La anestesia epidural es el mecanismo farmacológico de alivio de dolor en el parto más empleado en nuestro entorno, y se ha convertido en un recurso al que muchas mujeres se encomiendan para evitar sufrimientos.
Ya hemos comentado en ocasiones los beneficios y las desventajas de la epidural, pero en esta ocasión nos gustaría centrarnos en saber qué efectos causó la anestesia en vuestro organismo a la hora de dar a luz. Si os calmó y ayudó a afrontar el parto, si no actuó como pensabais, si tuvisteis algún efecto secundario no deseado…
Porque es bien sabido que la epidural no causa los mismos efectos en todas las mujeres, y también que la cantidad de anestesia suministrada puede variar.
De modo que se pueden escuchar experiencias con la epidural de todo tipo, desde anestesias que no suprimieron el dolor o causaron efectos secundarios perjudiciales hasta otras que cumplieron bien su función anestésica y tranquilizaron a la madre.
En mis dos partos la anestesia epidural me la pusieron hacia los seis centímetros de dilatación, y en ambos pude sentir un alivio considerable del dolor de las contracciones (aunque tampoco ese dolor era excesivo), y no tanto que me impidiera sentirlas.
Con lo cual podía seguir incorporada y moviendo las piernas (aunque la monitorización me imposibilitaba estar de pie) y en el momento justo seguir haciendo ejercicios de respiración para oxigenar al bebé y empujar en el expulsivo.
En el primer parto tuvieron que realizar una cesárea, aumentando la dosis anestésica para la intervención, con lo que evidentemente dejé de sentirme las piernas y tardé en recuperar la movilidad hasta después de que me subieran a la habitación.
En el segundo parto pude realizar los pujos y en cinco minutos ya había nacido el bebé, y todo sin perder movilidad en las piernas, y aunque no sea el dolor lo que recuerde, sí la sensación de que me estaban cosiendo tras el parto la viví muy nerviosa.
En ninguno de los casos tuve efectos secundarios destacables por la anestesia, en el primer parto sí sentí fuertes temblores aunque pudieron ser debidos a otras causas.
En definitiva, si tuviera que definir mi experiencia con la epidural diría que fue positiva y que si volviera a dar a luz también la querría. Cómo hubieran acabado los partos sin anestesia, no lo sé, pero lo que tengo claro es que en mi segundo parto me sentí fuerte, poderosa y contenta en el momento de dar a luz.
Y aunque sé de los métodos alternativos de alivio, que recomiendo conocer y plantearse a todas, mi excesivo miedo al dolor creo que me bloquearía en un momento dado y me llevaría más nerviosa a dar a luz.
Pero toda mujer debería estar informada de los métodos no farmacológicos para aliviar el dolor, de las ventajas e inconvenientes de la epidural, que los hospitales dispongan y permitan estos métodos, y poder elegir. Tampoco me parece justo que en muchos hospitales se administre la epidural según fechas y personal disponible.
Seguro que podéis aportar más experiencias contándonos cómo actuó la anestesia epidural en vuestros casos, y si repetiríais o no.
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