El duelo es la reacción a una pérdida significativa en nuestra vida, sea del tipo que sea. Cuando hablamos, más concretamente, del duelo genético, hablamos de la reacción emocional de pérdida cuando no podemos tener hijos con nuestros propios óvulos (o espermatozoides en el caso de los hombres).
Así, es el duelo que aparece cuando la recepción de gametos de donantes (óvulos, esperma o embriones) se plantea como la única posibilidad para ser padres biológicos.
¿Qué emociones surgen durante este duelo? ¿Cómo gestionarlo y atravesarlo de forma saludable? ¿Sabías que también podemos influir en la forma de ser de nuestro hijo, física y psicológicamente, aunque no lleve nuestros genes?
Las infertilidad y las técnicas de reproducción asistida
Cada vez más parejas utilizan gametos de un/una donante para cumplir su sueño de ser padres, y esto es debido al retraso de la maternidad, a los cambios en el estilo de vida y a los problemas de fertilidad de muchas parejas, entre otros factores.
Se calcula que en la actualidad, alrededor de 800.000 parejas españolas sufren problemas de infertilidad, según datos de IVI. Y según la OMS, la infertilidad afecta a 48 millones de parejas en todo el mundo.
Por ello muchas parejas recurren a las técnicas de reproducción asistida, un camino no libre de obstáculos y dificultades. Una de ellas, el hecho de aceptar que quizás no podremos ser madres con nuestros propios óvulos, lo que nos llevaría a iniciar un proceso de duelo genético.
El duelo genético: un duelo normal
Hay parejas o madres solteras que, debido a problemas de fertilidad, recurren a tratamientos de reproducción asistida para lograr su sueño de ser padres.
A veces, en este camino que no es nada fácil, las mujeres, o parejas, descubren que solo pueden ser papás y mamás a través de la donación de gametos. Es decir, de la donación de óvulos, de semen o de embriones (embriodonación).
Generalmente se llega a esta situación tras una serie de intentos y multitud de pruebas que acaban planteando esta como la única vía para ser padres.
Otras veces, el problema de fertilidad o la edad "avanzada" que tiene la mujer para ser mamá, ya lleva a plantear esta como la primera opción de tratamiento.
Cuando esto sucede, las parejas, y sobre todo las mujeres, deberán afrontar un proceso de duelo genético, que implica aceptar que el hijo o los futuros hijos no llevarán su propio material genético, ya que deberán recurrir a una donante.
Emociones durante el duelo genético
Esta nueva realidad puede generar emociones como la tristeza, el dolor, la frustración, el miedo o la incertidumbre. Emociones totalmente normales y válidas, que merecen ser sentidas y experimentadas.
También aparecen dudas en torno a la futura vinculación con el niño o la niña, además de frustración porque se piensa que el futuro bebé no compartirá rasgos físicos propios.
Por otro lado, surgen miedos por el hecho de tener que afrontar, en un futuro, las posibles preguntas que haga el niño cuando quiera conocer su origen. Todo esto que la persona o la pareja siente configura el duelo genético.
El papel de la epigenética
Si bien es cierto que en el pasado se consideraba que la identidad genética venía definida exclusivamente por los genes que heredamos, a día de hoy sabemos que existen mecanismos que alteran la expresión genética sin alterar la secuencia del ADN. A esto se le conoce como "epigenética".
Es decir, cómo serán nuestros hijos viene determinado por el ADN y la herencia genética de los padres, por supuesto, pero también por el entorno, que es capaz de moldear y modificar la expresión de determinados genes.
La epigenética: tú también influyes en tu futuro bebé
De esta forma, la epigenética hace referencia a la modulación de la expresión de un gen durante el embarazo, ya sea este con gametos propios o en gestaciones con gametos donados.
¿Qué ocurre durante el embarazo? A través de los fluidos maternos, el embrión obtendrá elementos que se unirán a sus genes, moléculas necesarias para formar un nuevo epigenoma en el embrión, que influirá en las características físicas, psicológicas y en la salud general del futuro hijo/a.
Además, no podemos olvidar que el primer entorno para nuestro bebé es nuestro útero. Y nuestro cuerpo es capaz de modificar la expresión de los genes de nuestro bebé durante el embarazo, por ello puede parecerse a nosotras aunque no haya sido concebido a partir de nuestros propios óvulos.
En definitiva: un mismo embrión en otro útero sería completamente diferente. Y esto se produce gracias a la epigenética.
Por otro lado, es importante saber que se busca que los donantes de gametos sean similares físicamente con los receptores, lo que aumenta la probabilidad de que nuestro hijo se parezca a nosotras físicamente.
El amor más allá de la genética
Por otro lado, independientemente de esta epigenética de la que hablamos, que existe, debes saber que, aunque tu hijo no tenga tus genes, siempre será tu hijo, y lo amarás, cuidarás y educarás como a cualquier otro hijo que sí pudiera llevarlos… y verás en ese pequeño cosas tuyas desde el momento en el que nace.
Sin duda lo amarás como a un hijo o a una hija, porque lo es, sin importar que el óvulo del que proceda no contenga tu información genética. Así que date la oportunidad de dejarte sorprender por este amor incondicional que seguro llega, y fluye con todo el proceso, paso a paso.
El duelo genético: ¿cómo afrontarlo?
Un proceso que requiere tiempo
El duelo requiere tiempo, autocompasión, autocuidado y mucho amor. Por ello, es importante que no te pongas límites temporales en cuanto a la elaboración de tu duelo.
Tu duelo no va a durar un tiempo que puedas delimitar, a priori; déjate sentir y respeta tus ritmos. Permítete sentir todas las emociones, llorar, expresarte. Así, es importante que no te pongas presiones, ya que el duelo no entiende de tiempos.
Pedir ayuda profesional
Y si sientes que sola no puedes, siempre puedes acudir a una psicóloga perinatal, experta en esta y otro tipo de situaciones relacionadas con la maternidad, la infertilidad, etc.
Una profesional adecuada puede ayudarte a afrontar esta situación de forma saludable psicológicamente, y además, te ofrece la posibilidad de dedicarte tiempo para ti misma, a través de un espacio en el que expresarte y verbalizar tus miedos, dudas y también alegrías.
Vínculo con el bebé por nacer
Otra cosa que también puede ayudarte a elaborar este duelo genético es entender cuál es la vinculación entre la madre y el embrión en este tipo de procesos, ya comentada.
Esta vinculación se da desde el minuto uno de embarazo, a través de lo que sentimos de nuestro bebé, y de lo que él escucha de nosotras (amor, caricias, música, palabras...).
Y es que, el ADN no lo es todo en este vínculo, ni mucho menos. El vínculo se construye con amor, tiempo compartido de calidad y dedicación.
Pareja
Finalmente, si tienes pareja, intentad apoyaros mutuamente. Tu pareja probablemente esté sintiendo cosas muy similares a las que tú sientes.
Y sobre todo, buscad mantener una comunicación abierta y fluida entre vosotros, donde cada uno pueda expresar cómo se siente sin ningún tipo de juicio.
Os merecéis pasar este proceso acompañados, haciendo equipo juntos y pudiendo asimilar la situación conjuntamente.
Y recuerda que una vez transitado este duelo, lo único que os quedará es el recuerdo de lo vivido, el aprendizaje de todo ello y un amor incondicional hacia vuestro hijo. ¡Os merecéis disfrutarlo!
Fotos | Portada (pexels)