No soy partidario de diseñar un entorno de “laboratorio” para que los niños crezcan con el mayor número de apoyos a su desarrollo, pero es conveniente conocer si, en caso de que tenga alguna dificultad o retraso en la evolución, podemos modificar algún factor de su contexto para facilitar que lo supere.
Es el caso del lenguaje, en el que se pueden dar circunstancias en las que no estemos facilitando totalmente su desarrollo y podamos cambiar algún hábito para hacerlo. Según una reciente investigación británica, la orientación de la silla de paseo influye en el lenguaje de nuestros hijos.
En el estudio, supervisaron la forma en que los padres situaban al niño en la silla (orientado hacia la ruta o hacia la madre) y la actitud que tenían ambos (madre e hijo) en el aspecto comunicativo.
Observaron era mucho más frecuente situar al niño mirando hacia la calle, pero que cuando esta orientación cambiaba, las oportunidades de comunicación se duplicaban.
Hay otro aspecto de la investigación que me crea algunas dudas. Constataban que los niños que iban mirando hacia sus padres se dormían con más frecuencia que los que iban orientados hacia la ruta y lo achacan a que podían sentirse más seguros. Se me ocurre otra posibilidad: que los niños que miran hacia la calle están más atentos a lo que ven porque es un contexto con más estímulos (por extensión, diversidad y novedad) que los que tienen con sus padres, y por eso se duermen menos.
Lo que parece muy sensato es que un niño intentará comunicarse más cuanto más oportunidades de interacción visual tenga con personas de referencia, así que este sencillo cambio (el de la orientación de la silla de paseo) podría ser un buen consejo para aquellos padres preocupados porque su hijo no se comunica lo suficiente o con la destreza que debiera.
Vía | Crianza Natural
Foto | Flickr (Jrfep)
En Bebés y Más | Elegir la silla de paseo adecuada,