Un trauma es una experiencia que, por su naturaleza catastrófica o violenta, es tan impactante que nuestro cerebro no puede procesarla ni integrarla. Es una experiencia que supone una amenaza para nuestra supervivencia, y como tal, produce un choque emocional, causando un daño en el inconsciente de la persona.
Un gran número de personas que sufren un trauma acaban desarrollando un trastorno de estrés postraumático (TEPT), pero no todas; así, lo patológico (o lo que genera sufrimiento) no es el trauma en sí, la vivencia en cuestión, sino los efectos psicológicos que conlleva, como en el caso del TEPT.
En el caso de los niños, los síntomas que manifiestan pueden ser un poco particulares, porque pueden manifestarlo, por ejemplo, a través del juego. Es muy importante estar atentos a estos comportamientos habituales en niños que han sufrido un trauma.
El trauma en la infancia
Una revisión sobre este tema, publicada en la revista Behavioral Psychology, sugiere que muchos niños y adolescentes experimentan al menos un evento potencialmente traumático antes de llegar a los 18 años de edad.
Las experiencias que pueden generar un trauma, en niños y adolescentes, son sucesos en los que el niño ha estado expuesto, de forma directa o indirecta, a:
- La muerte.
- Una lesión grave.
- Violencia sexual.
Hablamos de situaciones de violencia, abuso psicológico o sexual, ver morir a alguien, desastres naturales, accidentes... Situaciones en las que han sentido peligrar su vida o la de otros, y en las que se han sentido superados o desprotegidos.
Siete comportamientos en niños que han vivido un trauma
Hay una serie de comportamientos que podemos ver en los niños que han vivido un trauma; son niños que pueden acabar desarrollando un trastorno de estrés postraumático.
No todos los niños que han sido expuestos a una vivencia traumática, lo desarrollan, pero sí muchos de ellos manifiestan comportamientos como los que describiremos.
Dichos síntomas suelen aparecer los primeros días, semanas o meses tras el trauma. Si hay un TEPT de base que no se trata, pueden persistir incluso años. Por eso es tan importante una valoración psicológica adecuada y ponernos en manos de profesionales si la situación lo requiere, para evitar que esa herida emocional se enquiste y pueda ser, así, sanada.
1. Juego repetitivo relacionado con el trauma
Uno de los comportamientos que puede mostrar un niño cuando ha sufrido un trauma es el juego repetitivo (sabemos que los niños expresan muchas emociones a través del juego). Es un juego, además, que reproduce, en cierta manera, la experiencia vivida (o elementos que formaron parte de ella).
Por ejemplo, si tiene relación con un incendio, el niño puede jugar con un coche de bomberos y reproducir la escena vivida. O si tiene relación con la muerte, puede jugar a que sus personajes se mueren, etc. El juego simbólico adquiere gran protagonismo aquí.
Es un tipo de juego que se repite, es decir, no aparece solo en momentos puntuales, y es una forma de revivir el trauma (porque su mente necesita procesarlo, aunque los sistemas para hacerlo han fallado).
2. Pesadillas
Aparecen también pesadillas relacionadas con la situación traumática, donde aparece la escena vivida o elementos relacionados. Sin embargo, no siempre contienen elementos propios del trauma, pero todos ellos suelen ser bastante aterradores.
Así, son sueños muy vívidos que el niño recuerda, con mucha angustia, una vez que se despierta (cosa que no ocurre en los terrores nocturnos, los cuales el niño no recuerda).
3. Falta de atención, dificultad para resolver problemas
Pueden aparecer también dificultades atencionales. Al niño le costará concentrarse y resolver problemas, e incluso puede estar más despistado de lo normal.
Hemos de tener en cuenta que, cuando un niño experimenta un trauma, es porque su cerebro no ha logrado procesar información tan impactante (el sistema atencional se satura), y esto afecta también a nivel cognitivo. Por eso es normal que desarrollen también este tipo de síntomas.
4. Evitación
Aparece también la evitación, otro síntoma característico del TEPT. La evitación puede darse de muchas formas; por ejemplo, evitando hablar sobre el tema, pero también, evitan pasar por los lugares donde ocurrió todo, o estar en contacto con cualquier cosa que les recuerde al evento o a las personas que estuvieron en él.
5. Aferrarse al adulto (apego ansioso) o evitarlo
También pueden acabar desarrollando un apego ansioso; se aferran a los adultos porque se sienten desprotegidos (o se han sentido desprotegidos), y porque tienen mucho miedo a volver a revivir el trauma.
O, puede suceder lo contrario, y es que eviten al adulto. Esto, lógicamente, debe producirse como un cambio respecto a lo que sucedía antes del evento traumático, para poder considerar que es consecuencia del trauma.
6. Inquietud e hiperactividad
La inquietud y la hiperactividad también son dos síntomas que pueden mostrar los niños que han sufrido un trauma. Son síntomas que también deben aparecer tras el evento traumático (y si antes ya estaban, deben intensificarse).
Esto hace que les cueste dormir, que se muestren agitados, que se exalten fácilmente... Básicamente lo que ocurre es que su sistema de alerta está descontrolado. ir o a atacar. El sistema de alerta se activa cuando se activa el sistema nervioso simpático de la persona, que es el que nos protege ante situaciones amenazantes, impulsándonos a huir o a atacar.
Ese sistema se sobreactiva ante una vivencia traumática, y por ello, con el tiempo, estímulos que ya no son peligrosos, se viven igualmente como si fueran amenazas. De ahí la inquietud, la agitación y la hiperactividad.
7. Irritabilidad o agresividad
Los niños pueden mostrarse irritables, e incluso agresivos o mostrar trastornos de conducta. La irritabilidad suele aparecer ante las "pequeñas cosas". Cosas que antes no les molestaban, ahora ya sí. Se lo toman todo a pecho, personalizan, están más sensibles de lo habitual... Y esto se relaciona con el hecho de haberse sentido desprotegidos ante la experiencia traumática tan abrumadora.
Otros síntomas del trauma en la infancia
Estos son siete comportamientos o síntomas habituales en niños que han sufrido un trauma, pero hay más. Pueden aparecer también síntomas físicos como migrañas o dolores de estómago, sentimientos de culpa ("¿podría haber hecho algo para que esto no sucediera?"), tristeza, ansiedad, necesidad de aislarse, disminución del rendimiento académico, etc.
Si tu hijo ha pasado por una vivencia traumática, o no lo sabes pero empieza a manifestar algunos de estos síntomas (que ya son una señal), es importante que podáis pedir ayuda profesional e iniciar un tratamiento psicológico lo antes posible.
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