Por qué algunos padres hacen un nudo en la sábana de sus hijos (y por qué ojalá no lo hicieran)

Por qué algunos padres hacen un nudo en la sábana de sus hijos (y por qué ojalá no lo hicieran)
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Desde hace un tiempo se va compartiendo a oleadas (durante una época lo ves por todas partes y luego desaparece hasta que regresa) un cuento breve de esos que demuestran que el amor hacia los hijos debe existir siempre, incluso cuando apenas podemos estar con ellos. O mejor dicho, que los hijos deben recibirlo siempre, incluso cuando nos ven poco.

A raíz de ese cuento, titulado "Un nudo en la sábana", muchos padres (imagino) llevan a cabo esa estrategia, la de hacer un nudo en la sábana de sus hijos, o similar. A continuación os dejo con el cuento para que entendáis por qué se hace y luego os explicaré por qué no me gusta, por qué ojalá nadie tuviera que hacerlo.

Un nudo en la sábana

Nudo


En la reunión de padres de familia de una escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos. Ella entendía que aunque la mayoría de los padres de la comunidad eran trabajadores, debían encontrar un poco de tiempo para dedicar y pasar con los niños.

Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana. Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo y cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya estaba acostado. Explicó además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia.

Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba reemplazar esa falta dándole un beso todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera que él le había ido a ver mientras dormía, hacía un nudo en la punta de la sábana: "Cuando mi hijo despierta y ve el nudo, sabe que su papá ha estado allí y lo ha besado. El nudo es el medio de comunicación entre nosotros".

La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando comprobó que el hijo de aquel hombre era uno de los mejores alumnos de la escuela.

Este hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse con otros. Aquel padre encontró su forma, una forma simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía a través del nudo, todo el afecto de su papá.

Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que olvidamos lo principal que es la comunicación a través del sentimiento. Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban para aquel hijo, muchísimo más que un montón de regalos o disculpas vacías. Es válido que nos preocupemos por las personas, pero lo más importante es que ellas sepan y puedan sentir nuestra preocupación y cariño por ellas. Para que exista la comunicación es necesario que las personas “escuchen” el lenguaje de nuestro corazón, ya que los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras.

Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, el golpe de la rodilla o el miedo a la oscuridad.

Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben distinguir un gesto de afecto y amor, aunque ese gesto sea solamente un nudo en la sábana. Un nudo cargado de afecto, ternura y amor.

“Vive de tal manera que cuando tus hijos piensen en justicia, cariño, amor e integridad, piensen en ti”

Ya lo sabéis: un nudo en la sábana es solo un mensaje en código del padre al hijo, que cada mañana al despertar sabe que papá ha estado ahí y le ha dado un beso. Un cuento que en lo global parece bonito e inspirador (por eso mucha gente lo comparte), pero que esconde, a mi modo de ver, bastantes sombras.

Normalizando el hecho de que un padre no pueda ver a su hijo

¿Es normal que un padre no pueda ver crecer a su hijo y que un hijo no pueda ver a su padre, y que todo lo que tenga de él es un nudo en su sábana por las mañanas? No, no es normal. Habitual sí, porque vivimos en un sistema capitalista devorador que explota a las personas de una manera tal que, para vivir, deben ausentarse de casa la jornada completa, a veces solo el padre, a veces solo la madre, a veces los dos (habrá niños que se despierten con dos nudos en la sábana).

A mí no me gusta que ningún cuento que trate de inspirar sentimientos bonitos normalice el hecho de ser padre sin serlo. Yo no quiero tener que poner nudos en la sábana de nadie, yo quiero verles crecer y, si fuera ese padre, buscaría la manera de luchar por ello.

Sí, claro que es difícil, claro que es casi imposible, pero es que ¡se está perdiendo la infancia de su hijo!

El niño era de los mejores de la escuela

Dice el cuento que la directora se sorprendió al ver que su hijo era uno de los mejores de la escuela. ¿Y? ¿Tiene que ver? ¿Acaso es suficiente un nudo en una sábana para un hijo? ¿Con eso ya se siente querido y pleno? No. Yo si fuera niño no me sentiría así. Mi padre también me decía buenas noches y me daba un beso, pero no había mucho más y yo siempre he sentido que me ha faltado una relación con él, que no ha existido... y he envidiado a los niños cuyos padres sí pasaban tiempo con sus hijos. Yo no fui de los mejores de la escuela, y si alguna vez lo fui, no tuvo nada que ver con que mi padre me diera un beso cada noche, porque yo sentía la falta de todo lo demás.

¿Recordáis aquella época en que los psicólogos y profesionales se dejaron comprar y empezaron a decir que era suficiente con 30 minutos al día para educar a tu hijo y que se supiera amado? Lo llamaron tiempo de calidad y la intención era clara: tranquilizar a los padres que apenas podían pasar tiempo con sus hijos haciéndoles creer que con un ratito de cariño los niños ya tenían suficiente: "tú vete a trabajar, gana dinero, gástatelo, disfruta de la vida y no te preocupes de tu hijo... con un ratito tiene suficiente".

Pues es lo mismo. Un nudo en la sábana es mejor que nada, pero para un hijo es una miseria. Sirve para decirle que papá está ahí, sirve, si se lo explicas, para que sepa que le quieres, pero dudo que se sienta realmente querido por ver un nudo cada mañana, cuando lo que necesita en realidad es correr, reír, jugar, hablar y pasar tiempo con él. Eso es el amor, eso es el cariño, eso es ser padre, poder estar con tu hijo.

¿No hay otra manera?

Y si al final eres un padre como ese, uno que no ve a sus hijos en todo el día, no dejes tu relación en una sábana. Graba vídeos, hazte fotos, déjale dibujos, escríbele historias, cosas que te han pasado, tus sentimientos... compra un diario y escribe en él, pero dirigido a tu hijo. Es triste, realmente triste, pero si no hay otra, vale más hacerlo así. Al menos sabrá de ti que eres capaz de más cosas que hacer un nudo.

Así que no, no me gusta el cuento porque yo no quiero una vida así, la de un padre invisible (a colación, buscando el cuento, encontré la opinión de una psicóloga, Begoña Gil, que tampoco quiere hacer nudos en las sábanas). No me gusta porque estoy seguro de que un niño sí sentirá y notará la carencia de un padre que querría estar pero no está. Y no me gusta porque hay maneras mucho más bonitas y comunicativas de llegar al corazón de tu hijo.

¡Ah! Y el fin de semana aprovechar el tiempo perdido y quedarte con tu hijo. No hace falta regalarle un fin de semana en no sé dónde, ni siquiera ir al cine y comprar palomitas y luego un regalo. Te quedas con él, le cuentas los cuentos que no has podido durante la semana, salís al parque a jugar con la pelota, a hacer volteretas por el suelo y a correr uno detrás del otro, jugáis al parchís, os explicáis vuestra vida y disfrutáis los tres, mamá, papá y el niño de la vida juntos. Un niño no necesita nada más.

Foto | iStock
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