Es la bebida más sana para mantener hidratado el organismo, a cualquier edad. Sin embargo, cuando son pequeños tenemos dudas: ¿cuánta agua debe beber mi hijo? Pues bien, como se trata de un elemento tan importante en la alimentación y para la salud de las personas, existen directrices oficiales en cuanto a la cantidad de agua recomendable en la infancia.
Es importante saber que los niños, a diferencia de los adultos, no tienen facilidad para escuchar las alarmas que nos da nuestro cuerpo cuando necesitamos más hidratación. Para nosotros es sencillo identificar la sensación de sed, la sequedad de la boca, lo cual nos lleva a ingerir líquidos cuanto antes. Pero los niños no nos avisan y, cuando crecen, a menudo tardan mucho en darse cuenta de la sed.
Por eso, la posibilidades de deshidratación en los niños son más elevadas y por eso los padres hemos de estar atentos a las señales y tranquilos si les ofrecemos el agua suficiente (y la toman).
Las necesidades de agua en los niños son diferentes a las de los adultos. Según las recomendaciones de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), los niños y bebés deben beber estas cantidades de agua, teniendo en cuenta que se considera el agua incluida en otros alimentos (como la leche materna en el caso de los bebés):
- De cero a seis meses: los bebés tienen suficiente con el agua que contiene la leche materna (o leche artificial). El agua constituye la parte principal de la composición de la leche materna y por eso no hace falta ofrecérsela a los bebés que toman pecho, hasta después de los seis meses, con la introducción de la alimentación complementaria. El primer medio año de vida los bebés necesitan aproximadamente 700 ml de agua, una cantidad que proviene de la leche materna a demanda o de los biberones de leche artificial.
- De seis meses a un año: entre 800 ml y 1000 ml cada día. Recordemos que buena parte del agua puede seguir proviniendo perfectamente de la lactancia materna, aunque como se introducen alimentos que dan más sed, podemos empezar a ofrecer agua.
- Niños de uno a dos años: entre 1100 ml y 1200 ml cada día. Aumentan las necesidades de agua y las fuentes más recomendables aparte del agua en sí, siguen siendo la leche, frutas y verduras.
- Niños de dos a tres años: alrededor de 1300 ml cada día.
- Niños de cuatro a ocho años: alrededor de 1600 ml cada día.
Si tomamos las medidas en vasos, estas cantidades suponen aproximadamente unos cuatro o cinco vasos de agua diarios entre el primer año y los tres años, aumentando esa cantidad a partir de los cuatro años y conforme va creciendo el niño. Ten en cuenta que la fruta y la verdura (zumos naturales...), así como la leche, suponen buenas fuentes de hidratación. Por contra, entre los líquidos que debemos evitar para saciar la sed se encuentran los zumos azucarados, los refrescos, las bebidas energéticas...
Estas cantidades establecidas por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria son orientativas a la hora de establecer qué cantidad de agua deben beber los niños y los bebés, ya que "solo se aplican a condiciones de temperatura ambiental moderada y niveles moderados de actividad física".
Es decir, que se han de tener en cuenta variables como el calor o la práctica de ejercicio a la hora de aumentar la ingesta de agua. Cuando el bebé o el niño ven aumentada su temperatura corporal, sudan y necesitan hidratarse más a menudo (tomando pecho los bebés). Lo mismo sucede si el niño hace deporte, o si padece alguna enfermedad esporádica como la fiebre o la diarrea, cuando también pierde más líquidos que hay que reponer.
Recuerda, no hay que forzar a los niños a beber agua (si no la toman será que no la necesitan), pero sí ofrecérsela a menudo para evitar que se deshidraten, tener agua siempre "a mano" y especialmente no olvidarla en días calurosos, cuando salimos de excursión o se hace un esfuerzo físico.
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