Las verduras son unos de los alimentos que antes se introducen en la alimentación complementaria, y son muy importantes para una buena nutrición. Sin embargo, son frecuentes los casos de los niños a los que no les gustan las verduras. Una de las claves para romper esa tendencia sería dejar al niño que elija las verduras que quiere comer.
Si les permitimos elegir libremente qué verdura le gustaría comer ayudaríamos a aumentar el consumo de estos alimentos en los niños, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada.
El estudio apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil. Sin embargo, en mi opinión no hay que excluir, desde un principio, dichos alimentos de su dieta.
Esto tampoco quiere decir que a los seis meses del bebé ya les demos a probar todas esas verduras. Las espinacas y acelgas, por ejemplo, no son recomendables hasta después de los 12 meses, del mismo modo que la col.
La cebolla y el cardo son alimentos que por su intenso sabor pueden desagradar a los niños más pequeños (de hecho, siguen desagradando a muchos adultos). Para el brócoli no veo ningún problema, y se puede presentar de muchas formas cuando los niños van creciendo (gratinada con queso, con pasta, a la plancha con marsico…) para hacerlo más atractivo.
Y después del año o de los dos años todos esos alimentos los iría introduciendo de distintos modos y presentaciones para que los niños descubrieran los nuevos sabores y decidieran.
Volviendo al estudio, para llevarlo a cabo los autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en 150 niños menores de seis años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, que consiste en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.
Los investigadores comprobaron que con esta ‘técnica’ el consumo de verduras aumentó hasta un 80%. Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir los vegetales que deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena.
La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico.
Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia un componente químico, puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras.
Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional ‘Brain Research Bulletin’ y se encuentran disponibles para su lectura online en ‘Siencedirect’.
En cualquier caso, para llegar a las cinco raciones de fruta y verdura al día hace falta variedad, por lo que tendremos que ofrecerles verduras variadas y ampliar el abanico en el que puedan escoger (también en los comedores escolares, en los menús infantiles de restaurantes…).
Pero sin duda dejarles eso mismo, que sean los niños los que escojan las verduras que prefieren, hará que coman más alimentos de este tipo y crezcan más sanos.
Vía | El Mundo
En Bebés y más | Alimentación complementaria: las verduras y hortalizas, Recomendaciones para la elaboración del menú infantil, Decálogo para una alimentación infantil sana