No se debe dar leche de vaca a los bebés y tampoco lácteos que contengan leche de vaca. La leche artificial, procedente de leche de vaca, sufre modificaciones que hacen que pueda ser digerida, pero la normal es inadecuada. Os vamos a explicar las razones por las que no se debe dar leche de vaca a los bebés menores de un año.
La más importante y la que justifica una recomendación clara de no introducir la leche de vaca hasta el año es su potencial alergénico. La introducción prematura de la leche, especialmente por sus proteínas, puede desencadenar problemas de intolerancia y alergia, razón por la que se recomienda esperar.
Algunos estudios han señalado que podría ser beneficiosa para la prevención de la alergia la exposición temprana a la leche de vaca, aunque más bien se recomienda una exposición progresiva y no prematura.
Además, tengamos en cuenta que la leche debe seguir siendo la base de la alimentación de los niños menores de un año. La leche de vaca tiene una mayor proporción de proteínas y estas pueden causar sobregarga en los riñones de los niños. Las proteínas de la leche humana tienen la proporción y cualidades exactamente correctas para los bebés.
Su contenido en minerales (calcio, fósforo y sodio) también son superiores a las de la leche humana, y, en cambio, no contiene suficientes ácidos grasos de cadena larga, indispensables para el correcto desarrollo neuronal y cognitivo.
Otros nutrientes fundamentales tampoco se encuentran en cantidad suficiente: ni las vitaminas C, D y E, ni minerales como el hierro, el cobre o el zinc.
En resumen, los bebés menores de un año no deben tomar leche de vaca, deben tomar leche humana y, si eso fuera imposible, leche artificial modificada, pues su composición es la adecuada para los terneros, no para las personas, que no somos animales parecidos en nuestras necesidades.
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