En ocasiones, para un niño pequeño una mudanza representa un trauma aunque no se perciba, vive cambios en sus rutinas diarias, no encuentran el entorno al que estaba habituado, etc. Cambiar de casa representa adaptarse nuevamente al entorno que le rodea y cada niño puede reaccionar de distinta manera, aunque hay una reacción generalizada, más común, los niños no duermen bien durante una temporada.
Si antes de cambiar de casa tu hijo dormía bien, indica que tenia la habilidad y la capacidad de hacerlo, por lo tanto, si ves que tu hijo ante el nuevo acontecimiento no quiere dormir solo, es muy importante que le intentes transmitir como será la nueva situación y que los cambios siempre son para mejor. Enséñale su nueva habitación, lo bonita que es, lo que podrá hacer en la nueva casa y sobre todo, que note la alegría que tu sientes.
Cuando se trata de una mudanza pasajera, por ejemplo, están reformando tu casa y debes ir a vivir temporalmente con la familia, los niños perciben esta nueva situación e intentan sacar partido, llaman la atención de mil maneras e intentan realizar cosas que antes no hacían, como el volver a querer dormir con los padres alegando mil y una excusas. Ante estos cambios temporales, no hay que flaquear a las pretensiones del niño, ya que pueden servir de precedente para cuando vuelvas nuevamente a tu casa y el niño quiera seguir haciendo lo que estaba haciendo en casa de sus abuelos.
Ante una situación temporal, hay que transmitir al niño que todo va a volver a la normalidad, que simplemente se trata de eso, de una situación transitoria. No hay que ceder frente a las posibles rabietas o caprichos que normalmente no tenían o no les eran permitidos, ya que en ocasiones, incluso no quiere volver a casa porque se siente muy a gusto con sus abuelos y tiene mayor libertad. Los abuelos también tienen que ser participes a la hora de explicar estos cambios temporales, será una manera de concienciar al niño y que no tome hábitos que después serán un poco más difíciles de controlar.
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