
A los bebés les encanta mirarse al espejo y descubrir su propia imagen. No es exceso de narcisismo sino el propio proceso de identificación de la personalidad que empieza a partir de los tres meses.
Por eso, uno de los mejores juguetes que puede tener el bebé a su alcance es un simpático espejo como éste de tela y vivos colores que se puede fijar a los barrotes de la cuna o del parque.
Tiene también diferentes texturas y un sonajero para estimular los sentidos del bebé mientras mira el reflejo de su carita.
Se puede conseguir en Eurekakids.