La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los bebés sean alimentados exclusivamente al pecho durante los seis primeros meses de vida. Según explica, "los bebés que son alimentados de este modo tienen más oportunidades de alcanzar un crecimiento, un desarrollo y una salud óptimos".
Pero no siempre se puede o se quiere dar el pecho. Y todas las madres merecen el mismo respeto, aunque decidan no amamantar al bebé, porque lo importante es alimentar y cuidar bien al bebé.
En caso de no amamantar la OMS asegura que "los bebés necesitan un sucedáneo apropiado de la leche materna, una preparación para lactantes". Si es tu elección, te interesa saber cómo preparar el biberón de tu bebé con leche de fórmula de manera segura, para que sea saludable.
Consejos de higiene
Asegura la OMS que las preparaciones en polvo para lactantes no son estériles: pueden contener bacterias nocivas capaces de provocar graves enfermedades en los lactantes. La preparación y la conservación correctas de estas leches reducen el riesgo de que el bebé contraiga alguna enfermedad.
Por eso señala que los utensilios utilizados para alimentar a los bebés y para preparar las tomas (biberones, tetinas, tapaderas, cucharas) tienen que ser limpiados a fondo antes de utilizarlos.
La limpieza y la esterilización del material eliminan las bacterias nocivas que podrían proliferar en la toma y hacer enfermar al bebé.
Según la OMS se realiza en tres pasos:
1. Limpieza
Lávate las manos con agua y jabón y sécalas con un paño limpio.
Lava concienzudamente en agua jabonosa caliente todos los utensilios que vayas a utilizar para preparar y dar el biberón. Utiliza un cepillo (escobilla) limpio especial para biberones y otro para tetinas, para frotar el interior y el exterior, asegurándote de eliminar todos los restos de los lugares de difícil acceso.
Aclara bien con agua limpia.
La Asociación Americana de Pediatría añade que también es importante lavar y enjuagar cuidadosamente y secar la parte superior del envase de la leche de fórmula antes de abrirla y las cucharas para mezclar.
2. Esterilización
En este punto existe cierta controversia, ya que mientras las marcas de puericultura siguen recomendando esterilizar los biberones y tetinas en frío o en calor, diferentes estudios mostraron hace tiempo que la contaminación bacteriana era similar entre los lavados y los esterilizados y que la incidencia de gastroenteritis no variaba(4-8), tal y como explica la Asociación Española de Pediatría en un informe elaborado sobre el tema.
También la AAP aconseja hervir una vez el biberón y la tetina en el momento de su compra y después es suficiente lavarlos con detergente.
Si prefieres esterilizar el biberón y las tetinas, puedes seguir las instrucciones del fabricante del esterilizador en frío, o hervir siguiendo las instrucciones de la OMS:
Llena una cazuela grande con agua.
Sumerge los utensilios una vez limpios. Asegúrate de de que el material esté completamente cubierto por el agua y de que no queden en su interior burbujas de aire.
Cubre la cazuela con una tapadera y lleva el agua a ebullición a fuego vivo. Asegúrate de que el agua no se evapora por completo.
Mantén la cazuela cubierta hasta que necesite los utensilios.
Al margen de estudios y opiniones diversas, seguimos manteniendo las mismas ideas que ya publicamos en Bebés y Más:
No es malo esterilizar las cosas que entran en contacto con el bebé, pero tampoco es necesario hacerlo si se tiene una higiene adecuada.
Sí es conveniente esterilizar las partes del biberón que entrarán en contacto con el bebé la primera vez que vayamos a utilizarlas.
Es lo que recomienda también la Asociación Americana de Pediatría.
3. Almacenamiento
Para manipular el material esterilizado hay que lavarse y secarse las manos antes. Si es posible, es recomendable utilizar pinzas esterilizadas.
Si se extraen los biberones y tetinas del esterilizador antes de utilizarlos, hay que ensamblarlos por completo, para impedir que el interior de la botella y el interior y el exterior de la tetina vuelvan a contaminarse.
Cómo preparar la toma
Estos son los pasos a seguir según la OMS:
1. Limpia y desinfecta la superficie en la que vas a preparar la toma.
2. Lávate las manos con agua y jabón y sécalas con un paño limpio o un paño desechable.
3. Hierve agua potable a fuego vivo
Antes era un paso obligatorio en la preparación del biberón con leche de fórmula, pero hoy la mayoría de los padres utilizan ya agua embotellada sin hervirla.
Nuestro compañero Armando, padre y enfermero, ya explicó hace tiempo que esta medida es una equivocación. Porque, como ya apuntaba la OMS; la leche en polvo no es estéril así que al hervir el agua se eliminaban las posibles bacterias y microorganismos que pudiera contener. Por eso, aunque el agua embotellada es buena para el bebé, le deja expuesto a posibles enfermedades contagiadas por la leche en polvo.
4. Lee las instrucciones que figuran en el envase de la leche de fórmula para saber qué cantidad de agua y de polvo necesita. Utilizar más o menos polvo del indicado puede ser muy perjudicial para el bebé.
5. Vierte el agua necesaria en el biberón limpio.
6. Agrega la cantidad exacta de polvo al agua contenida en el biberón. Hay que echar la cuchara al ras sin presionar. Solo se debe usar la cuchara que viene con el envase, porque cada uno incorporará la cuchara del tamaño específico para esa leche concreta.
Ya te hablamos incluso del caso concreto de un bebé que sufre una discapacidad mental porque en contra de las recomendaciones, sus padres decidieron alimentarla con un preparado y concentración diferente en los biberones.
Para evitar riesgos y cuidar la salud del bebé, los fabricantes de leche de fórmula establecen que se debe añadir un cacito raso de la cuchara que incluyen en la lata por cada 30 ml de agua. Si en un biberón poco polvo provocará que esté mal alimentado (llegando incluso a la desnutrición), pero si ponemos más cantidad de la que se debe (por ejemplo, tres cazos para 60 ml), el bebé estará recibiendo un alimento muy concentrado y puede entrar también en estado de deshidratación.
7. Cierra el biberón y mezcla bien los ingredientes agitándolo suavemente.
8. Enfría inmediatamente el contenido hasta la temperatura apropiada para alimentar al bebé, asegurándote de que el nivel del agua quede por debajo de la tapa del biberón.
9. Seca el exterior del biberón con un paño limpio o desechable.
10. Comprueba la temperatura de la toma vertiendo unas gotas en el interior de la muñeca. La toma debe estar tibia, no caliente. Si sigue estando caliente, enfríala un poco más antes de alimentar al bebé.
Según la AAP, "es mejor entibiar la fórmula para bebés menores de seis meses porque aún no son capaces de regular bien su temperatura corporal".
11. Alimenta al bebé.
¿Se pueden preparar los biberones y darlos más tarde?
Asegura la OMS, que lo más higiénico es preparar el alimento de nuevo para cada toma y ofrecérselo al bebé de inmediato.
Y esgrime como razón que:
"El alimento preparado ofrece las condiciones idóneas para la proliferación de bacterias, especialmente si se mantiene a temperatura ambiente".
Aún así, no pasa nada si los dejas preparados para tenerlos listos para calentar cuando el bebé se despierte por la noche. Solo debes tomar algunas precauciones.
Aún así, dejar unos biberones preparados es un buen recurso para las noches. Por eso, si necesitas preparar tomas por adelantado tendrás que:
Preparar cada biberón por separado. Por ejemplo: si tu bebé está tomando 90 ml de leche por biberón y vas a hacer tres para la noche, pones 270 ml de agua embotellada en un cazo limpio y la pones a calentar hasta que hierva (100º C).
Espera cinco minutos a que el agua enfríe un poco (entre 70 y 90º C) y viértela en cada biberón. Mezcla con la leche en polvo antes de que transcurran 30 minutos, para evitar que se enfríe demasiado y entonces ya no sirva.
Agita suavemente para que se mezcle y mételos en el frigo rápidamente a menos de 5º C.
Cómo calentar los biberones conservados en la nevera
Extrae un biberón del frigorífico justo antes de utilizarlo.
Caliéntalo durante un máximo de 15 minutos. Puede hacerlo sumergiéndolo en un recipiente de agua caliente, asegurándote de que el nivel del agua no llegue al borde de la tapadera.
Agita o remueve de vez en cuando el contenido para asegurarse de que se caliente de manera uniforme.
Tanto los pediatras como la OMS aconsejan no calentar nunca el biberón en el microondas, porque "estos hornos no calientan los alimentos de modo uniforme y pueden producirse 'bolsas calientes' capaces de quemar la boca del bebé".
- Comprueba la temperatura de la toma vertiendo unas gotas en la cara interior de la muñeca. El contenido estará tibio, no caliente.
¿Puedo llevarlos de viaje ya preparados?
Sí, siempre que el biberón esté frío antes de cogerlo y de que se mantenga frío durante el viaje. Así se retrasará o detendrá la multiplicación de bacterias nocivas.
Estos son los pasos:
Prepara los biberones, enfríalos rápidamente y mételos en el frigorífico (a no más de 5ºC).
Justo antes de salir de casa, saca los biberones fríos del frigorífico y mételos en una bolsa de conservación en frío con paquetes de hielo.
Cuando llegues a tu destino, mete los biberones en un frigorífico, y recalienta uno cuando lo necesites.
Si el trayecto dura más de dos horas, es difícil mantener fríos los biberones. En ese caso, hay que preparar las tomas a medida que se necesiten.
Puedes llevar la leche de cada biberón en envases individuales limpios, esterilizados y tapados. Y una vez que llegues al destino, preparar las tomas como de costumbre.
¿Y si salgo de paseo?
Como los bebés no entienden de horarios para alimentarse, te interesa llevar un biberón a mano para no tener que volver a casa corriendo a mitad del paseo.
Puedes llevar un termo con agua caliente y preparar la leche en el momento de la toma. Si llevas un termo con cierta capacidad, el agua caliente durará para varias tomas.
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