Las dificultades de la lactancia materna prolongada

Las dificultades de la lactancia materna prolongada
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Debo empezar diciendo que no me gusta nada el término lactancia materna prolongada, pues su significado es tan variable como la mentalidad de las personas. Cuando una mamá amamanta más allá de los nueve meses o del año se sigue encontrando muchas situaciones incómodas, críticas y comentarios nacidos de la ignorancia por parte de su entorno. Esta es sin duda la peor de las dificultades y problemas de la lactancia prolongada.

Se suele considerar lactancia materna prolongada la que va más allá de los dos años que aconseja la Organización Mundial de la Salud como el tiempo mínimo óptimo de amamantamiento, sin embargo, la misma OMS aclara que es una cifra que solo indica el mínimo y que no hay razón para destetar a los dos años.

Dicho esto, en realidad una lactancia duraría mientras madre e hijo lo decidan, y podría ser normal mantenerla hasta, perfectamente, los seis o siete años, sin que existan dato alguno real que demuestre que esto es perjudicial, como veremos más adelante, y, no solo eso, sino que es una edad normal de destete según parámetros etológicos referidos a las características de nuestra especie, como reconoce el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría.

Amamantar después de los dos años suele ser mucho más sencillo. Los problemas iniciales fueron ya superándose, los niños van teniendo pautas de sueño más estables y la lactancia sirve como consuelo y reconciliación además de como alimento. Ya no nos preocupará si toma suficiente, pues daremos toda clase de alimentos y también, si queremos, otros lácteos. Incluso, si hay situaciones en las que no queremos amamantar o hacerlo en privado, los niños van entendiendo y pueden aceptar estas condiciones.

Pero, por otro lado, sigue teniendo a su favor las mismas ventajas que antes: un alimento de gran calidad siempre listo y protector, esteril, que puede rehidratar, alimentar y consolar a la vez.

Las dificultades para una madre que desea dar el pecho más de dos años son, fundamentalmente, las presiones y la incomprensión del entorno.

Datos contra la lactancia materna prolongada

Realmente no hay ningún dato que demuestre que dar el pecho más de dos años tenga el más mínimo inconveniente ni para la salud ni para el desarrollo emocional del niño. Tampoco para la madre. Más bien, todos los estudios que se publican suelen indicar que los beneficios de la lactancia se mantienen a lo largo del tiempo e incluso son mayores cuanto más dura la lactancia, aunque suele haber pocos trabajos específicos sobre niños mayorcitos.

Y más bien hay datos muy claros que señalan que, a pesar de ser una cuestión muy influenciada por las pautas culturales variables, el periodo de amamantamiento natural en el ser humano se puede fijar entre los dos años y medio y los siete años, según el marcador analizado. Por tanto, hablar de lactancia materna prolongada no tiene mucho sentido.

Suele indicarse que los niños necesitan tomar leche para lograr un desarrollo completo de sus huesos y su crecimiento, por lo menos hasta los seis o siete años. Si de verdad hace falta al niño humano tomar leche, la lógica nos dice que siempre hablaríamos originariamente de leche de su especie más que leche de otra, aunque puedan asimilarla.

Sin embargo, ya que en nuestro entorno amamantar dos años es minoritario y los ataques a las madres que dan el pecho empiezan mucho antes, hacia el año, me referiré a la lactancia materna prolongada y sus problemas de forma flexible y dependiendo mucho del entorno y su valoración de la lactancia después de haberse introducido la alimentación complementaria.

A pesar de proporcionar múltiples beneficios y no conocerse ningún inconveniente para la lactancia materna prolongada, las mujeres que deciden amamantar a sus bebés hoy en día durante un periodo superior a los dos años, se encuentran con frecuencia con dificultades.

Aunque hay campañas y una mayor conciencia de los beneficios de la lactancia materna, se siguen presentando como si fuera algo añadido, un plus que podemos ofrecer a nuestros hijos, produciéndose la situación en la que la madre que amamanta no recibe suficiente información o a apoyo del entorno.

La pérdida de la cultura del amamantamiento

Nuestra sociedad ha perdido en los últimos cien años la cultura del amamantamiento y se sigue considerando “normal” dar el pecho unos meses, pero cuando se supera el año las mamás empiezan a sentir una fuerte presión de conocidos, familiares y hasta de la señora de la cola del super que se permiten indicarle el daño que le hace a su hijo, los problemas psicológicos que le aguardan y que su leche, por supuesto, ya no puede alimentar.

Los falsos mitos, incompatibilidades, problemas para la madre y trastornos mentales profetizados para el niño han dado ya muchos temas a Bebés y más. La información cala despacito y se siguen escuchando muchas tonterías contra la lactancia a demanda, la lactancia nocturna, la lactancia exclusiva, todas ellas culpables, al final, de fracasos en lactancias deseadas perdidas por los malos consejos.

Si a eso añadimos que a veces las madres no cuentan con alguien con experiencia que sepa identificar el problema y ayudarlas de forma efectiva, es complicado salir adelante.

Los profesionales de la salud y la lactancia materna prolongada

Desgraciadamente a veces los profesionales de la salud tampoco apoyan la lactancia materna como debieran. Recuerdo a mi primera pediatra, la que me regalaba leche de bote para que le diera a mi hijo al irme a trabajar y me decía que sacarme la leche era un capricho absurdo, la que pautaba el destete nocturno con Estivill desde los seis meses y desde luego consideraba seguir con el pecho después del año una manía sin sentido. Vamos, toda una defensora de la lactancia que sin duda lograba que pocos niños pudieran seguir tomando leche materna tras pasar varias veces por su consulta.

Me temo que no es la única que sigue mandando biberones de ayudita innecesarios, manda leche artificial para las papillas, te dice que la leche es de postre una vez has introducido la alimentación complementaria prematuramente y considera que la lactancia nocturna es perjudicial. Cada vez son menos, pero siguen quedando y hay que saber detectarlos para huir de ellos si quieres amamantar sin problemas.

Por supuesto hay magníficos pediatras y enfermeros que se actualizan, como es su obligación y ayudan a las madres a seguir amamantando, dándoles toda la información necesaria para que entiendan lo importante que es la leche materna para sus hijos también a partir de los seis meses o del año. Sin ellos, posiblemente nunca se logre mejorar los índices de lactancia españoles. Hay que reconocerles el gran papel que hacen.

Sin embargo, pese a la gran influencia que puede tener nuestro pediatra o nuestra matrona o enfermera de pediatría en el fracaso o el éxito de nuestra lactancia, la presión hacia las madres que ya están informadas y han decidido seguir con la lactancia mientras sus hijos lo deseen, no suele venir tanto de los sanitarios, a los que se ha aprendido a sortear o elegir, sino del entorno: la familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o, en general, cualquiera que se entere que no has destetado antes del año y se considera con derecho a darte la charla. Las dificultades de la lactancia materna prolongada son sociales como decía al principio y veremos en el siguiente tema como lidiar con ellas.

En Bebés y más | ¿Quien apoya y quien critica la lactancia materna prolongada?, Por qué se aconseja la lactancia materna dos años o más, ¿Tiene sentido hablar de lactancia prolongada?, Video: lactancia materna prolongada

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