Cinco acuerdos para que tu relación de pareja sobreviva a la llegada de los hijos
Dormir poco o nada, no tener tiempo para uno mismo o la pareja, menos sexo que antes (o cero sexo en general), adaptarse a los nuevos roles y aprender a ser papá y mamá... No, convertirse en padres no es fácil y puede suponer una dura prueba para la pareja. En esta nueva etapa necesitamos llegar a acuerdos si no queremos que nuestra relación se resienta. ¿Sabes cuáles son los principales puntos que pueden salvar tu relación? Te cuento los cinco más relevantes.
Cuando una pareja convive se establecen una serie de normas explícita o implícitamente: quién se encarga de la basura, quién cocina y cuándo, cómo es el ocio (tanto en pareja como individual), etc. La llegada de un nuevo miembro a la familia, uno que es muy pequeñito y al que queremos mucho, va a implicar, además de amor a raudales, cambios en nuestro reglamento de pareja.
A menudo me preguntan cuáles son los principales motivos que pueden hacer que una relación se tambalee tras la paternidad (y sin paternidad, ojo, porque las parejas sin hijos también tienen crisis, aunque en el caso de "los nuevos padres" existen algunos matices particulares, obviamente).
Partiendo de la base de que cada pareja es un mundo lo cierto es que existen algunos puntos, algunos temas, que efectivamente pueden prender la mecha del conflicto con bastante rapidez. Conocerlos y saber que hemos de poner un poco de esfuerzo extra es un estupendo primer paso para evitar futuros problemas. Y ese esfuerzo extra se traduce en renovar los pactos, en realizar nuevos acuerdos y/o revisar los que teníamos.
Sé que leído así parece que tengamos que sentarnos ante un notario y la junta de accionistas (o de vecinos del bloque) para debatir el estado de la nación pero no, tranquilidad, no es tan complicado como pudiera parecer.
Acuerdos que harán más fuerte tu relación
1. Líneas básicas de crianza: horarios, disciplina, dieta...
La que para uno es sin duda la mejor opción de cara al bienestar del peque puede que para el otro sea todo lo contrario. Cómo nos han criado, nuestra personalidad o nuestro bagaje son algunos de los factores que determinan nuestra idea sobre la crianza... y puede que ésta no coincida con la de nuestra pareja.
¿Qué hacemos entonces? La clave aquí es: 1) pensar en que el objetivo es que nuestro peque esté estupendo, 2) que todos tenemos derecho a tener nuestras ideas y a ser respetados y 3) sois pareja, equipo, y como tal tenéis que actuar.
Coge un papel y dibuja una enorme pirámide: en la base coloca tus ideas o principios clave, todo eso que tienes claro que ha de ser así y que para ti es irrenunciable. En el siguiente escalón de la pirámide pon eso que es importante pero... pero no tanto. Y en la cumbre, en el piquito de arriba, todo lo que consideres que puede ser carne de negociación. Tener claros nuestros "irrenunciables" y tener aún más claro que hay cosas en las que podemos (y debemos) ceder, por el bien de todos, es el comienzo para una buena negociación y por tanto el paso fundamental para llegar a acuerdos.
Lo fundamental aquí no es estar de acuerdo en todos y cada uno de los aspectos de la crianza, sino tener unas bases comunes y a partir de ahí ir pactando, juntos, qué y cómo se va a actuar. Eso sí, hagámoslo antes de se den las situaciones clave: no queremos discutir delante del peque ni mostrar fisuras, ¿verdad?
2. Cómo actuar frente a terceros (amigos, familia…)
Una de las fuentes de estrés que sobrevuela sobre la pareja que acaba de tener un hijo es la influencia o presión (o las dos cosas) que ejercen terceras personas sobre ella. Sí, hablo de abuelos, amigos, vecinos... Con la mejor de las intenciones (no vamos a pensar mal) la familia y los amigos nos darán indicaciones, nos ofrecerán (o arrojarán) sus opiniones, y si no estamos preparados pueden crear un cisma entre nosotros.
Es que mi madre tiene razón o Tu padre ha vuelto a comprarle chuches cuando le dije claramente que no lo hiciera... Cuidado con esto, primero porque estamos hablando de la familia directa de nuestra pareja, con lo que le estamos colocando en una incómoda posición intermedia, y segundo porque al discutir ante terceros, al posicionarnos, podemos hacer que nuestra pareja se sienta arrinconada o poco apoyada.
Estés o no de acuerdo con lo que ha dicho tu madre o su padre es algo que debéis hablar los dos a solas, tranquilamente, sin público y sin presiones y sobre todo recordando en todo momento que vosotros dos sois en realidad una unidad, un equipo, los papis.
3. El espacio en pareja
Encontrar espacio para los dos cuando tenemos un bebé es más difícil que encontrar el Arca Perdida, eso está claro. Pero la realidad es que tenerlo, un ratito, unas horas a la semana, es clave para la supervivencia de la pareja.
Puede que los quehaceres diarios, el bebé y el trabajo nos dejen sin energía o puramente sin tiempo, pero estar bien en pareja ha de ser una de nuestras prioridades, casi tanto como cuidar de nuestro bebé, así que una de las cosas en las que tendremos que poner un poco de esfuerzo, sobre las que tendremos que negociar será precisamente esta: organizarnos para encontrar esos huecos en los que ser dos, en los que ser novios.
4. El espacio personal
Y lo mismo que con el espacio para dos sucede con el de uno mismo: la maternidad, la paternidad, es un rol muy absorbente, maravilloso, pero absorbente y necesitamos para nuestro bienestar mantener un pequeño espacio personal, un tiempo para nosotros solitos. Porque además de papi o mami somos hijos, amigos, hermanos, trabajadores...
El estado de ánimo y la autoestima necesitan carburante para estar en óptimas condiciones y uno muy bueno es dedicarnos un ratito a nosotros mismos. Con 15 minutos al día podemos tirar, pero si es más, mejor. Tampoco es ninguna locura, ¿verdad? Y de sentimiento de culpa nada: no estamos haciendo nada malo, no estamos siendo egoístas (a no ser que nos estemos desentendiendo, pero eso es otra historia)... Piensa: ¿no quieres que tu hijo sea autónomo y que tenga una buena autoestima? Pues empieza dando ejemplo.
Pero claro, para esto debemos pactar los tiempos con nuestra pareja, para no cargarle, para organizarse bien y de manera equitativa.
5. La distribución de tareas
Ay, la distribución de las tareas... Sin duda es uno de los puntos que más problemas de pareja genera, tengamos o no tengamos hijos. En el caso de ser papis al conflicto que de por sí puede desatar quién hace qué hay que añadirle el Factor Bebé:
- Un peque requiere muchos cuidados y a todas horas (es decir, la demanda es alta)
- Conlleva un componente emocional: aunque parezcan tareas mundanas todo lo que implica cuidar de un bebé tiene implicaciones emocionales, afectivas. Limpiar cacas y recoger "potillas" están recubiertos de un halo de mucha importancia: lo que estamos haciendo es cuidar a nuestro bebé, de ahí que sean tareas no las percibamos como simples "deberes".
Para evitar conflictos, para encontrar ese espacio para los dos y tener nuestro tiempo en solitario cada uno por separado, para no sentirnos sobrecargados, para que todo fluya es vital acordar y repartir, racionalmente, con amor y primor, las tareas. Porque esto no es una guerra, porque no se trata de ganar batallas: la cosa va de estar bien y de ser (co)responsables.
Punto extra
El mayor de los acuerdos, el que no nos podemos saltar bajo ningún concepto, es que el respeto primará sobre todas las cosas, que os queréis y por tanto queréis que el otro esté bien. Negociar y ceder no significa perder, perder es querer quedar por encima del otro, perder es estar enfrentados. Vuelvo a decirlo: fuera el modo guerra, bienvenido el modo equipo.
Y no lo olvidéis: las discusiones (que no son negativas en sí mismas), las negociaciones, se hacen a solas, los dos, no delante de nadie y mucho menos ante nuestro peque. Ahora, ¡a quererse mucho!