacer y se le quita el valor al ser.Cuando alguie me regunta que que quiero que sea mi hija solo le respondo que felizpero en mayusculas,no medianamente feliz o feliz x lo que tengo)

    • interesante

      Cada uno puede entender una cosa leyendo el artículo y sobre todo, según lo que para cada uno signifique ser "mediocre" en contraposición a 'tener éxito' o 'vivir bien'

      Hay universitarios mediocres, abogados mediocres, notarios mediocres, panaderos mediocres, cirujanos mediocres... para mi la mediocridad no depende de la profesión ni del estatus social, para mi la mediocridad es un color gris que se adueña de tu vida y todo lo tiñe. Y yo también estoy convencida de que ser madre o padre consiste en hacer lo posible para que nuestros hijos tengan una vida a todo color.

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    • Avatar de esther_71 Respondiendo a esther_71

      Creo que es un muy buen resumen de lo que he querido expresar ;)

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    • Si eso es más o menos lo que has querido decir en tu artículo, está a la vista de los comentarios que no te ha salido nada bien.

    • interesante

      Es cierto que a los niños hay que darles libertad para que aprendan a decidir por sí mismos. Pero como dice brujanorte, esta sociedad está hecha para que todos seamos mediocres. Yo estudié lo que me gustaba, Matemáticas, y se me daba muy bien. No he hecho masters ni ningún doctorado, pero la carrera se me dio bien. Pero después no me ha servido para nada. El título sí me ha servido, para trabajar de programadora. Pero las asignaturas que he estudiado, no me han servido para nada. De hecho, ya no me acuerdo de nada, y es una pena después de haber estudiado tanto. Mi padre me decía "Estudia informática, que es el futuro", y tenía razón. Pero con esa edad una quiere estudiar lo que le gusta, no lo que tiene futuro. Además, mi idea era ser profesora de instituto, pero me di cuenta de que lo que estaba estudiando poco tenía que ver con enseñar a sumar fracciones y tratar de mantener sentados y en silencio a 30 adolescentes que te odian. Ahora que no trabajo no sé si soy mediocre. Bueno, doy algunas clases particulares, pero poca cosa. Mi madre me dice que estoy desperdiciando los estudios y mi talento. Qué más da, si trabaje en lo que trabaje lo voy a desperdiciar. Pero no me importa. He estudiado lo que me ha gustado. Me he demostrado a mí misma de lo que soy capaz. Pero no tengo que estar demostrándolo toda la vida. Sería agotador. Dando las clases particulares me lo paso bien, mis alumnos se lo pasan bien y no me odian. Con mi hijo y con mi marido me lo paso bien disfrutando de las cosas pequeñas. Y sobre todo, le puedo dedicar a mi hijo todo el tiempo del mundo. Y ya está, no necesitamos más.

    • interesante

      Yo creo que nuestro deber como padres es ayudarles a descubrir el camino que quieren recorrer, no decidir nosotros adónde tienen que ir y llevarlos a rastras. Vivir la vida que otros han planeado para ti solo puede desembocar en fracaso. Sin embargo, no solo se trata de hallar la respuesta a la trillada pregunta "qué quieres ser de mayor", sino de encontrar el sentido de la vida, de hacer cosas que nos gusten, nos motiven, no solo de encontrar un trabajo con el que estemos satisfechos.

      Me identifico un poco con lo que le ocurrió a tu hermano pequeño: yo no tengo carrera, no fui a la universidad porque no quise, y a mi madre casi le dio un pasmo. También me vino con predicciones agoreras, por ejemplo haciéndome ver que nunca encontraría un trabajo "decente" y bien pagado. Por desgracia, conozco a muchos universitarios que tampoco tienen un trabajo decente y bien pagado (bienvenidos al capitalismo neoliberal, pero este es otro tema). Sin embargo, me pareció más honesto por mi parte ponerme a trabajar que pasarme media década en la universidad sin pegar ni chapa, así que empecé a trabajar al terminar el instituto; confieso que también lo hice para ser económicamente independiente. A día de hoy, sigo pensando que he tomado la decisión correcta; en cambio, si hubiera hecho caso a mi madre, con toda probabilidad culparía a esa elección de cualquier revés.

      Sin embargo, en el artículo me parece que en ocasiones confundes el hacer algo que guste y motive con vivir de ello, y en mi opinión es un error. Un adulto mediocre no es necesariamente el que tiene un trabajo idem. Conozco personas con un puesto envidiable cuya calidad humana deja mucho que desear y viceversa, otras que malviven con un empleo "cutre" y son unas auténticas joyas.

    • interesante

      Me parece muy interesante la entrada, aunque por experiencia propia creo que puede haber matices. A ver, yo creo que uno tiene que saber qué se le da mal, que se le da "bien" a secas y en qué es realmente bueno. Y una vez que sabe cuáles son sus fortalezas y debilidades sacar el mejor partido de ellas. Con esto quiero decir, que estoy totalmente en contra de que a un hijo se le imponga ninguna salida, pero creo que a veces se le puede aconsejar por el camino que pretende llevar no tiene muchas probabilidades de éxito. Porque el caso de tu hermano salió bien porque realmente era un buen bailarín, pero hay por ahí muchos jóvenes intentando ser cosas para las que no sirven y dándose batacazos toda su vida, vease niñas que quieren ser cantantes y no cantan na, o que quieren ser modelo de pasarela con metro y medio de estatura, niños que quieren ser futbolistas cuando lo suyo son otras cosas, o abogados como su padre pero sin la menor destreza para ello, etc... Lo que SI que creo es que un niño tiene que tener libertad para explorar sus habilidades y saber qué se le da bien y vaya buscando su camino, sea este el que sea. En mi caso a mi me gusta pintar, no lo hago mal, pero tampoco soy ninguna artista, en mi época de instituto me dio por querer estudiar bellas artes, no es que mi madre me lo impidiera, pero me advirtió de los riesgos, me dijo que no me cerrase otras puertas, que explorase otros caminos, etc y al final descubrí algo en lo que soy realmente buena, trabajo en lo que me gusta y además tengo un trabajo que me permite disfrutar de mi familia, además por supuesto puedo seguir pintando todo lo que quiero y disfrutar de ello. Creo que si hubiese seguido esa vena adolescente entonces no me hubiese ido tan bien, pero no porque sea una mala salida en si, sino porque yo no era realmente buena pintando (como aficionada bien, pero poco más), y los adolescentes a veces necesitan que les muestren otros caminos (no imponer repito).

    • interesante

      Yo creo que uno de los problemas es que te obligan a elegir tu camino cuando todavía no eres suficientemente maduro para saber cuál es ese camino, de manera que te dejas influir por las decisiones de quienes sí creen saber qué camino es el apropiado para ti. Tengo una amiga que cuando su hija terminó el instituto la mandó un año al extranjero, a trabajar y reforzar el inglés y seguir madurando antes de tomar la decisión de qué carrera o profesión escoger. Puede parece que un año no es nada, pero en otro contexto cultural, sin la sombra de unos padres protectores, se madura y se aprenden muchas cosas. A su regreso tenía mucho más claro qué quería hacer y sobre todo, contaba con el apoyo de unos padres que prefirieron asegurarse de que su hija estuviese segura de lo que quería hacer, antes que estar tranquilos porque la nena ya estaba "encauzada".

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    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia

      Totalmente de acuerdo, Ciberia. Ahora que se está debatiendo tanto sobre el modelo educativo rancio y obsoleto que tenemos me reafirmo en la idea de que debería ser normal e incluso, obligatorio, el hecho de pasar un año fuera tras terminar los estudios, en las condiciones que sea: estudiando, trabajando, de au pair, viajando el que tuviera la suerte. Ésa debería ser nuestra selectividad. Se madura, se aprende, se sale del nido, se abre la mente, en todos los sentidos, las ideas se aclaran.. Y a partir de ahí, a estudiar,o a trabajar, lo que sea, pero con plena conciencia. No sería la panacea para todos, pero sí para muchos.

    • interesante

      Lo que sucede en algunas ocasiones que hay muchos padres que reflejan su frustración en sus hijos, haciéndoles hacer o dejar de hacer cosas que ellos no pudieron ser o hacer. Todo eso refleja coartar la libertad y que el niño se sienta más inseguro porque depende de sus padres para mover un paso. Lo importante la libertad ante todo.

    • interesante

      estoy de acuerdo con todos los comentarios. añadir que el trasfondo que aprece tras esas frases que habeis dicho de :te moriras de hambre, serás un mediocre, no triunfarás, probabilidades de exito, el futuro, esto no tiene salidas.... es la pasta, y el capitalismo. si educamos a nuestros hijos como habies dicho para que sepan valorar la familia, la amistad, la realizacion personal, los pequeños granes momentos y no que sueldo van a ganar con lo qeu vayan a trabajar, estaremos empezando a cambiar el mundo.

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