El daño que los métodos conductistas puede causar al niño es serio. Se está causando una herida emocional al desoir sus necesidades y manipular sus sentimientos, negándoles, incluso, las muestras de afecto si no se comportan como los padres quieren.
Esto hace que el niño no llegue a comprenderse, se desprecie, se diga a si mismo que solo tiene derecho al amor y la atención si obedece y, puede llegar a comprometer la vinculación emocional sana a sus figuras de apego.
Si llegamos a esta situación el niño puede desarrollar un apego inseguro. Un ejemplo sería el de estos niños que, en ausencia de sus padres, se muestran muy temerosos y angustiados, pero, que, cuando los padres llegan, los rechazan.
Escolarización temprana
Sin embargo, no hay que generalizar, pues niños emocionalmente sanos pueden, perfectamente, no estar preparados para separarse de sus padres y no sentir deseos de inteactuar con un extraño en el que no confían, e, igualmente, estar enfadados cuando sus padres aparecen y demostrarselo rechazándoles.
Dicho esto, no habría que quitar importancia a esas reacciones infantiles muy propias de los pequeños que no están preparados para ir a la guardería y, al reunirse con sus padres, les demuestran su rabia y su pena con reacciones negativas.
Si esto sucede, debemos estar atentos, pues hay que entender que los niños pequeños no están preparados para comprender racionalmente nuestros motivos para dejarlos al cuidado de otros.
La primera solución ante este problema sería retrasar su escolarización, pero, lógicamente, no todos los padres pueden optar por esto. Si no podemos evitar su ingreso en la guardería a pesar de que el niño no se adapte, incluso si es muy pequeño y no puede entenderlo, debemos igualmente explicárselo con serenidad, pues, si bien no asimilará todas las palabras, si percibirá nuestra cercanía y comprensión.
Mostrarnos muy presentes cuando esté con nosotros, conscientemente atentos a sus necesidades y nunca enfadarnos o sentirnos dolidos si nos rechaza, sino entender que es la forma en la que expresan su malestar.
Conductismo y apego
Aparte del caso concreto de la escolarización temprana la cuestión del apego inseguro tiene mucho que ver con los métodos conductistas de crianza de los que hemos hablado, y, en general, con la inconsistencia en las demostraciones de afecto y seguridad de los padres.
Los signos del apego inseguro son bastante obvios. El niño se muestra ambivalente respecto a sus figuras de apego. A veces se acercan y se agarran casi obsesivamente y otras muestran un rechazo, una resistencia al contacto o pura indiferencia.
De nuevo, a este respecto, hay que matizar algunas cosas. No conozco niño de dos años que no muestre a veces esas actitudes: unas veces necesitan a la madre pegada a ellos, maman sin parar, lloran si se separan y otras necesitan reafirmar su descubierto YO negandose en rotundo a cualquier cosa que la madre proponga o con berrinches cuando no consiguen hacer lo que han decidido por ellos mismos que quieren o necesitan hacer. Así que veamos, a continuación, que es exactamente el apego inseguro.
Apego inseguro
Un niño con apego inseguro suele tener una madre o un padre que no reaccionan de forma consistente. Unas veces son cálidos y cariñosos, pero otras, precisamente cuando el niño más demanda, se muestran fríos e inaccesibles. ¿Os recuerda a lo que hemos visto en algunos programas y libros de crianza conductista que precisamente recomiendan frialdad cuando el niño llora o reclama?
Los padres sienten una mezcla de rechazo y hostilidad con amor, pero se sienten incapaces de mostrarse cercanos al niño cuando se muestra incómodo por una necesidad insatisfecha (contacto físico, comida, incomodidad, miedo o cansancio). Su respuesta, en vez de lade escuchar a su hijo y mostrarse seguros y cariñosos es la de negar las necesidades del niño y achacarlo todo a la manipulación o los caprichos. Y el pequeño, perdido, aprenderá que sus padres, precisamente, no responden a sus demandas de atención más imperiosas. Una razón clara por la que no me gustan los métodos de Supernanny.
Para conseguir esa atención puede que se aíslen o rechacen a los padres, pero, normalmente, es tanta su necesidad de amor y atención, que, o se someteran a los designios adultos negándose a ellos mismos o actuarán mostrándose mucho más demandantes, traviesos, agresivos o teniendo berrinches exagerados.
El niño en este caso se comporta de modo tal que responde a una figura de apego que esta mínima o inestablemente disponible acentuando su inmadurez y la dependencia para mantener la proximidad de la figura de apego.
Si seguimos los consejos de los supuestos expertos de la crianza conductista que nos aconsejan mostrarnos fríos ante las demandas del niño e ignorarlo, además de exponerlos a peligros por nuestra desatención, les estamos transmitiendo un mensaje inadecuado: que solamente los querremos si no nos molestan y que no pueden estar seguros de nuestra atención aunque nos necesiten.
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