Con la llegada de las vacaciones navideñas las consecuencias de sufrir enuresis nocturna se hacen más patentes para muchos niños al no poder acudir a casas de familiares o amigos a pasar la noche. Los niños que padecen enuresis nocturna sufren pérdidas de orina en la cama, durante el sueño y generalmente no despiertan tras la micción. Deben producirse dos o más episodios de escapes al mes para hablar de enuresis y se considera un problema a partir de los cinco años.
La enuresis nocturna es más común en niños que en niñas y, de no tratarse, el problema puede persistir en la edad adulta. Muchos padres consideran que sus hijos superarán la enuresis nocturna con la edad, pues la achacan, de forma equivocada, a celos, stress, o alguna preocupación. Lo cierto es que, en el 85% de los casos se trata de un problema hereditario. Según las últimas investigaciones la clave se encuentra en un gen del cromosoma 13, aunque se están estudiando otros genes y cromosomas que también podrían tener relación.
La hormona antidiurética se sintetiza en el cerebro y es la encargada de regular la cantidad de orina, su nivel es constante durante el día y aumenta por la noche para reducir la producción de orina. Las personas enuréticas, por causas aún desconocidas, no liberan más hormona por la noche igualándose la producción de orina con el día, la vejiga entonces se llena y se produce la pérdida involuntaria durante el sueño.
La enuresis nocturna afecta al 15% de los niños de 5 años y al 10% de los niños de 7 años. Con este problema los niños dejan de hacer algunas actividades colectivas, llegan los complejos, la vergüenza y la disminución del rendimiento escolar y la autoestima, lo que afecta al equilibrio familiar. De hecho los pediatras consideran que la enuresis en niños entre 8 y 16 años, es percibida como el acontecimiento más traumático tras el divorcio y las peleas entre los padres.
La falta de información ha convertido el problema en un tema tabú. Según el 83% de los pediatras, la mayoría de los padres no suele acudir a consulta por lo que cerca del 70% de los niños no están diagnosticados correctamente. La prevención de la enuresis pasa por su identificación como un problema de salud y el pediatra es una pieza clave pues podrá descartar patologías más graves que llevan asociada enuresis como la diabetes, infecciones o malformaciones del aparato urinario. Además el pediatra proporciona información sobre el problema, y determinará el tratamiento a seguir ya sea la adopción de medidas conductuales, tratamiento médico, etc.
Es importante saber que existen tratamientos efectivos y seguros para este problema, siendo el pediatra quien puede orientar a los padres para su solución.
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