¿Qué son las grasas? ¿Son tan "malas" como las pintan? ¿Son necesarias? ¿Cuántas y de qué tipo han de consumir nuestros niños? ¿Dónde se encuentran las grasas trans? A estas y otras preguntas da respuesta el Decálogo sobre las grasas en la alimentación infantil elaborado por la Asociación Española de Pediatría.
Un texto necesario en estos tiempos en los que la obesidad se ha convertido en una epidemia y olvidamos a menudo las reglas básicas de una nutrición saludable, impulsados por nuevos modos de vida "rápidos", la influencia de la publicidad y un sinfín de factores.
Un interesante documento que reúne la información necesaria para padres y profesionales relativa a las grasas en la alimentación de los niños (en un registro no demasiado divulgativo tal vez, se echa de menos un estándar más general para llegar a todo tipo de público).
Ahora, a otros decálogos de la AEP sobre alimentación infantil se suma este Decálogo sobre las grasas en la alimentación de niños y adolescentes, elaborado por el Comité de Nutrición.
El Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría nos recuerda en primer lugar que las grasas han sido tradicionalmente bastante denostadas, pero es importante conocer su función en el organismo para hacer un buen uso de ellas. Veamos los diez puntos que se desarrollan en el Decálogo:
Las grasas son un componente importante en la dieta humana, pues proporcionan energía, pero tambiénson clave en varias funciones biológicas, incluidos el crecimiento y el desarrollo. Los lípidos son el principio inmediato más energético (9 kcal/g), por lo que su consumo es fundamental a lo largo de toda la edad pediátrica, especialmente en los periodos de rápido crecimiento: los dos-tres primeros años de vida y la adolescencia. Más del 90% de las grasas de la dieta son triglicéridos.
Los lípidos se clasifican químicamente en función del número de dobles enlaces que contienen los ácidos grasos: ácidos grasos saturados (AGS), ácidos grasos monoinsaturados (AGM), y ácidos grasos poliinsaturados(AGPI). A su vez, los AGPI se clasifican por su longitud y por la posición del último doble enlace, siendo las familias más importantes la ω-6, iniciada por el ácido linoleico (AL) y en la que el ácido araquidónico (AA) es el metabolito más importante; y la ω-3, iniciada por el ácido α-linolénico (α-Ln), en la que los ácidoseicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) son los metabolitos más destacados. El AGM más importante es el ácido oleico. Los ácidos grasos con dobles enlaces (mono- o poliinsaturados) también sepueden clasificar, en función de la posición de la molécula de hidrógeno en el doble enlace, en cis (que es la forma predominante en la naturaleza) o trans (que es más habitual en las grasas de producción industrial. Se encuentra también de manera natural en la carne de rumiantes y en la grasa de los productos lácteos; asímismo, se puede formar en la fritura de aceites, en la hidrogenación parcial y durante el refinado de aceites vegetales).
Hasta ahora se venía aceptando que cada grupo de ácidos grasos (AGS, AGM, AGPI) tenía unos efectos para la salud, y sobre esa base se hacían las recomendaciones sobre su ingesta. Esto, aunque globalmente es correcto, hay que matizarlo, ya que actualmente se sabe que determinados ácidos grasos individuales tienen propiedades biológicas específicas y, por tanto, diferentes efectos para la salud.
Los ácidos grasos oleico, linoleico y α-Ln están involucrados en el mantenimiento de unas adecuadas concentraciones de colesterol, triglicéridos y glucosa en sangre, y de la tensión arterial, así como en la prevención de enfermedades cardiovasculares y enfermedades autoinmunes. Si bien muchos de estos efectos están demostrados en adultos, no existen datos concluyentes en la población pediátrica, por lo que las recomendaciones se hacen por extrapolación. Los ácidos AA, EPA y especialmente el DHA son importantes para la función visual y el desarrollo neurocognitivo en prematuros y recién nacidos, por lo que se consideran semiesenciales durante este periodo. Además, actualmente se está evaluando su papel en la génesis de distintas enfermedades asociadas a la prematuridad. El DHA se utiliza también en el tratamiento de determinadas condiciones, como la fibrosis quística y las enfermedades metabólicas (aminoacidopatías, trastornos del ciclo de la urea, enfermedades peroxisomales), y se investiga su papel en la patogenia de los trastornos de déficit de atención/hiperactividad (TDAH), autismo, caquexia cancerosa, etc.
Los lípidos son importantes tanto por su aporte calórico como por su función en la prevención de las enfermedades crónicas más prevalentes. Por ello, las recomendaciones sobre su ingesta se deben hacer no sólo como aporte total (cuantitativo) sino también en relación a su composición (cualitativo).
Utilizar aceites vegetales, especialmente de oliva. En caso de consumir grasas untables escoger margarinas ya que son ricas en grasas poliinsaturadas y actualmente no son fuente de grasas trans, o las grasas de origen animal.
Según datos de consumo en nuestro medio, la ingesta de grasa total en la población pediátrica española es adecuada cuantitativamente hasta los tres años, y es de aproximadamente el 40% del VCT en escolares y adolescentes, es decir, algo superior a lo recomendado. Sin embargo, existen grupos de población que consumen claramente por encima de estas recomendaciones, proporcionando un alto aporte calórico y aumentando el riesgo de obesidad.
A partir del año de edad, se observa un consumo alto de AGS y bajo de AGPI, por lo que la calidad de la ingesta de los lípidos no es la óptima.
El exceso de consumo, o la ingesta desequilibrada de grasas, puede ser perjudicial para la salud. Para adecuar la cantidad de grasa de la dieta se deben hacer las siguientes recomendaciones prácticas:
- Eliminar la grasa visible de las carnes.
- Consumir pollo sin piel.
- Disminuir el consumo de embutidos, utilizando siempre los más magros.
- Valorar recomendar el uso de leche semidesnatada a partir de los 2 años.
- Para aumentar la calidad de la grasa de la dieta las recomendaciones prácticas son: - Aumentar el consumo de pescado a 3-4 veces a la semana si es blanco, y al menos a 2 veces a la semana si es azul. Utilizar aceites vegetales, especialmente de oliva. - En caso de consumir grasas untables, escoger margarinas, ya que son ricas en grasas poliinsaturadas y actualmente no son fuente de grasas trans o grasas de origen animal. - Utilizar formas culinarias sencillas: hervido, plancha y horno. Los fritos, aunque contribuyen a aumentar el contenido calórico de los alimentos, pueden utilizarse si es con aceite de oliva con una fritura a alta temperatura y de poco tiempo.
- Los lípidos son una parte importante de la alimentación, no sólo como fuente calórica sino también por sus efectos preventivos de enfermedades crónicas. Por ello, el pediatra debe revisarla alimentación de cada niño con el fin de evitar el consumo excesivo de determinados alimentos y promover el consumo de aquellos que contribuyen a mejorar su calidad lipídica, lo cual redundará en efectos beneficiosos para la salud.
Como vemos, es importante conocer que ni todas las grasas son iguales ni hay que suprimirlas de la alimentación.
Pero sí es importante saber qué hacer para mejorar en este sentido y que nuestros hijos estén más sanos (junto a toda la familia) y para ello me parece fundamental la segunda parte del Decálogo sobre las grasas en la alimentación infantil, donde se concentran las recomendaciones.
Vía | AEPed
Foto | Thinkstock
En Bebés y más | Decálogo de las frutas y verduras, Decálogo de la dieta mediterránea