Hace un tiempo os presentaba a mi primera hija, Mar, y hoy os traigo a la pequeña de la casa, que nació el pasado 28 de julio y que, como su hermanita, se hizo esperar… Se llama Emma, pesó cuatro kilos y midió 52 centímetros, y vino al mundo de manera rápida, a través de un parto vaginal.
Cuando ya llevábamos 12 días “pasadas de cuentas” y me iban a inducir el parto, unas horas antes empecé a sentir contracciones. Esta vez el parto se iniciaba de manera natural, algo que yo deseaba profundamente. Al principio no tenía demasiada fe en esas contracciones, que no eran ni muy largas ni regulares, hasta que empezaron a doler más…
Ingresamos en el hospital sobre las dos de la madrugada, con 4 centímetros de dilatación, al poco pedí la anestesia epidural y a las 4’20 Emma ya había nacido.
A diferencia de Mar, que acabó en cesárea a pesar de la dilatación completa, Emma nació gracias a unos pocos pujos y en cuanto vio la luz la colocaron en mi regazo, una sensación que las mamás que lo hayan vivido entenderán como lo más maravilloso e inolvidable.
Emma está enorme, sana y conociendo este mundo con ojos inquietos y curiosos a pesar de que poco puede ver aún… Pronto llegará su primera sonrisa, y cada día que pasamos juntas me descubre algo nuevo.
Yo, tras una recuperación algo complicada debido a los puntos de la episiotomía y otras molestias propias del postparto, estoy muy feliz de tener en casa a las dos princesas que llenan mi vida y me animan a seguir conociéndolas y aprendiendo a cuidarlas y a disfrutarlas a cada momento. Todo un mundo nuevo que compartir también en estas páginas.
En Bebés y más | Ser mamá por segunda vez: sensaciones