Encontramos en las raíces de la disciplina positiva la Psicología Adleriana, creada por el psicólogo austríaco Alfred Adler (1870-1973). Según Adler, el ser humano tiene dos grandes objetivos innatos: pertenecer y contribuir. Estos dos sentidos deben cultivarse en los más pequeños para favorecer su desarrollo y su autoestima. Potenciar uno nos ayudará a potenciar el otro y viceversa, es decir, son dos sentidos que se retroalimentan entre sí.
Hemos hablado anteriormente del sentido de pertenencia en los niños (la conexión del niño con el adulto, cuando se sienten vistos y aceptados como parte del grupo y de la familia) y de cómo cultivarlo.
Y en esta ocasión hablamos del sentido de contribución, que tiene que ver con la importancia de que los niños se sientan útiles y valorados por aquello que pueden aportar a la familia y en el entorno. Te contamos por qué es importante y cómo fomentarlo en el día a día de los niños.
El sentido de contribución y por qué es importante
El sentido de contribución tiene que ver con la sensación de ser útil para algo o para alguien, pero va mucho más allá. Es la sensación de soberanía y capacidad, y los niños lo desarrollan cada vez que sienten que pueden hacer las cosas, que son capaces de ello.
Lo potenciamos en ellos cuando les escuchamos, cuando les pedimos ayuda o colaboración, cuando sienten que pueden opinar, influir, decidir y, en definitiva, cuando se sienten útiles y necesarios en el grupo o en la familia.
Es importante potenciarlo en ellos porque gracias a ello pueden mejorar su autoconcepto y su autoestima y sentirse válidos y capaces. Cuando los niños gozan de una buena autoconfianza, se ven capacitados para intentar las cosas por ellos mismos, y eso también favorece su capacidad para aprender y para ser autónomos y resilientes.
Por otro lado, y como decíamos en la introducción, potenciar el sentido de contribución es, en cierto modo, potenciar también el sentido de pertenencia; si un niño se siente útil y valorado por el entorno, si siente que "aporta algo" (contribución), también se sentirá importante y parte esencial de la familia (pertenencia). Y un niño que se siente visto, válido y tenido en cuenta, querrá contribuir.
Cómo hacer que los niños se sientan útiles y cultivar el sentido de contribución
Como padres deberemos encontrar las acciones que permiten a los niños cultivar el sentido de contribución, y permitir que sucedan. Algunos ejemplos de lo que podemos hacer:
- Cuando es un bebé, explícale lo que vas haciendo con él (por ejemplo, cuando le cambiamos); esto le concede soberanía y le hace sentir importante para la otra persona.
- Recibe sus muestras de cariño con alegría, ya que le hace sentirse necesario e importante.
- Fomenta las responsabilidades en el hogar: asigna tareas adecuadas a la edad de los niños, como poner la mesa, recoger sus juguetes, hacer la cama o mantener su habitación ordenada.
- Aprecia y elogia sus esfuerzos y logros, por pequeños que sean. Reconocer sus contribuciones les hará sentirse valorados y útiles.
- Anímale a salir de su zona de confort: por ejemplo, anímale a probar una actividad extraescolar diferente; esto le ayudará a conocerse mejor y a identificar qué cosas se le dan bien y en qué cosas destaca o puede aportar algo.
- Establece metas y desafíos con ellos; ayúdales a establecer metas u objetivos alcanzables y desafiantes. Cuando logren estas metas, se sentirán útiles y confiados en sus habilidades.
- Fomenta la toma de decisiones: permite que los niños tomen decisiones simples y adaptadas a su edad, como elegir su ropa o la cena, para que se sientan parte activa en la toma de decisiones familiares. Esto les ayudará a sentirse útiles y responsables de sus cosas.
Factores que dificultan su sentido de contribución
Sin embargo, hay algunos factores que dificultan que los niños puedan desarrollar su sentido de contribución y se sientan así útiles y autónomos, como: las prisas (que hacen que les acabemos haciendo nosotros las cosas), la sobreprotección, los miedos, la rigidez, la inmediatez, las ganas del adulto de sentirse "buen padre" (o "buena madre") o el cansancio.
Esto muchas veces se traduce en frases como: "ya lo hago yo", "ahora no que tengo prisa", "lo has hecho pero la próxima vez es mejor que...", "no lo hagas, ¡ten cuidado!", etc. Claro que habrá cosas que harán "mal" y deberemos corregirles, pero recuerda que están aprendido.
Así, es importante estar atentos a estas conductas para evitarlas y reformularlas a través de la confianza en nuestros hijos y de su empoderamiento. Aunque a veces necesiten ayuda y es normal, hemos de darles la oportunidad de experimentar y equivocarse para poder aprender y así tener opciones de sentirse útiles y válidos (y reforzales por ello).
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