Aunque la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos no debería ser lo más importante de la Navidad, es innegable que para los niños se trata de una fecha señalada que esperan con gran emoción.
Los padres nos esforzamos por intentar que estas fiestas formen parte por siempre del recuerdo de nuestros hijos, de ahí que procuremos preservar y alimentar la magia que la envuelve. Y para muchos, esta magia no se entendería sin las figuras de los Reyes y Papá Noel.
Es por eso que cuando nuestros hijos comienzan a manifestarnos sus dudas acerca de estos personajes, no sabemos muy bien cómo actuar: ¿decir la verdad o seguir alimentando la magia?
Aunque no hay respuestas correctas o incorrectas (pues cada padre actúa según considera que puede ser lo mejor para sus hijos), te dejamos algunas pautas que podrían ayudarte a tratar este tema.
¿Qué hacer si mi hijo me plantea dudas sobre Papá Noel o los Reyes Magos?
Para empezar, es importante diferenciar si lo que está planteándonos nuestro hijo son dudas que necesita aclarar o busca que le confirmemos sus sospechas.
Y es que son muchos los niños cuya mente inquieta les lleva a plantear dudas acerca de estos personajes y su trabajo, pero al mismo tiempo son todavía inmaduros para encontrar respuestas lógicas.
Así, por ejemplo, es normal que en torno a los seis o siete años -momento en el que aumenta el nivel de desarrollo cognitivo- se pregunten cosas como:
- ¿Cómo es posible que los Reyes Magos o Papá Noel repartan todos los juguetes en una sola noche?
- ¿Por qué algunos niños tienen regalos y otros no?
- ¿Por qué estos personajes no mueren nunca?
- ¿Cómo pueden los Reyes Magos estar presentes en las cabalgatas de todas las ciudades al mismo tiempo?
- ¿Cómo saben los Reyes Magos o Papá Noel donde vivo?
- ¿Cómo entra Papá Noel si en mi casa no hay chimenea?
- ...
La lista de cuestiones es interminable, y seguro que tu peque ya te ha planteado alguna en más de una ocasión; especialmente a medida que la etapa del pensamiento mágico va llegando a su fin.
Ante estas dudas de los niños, los expertos suelen recomendar responder con preguntas abiertas y directas: ¿Qué crees tú? ¿Cómo piensas tú que lo hacen? ¿Cuál es tu opinión acerca de esto?
De este modo, dejamos la pelota en el tejado del niño, dándole la oportunidad de poner en práctica su pensamiento lógico y creativo, al tiempo que su respuesta nos ofrece información sobre aquello que sabe con certeza o simplemente duda.
Si las respuestas que tu hijo te de siguen siendo mágicas e inocentes, entonces nos indicará que el momento de conocer la verdad aún no ha llegado. Si por el contrario, sus dudas parecen ser cada vez más racionales, es recomendable abordar el tema, pues de lo contrario corremos el riesgo de caer en una espiral de mentiras que no conducirán a nada.
También hay niños que aún teniendo casi la certeza de que estos personajes no existen, deciden continuar con el juego, muchas veces por no desilusionar a sus propios padres o por temor a que una vez destapada la verdad dejen de recibir regalos. Si crees que es el caso de tu hijo, es conveniente tener una conversación honesta con él.
¿Y si otro niño le cuenta a mi hijo la verdad?
Pero si hay algo que los padres realmente tememos no son las dudas racionales y lógicas que nuestros hijos nos van planteando conforme crecen, sino que llegue un día en el que otro niño cuente la verdad al nuestro.
Es entonces cuando tu hijo, con una mezcla de desilusión por lo que acaban de contarle, pero con la confianza de que sea mentira, te pregunta: "Mamá, papá, un niño me ha dicho que los Reyes sois los padres, ¿es cierto?"
Aunque en esos momentos puede que no sepamos cómo reaccionar, lo cierto es que deberíamos actuar de forma similar y trasladar al niño la misma pregunta: ¿tú que crees?
Si nuestro hijo ya tenía dudas previamente, es posible que el comentario del otro niño sea la puntilla que faltaba para terminar de atar cabos y conocer la verdad. Hablar con él con sinceridad, abrazar sus emociones y estar a su lado le ayudará a asimilar la situación con naturalidad.
Si por el contrario, nuestro hijo todavía es pequeño e inmaduro y sentimos que debemos preservar la magia por más tiempo, debemos buscar la forma de adecuar nuestra respuesta para seguir alimentando esta ilusión.
La magia de la Navidad no son los regalos
En cualquier caso, es fundamental transmitir a nuestros hijos que el verdadero valor de la Navidad no son los regalos, ni la llegada de Papá Noel o los Reyes Magos. Y es que al margen de las creencias religiosas que tenga cada uno, en esta época del año deberíamos destacar principalmente el valor de la familia y el tiempo juntos.
En este sentido, es fundamental que entiendan que deben preservar el secreto ante otros niños, y si hay hermanos pequeños en casa podemos convertirlos en nuestros ayudantes de excepción.
Igualmente, el hecho de conocer la verdad no significa que no puedan seguir escribiendo su carta a los Reyes Magos si les apetece, y así perpetuar la tradición en la familia y seguir emocionándose como el primer día.