Cada vez son más los que animan a las mujeres a vivir la experiencia de un parto natural en un intento por acabar con el exceso de intervencionismo que han sufrido los partos en los últimos años. Hablamos de partos respetados, naturales o humanizados y, de alguna forma, asumimos que una de las premisas fundamentales para disfrutar de este tipo de parto es no recurrir a la anestesia epidural. Sin embargo, un parto sin epidural no es garantía de un parto respetado o natural como tampoco es cierto lo contrario siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones.
El parto sin epidural podría ser una opción para todas la mujeres embarazadas pero hoy todavía no lo es. Muchos de los hospitales y clínicas no cuentan aún con las instalaciones ni el personal cualificado para atender de la mejor manera posible este tipo de partos.
Sufrir por sufrir
Antes de entrar en materia conviene desmontar un mito, no es necesario ser una heroína, ni tener un afán incontrolado de masoquismo para elegir dar a luz sin epidural. Dar a luz sin anestesia no tiene por qué ser tampoco una forma de posicionarse con ningún tipo de corriente o estilo de crianza. Es más, ni siquiera tiene que ser una decisión tomada de antemano. Se puede esperar a ver cómo avanza el parto para decidir si nos vamos a poner o no la epidural sin necesidad de convertirlo en un estigma.
A pocas semanas de traer al mundo a mi quinta hija es algo que no me planteo. Mis dos últimos partos, sin epidural, fueron estupendos y daré a luz en un hospital donde te lo ponen muy fácil pero no me caso con nadie. Ya veremos cómo se desarrollan los acontecimientos.
Partos de cuento
Desde los sectores que con más ahínco defienden los partos llamados naturales nos dicen a menudo que los partos sin epidural no son dolorosos. Algunos incluso nos prometen partos sin dolor y hasta orgásmicos, experiencias casi extrasensoriales que nos proporcionarán un placer sin precedentes.
En una cosa estoy de acuerdo, dar a luz sin epidural es una experiencia de una intensidad difícilmente comparable con nada que hayamos podido vivir y la satisfacción y la euforia que nos invaden al coger en brazos a nuestro bebé no tiene parangón. Pero doler, lo que se dice doler, duele. Bastante por no decir mucho. Lo que no significa que no compense, con creces.
La clave del éxito
Nos contaban hace algún tiempo que la mayoría de las embarazadas que en principio no quería epidural acaba pidiéndola durante el parto. Curiosamente, en países como Alemania, donde la medicalización de los partos es muy inferior sucede al contrario, muchas de las que teníamos claro que queríamos epidural acabamos dando a luz sin anestesia.
Por una razón muy simple, para que un parto se pueda desarrollar de una forma natural y sin anestesia de ningún tipo lo más importante es dónde y con quién se dé a luz. Un parto no intervenido necesita otro tipo de instalaciones y asistencia que un parto intervenido. La experiencia de los profesionales sanitarios en este tipo de partos es fundamental para ayudar a la mujer durante el parto.
Para dar a luz sin epidural lo primero que necesitas es libertad de movimientos, un monitor sin cables, y ciertos artilugios como pelotas, espalderas, cuerdas y sillitas de dar a luz que nos permitan dar con la postura adecuada. Esa que nuestro cuerpo elige por nosotras y en la que todo duele la quinta parte. Un potro no tiene cabida en un parto sin epidural puesto que esa postura es probablemente la más dolorosa de todas.
En mi primer parto sin epidural estaba paseando por la habitación cuando una contracción monstruosa hizo que se me doblaran las rodillas y allí me quedé, de rodillas en suelo. La comadrona, lejos de intentar levantarme, llevarme a la cama o modificar mi conducta irracional de alguna forma, me tranquilizó, me dijo que hiciera lo que me pidiera el cuerpo y preparó todo para la niña pudiera nacer allí mismo. La ginecóloga se sentó en el suelo a mi lado como si aquello fuera lo más normal de mundo y mi hija nació en un abrir y cerrar de ojos. Yo estaba vestida y con las zapatillas puestas.
Este tipo de flexibilidad y apoyo es fundamental, una contracción puede doler muchísimo o ser perfectamente soportable dependiendo de la postura en la que estemos y el apoyo que recibamos para vivir nuestro parto como nos lo pida nuestro cuerpo y no según el protocolo del hospital en cuestión.
El parto sin epidural podría ser una opción para todas las embarazadas siempre y cuando los hospitales y las clínicas donde demos a luz estén preparados y dispuestos para asistirnos como estos partos requieren. Además, aunque al final optemos por recurrir a la anestesia epidural por la razón que sea no hay porqué renunciar a tener un parto respetado. Si la dosis no es muy alta la mujer todavía puede moverse libremente, dar a luz en la posición que le resulte más cómoda y sentir las contracciones aunque con menos intensidad.
Foto | dizznbon en Flickr En Bebés y más |El 70% de las mujeres embarazadas que piden un parto sin epidural acaba cambiando de opinión, "Si pierdes el control durante el parto te pondremos la epidural", nos dijeron una vez