Hoy, 25 de diciembre de 2009, hace 2009 años que la Virgen María dio a luz a su hijo Jesús. Cada año se celebra este nacimiento y hoy, festivo en todo el país, vamos a hacer un ejercicio de reflexión para tratar de saber qué pasaría por la cabeza de la Virgen María si diera hoy a luz.
Su embarazo habría estado controlado por profesionales de la seguridad social. Le habrían hecho varias ecografías y análisis y se habría despertado por la noche con contracciones.
Haría ya tiempo que tendría decidido, más o menos, cómo y dónde parir. Habría pensado parir en casa, quizá en Belén, pero su familia le habría recordado lo peligroso que puede ser hacer algo así y sobretodo le habría dicho que "qué dirán los vecinos si te oyen gritar".
María habría dicho que "pasa de los vecinos", que ella trae en su vientre al hijo de Dios y que si hace dos mil años se paría donde se podía, ahora podría hacerlo con una vaca y una mula detrás si ella quisiera.
Si la Virgen María pariera en el hospital
Si la Virgen María decidiera acudir al hospital iría tan pronto como pudiera (llevar al hijo de Dios es cosa seria), sin embargo allí le dirían “aún estás muy verde”, “tranquilízate mujer, se nota que eres primeriza” y “vete a casa, que todavía tienes para rato” y María y José volverían a casa a esperar contracciones más seguidas.
Finalmente volvería unas horas más tarde, cuando la dejarían en la sala de dilatación para que fuera evolucionando.
María llevaría un plan de parto, porque una amiga le comentó que los hospitales españoles están todavía un poco lejos de dar un trato respetuoso con las embarazadas, que en muchos “te hacen tumbarte para dilatar cuando lo mejor es tener libertad de movimientos” y que por norma general se hacen cargo del parto como si los que parieran fueran ellos y ella, respetuosa como es, sensible y atenta, estaría deseosa de recibir las mismas atenciones y que tuvieran en cuenta sus deseos e inquietudes como cualquier mujer sana embarazada que acude “por si acaso algo sale mal” y no como una mujer embarazada considerada enferma cuyo parto hay que guiar y trastocar “para que nada salga mal”.
O quizás María no llevaría plan de parto porque “doctor, me pongo en sus manos” y confiaría ciegamente en todas las recomendaciones de los profesionales del hospital.
Fuera cual fuera su elección, María les diría que ella se había planteado parir en su casa, en Belén, y que no tenía intención de tumbarse porque su cuerpo le pedía estar incorporada.
Quizás le dirían que “ya lo sé, cariño, pero si te pones de pie nosotros estamos incómodos” o quizás tendría un ginecólogo moderno o una comadrona actualizada que le dirían: “ponte como quieras, que nosotros nos amoldaremos”.
Quizás hablaría de la episiotomía
María les pediría que no le “cortaran su sexo”, porque eso no lo había oído nunca, ni sabía que se hiciera y le parecía doloroso e innecesario. Hasta explicaría que había leído en algún blog en Internet que la episiotomía es una práctica que sólo debería hacerse a unas pocas mujeres y que un desgarro suele tener mejor pronóstico.
Alguien le contestaría que “depende del ginecólogo que haya” y ella se encomendaría a Dios para pedirle que le tocara uno que supiera que un desgarro se da en un 30-40% de los partos, mientras que la episiotomía se hace al 90% de las mujeres que paren en España.
Piel a piel
La comadrona le daría un tríptico titulado “Piel a piel” en que ella podría leer que los últimos estudios demuestran que un bebé está mejor en el pecho de su madre nada más nacer y que la lactancia se instaura mucho mejor de esta manera que si es separado, ni que sean 20 minutos, para lavarlo, pesarlo, medirlo, pincharle, etc.
María se quedaría desconcertada y les diría “¿es que acaso antes os los llevabais?”, porque ella no entendería que durante décadas los niños pasaban sus primeros días en grandes y frías salas de hospital y que sólo eran llevados con sus madres unos pocos minutos cada 3 horas para que tomaran el pecho y que, hasta hace pocos años, se separaban y entregaban a la madre limpios, vestidos y "contaminados" de gérmenes no conocidos (una de las razones para el contacto prematuro con la madre es la contaminación de gérmenes de la madre, ya conocidos por el sistema inmunitario del bebé).
La alimentación al nacer
La comadrona le explicaría que lo mejor que le puede dar es el pecho, que le protege de enfermedades e infecciones y que “el pecho se da a demanda”, sin embargo horas más tarde, en la habitación, una enfermera le diría seguramente que sí, que es a demanda, pero cada 2 o 3 horas para que vayan teniendo un horario y dándole unos 15 minutos de cada pecho.
María se quedaría de nuevo atónita, incapaz de entender porqué se cronometran cosas tan elementales como el alimentarse y se preguntaría en cuánto tiempo tendría que comer ella y cada cuántas horas sentarse a hacerlo.
Se acordaría inclusive de todos aquellos ciudadanos de Jerusalén y Belén que no tenían casi ni para comer y vería lo absurdo que suena decir que “la comida hay que darla a una hora determinada”.
No lo malcríes
La madre de la compañera de habitación le diría: “lo estás cogiendo demasiado y lo vas a malcriar” y María preguntaría que “a qué se refiere”. “A que si los coges mucho los malcrías, porque se acostumbran a estar todo el día en brazos”, contestaría la buena mujer.
La tía de la compañera de habitación añadiría: “yo he oído que hasta los tres meses no se acostumbran” dando un poco más de libertad a María aunque dejando caer que a partir de ese momento, mejor cogerlo poco.
María miraría entonces a su niño Jesús, acariciaría su pelo ondulado, besaría su frente y pensaría que no puede haber nada más maravilloso que un niño pidiendo el amor y los brazos de su madre y preguntaría: “y si no está en mis brazos, ¿dónde lo dejo?”.
“Pues en la cuna, o si sales a la calle en el cochecito”, le responderían. Luego le explicarían en qué consiste un cochecito y ella se preguntaría cómo es posible que 2.009 años de evolución hayan dado, solamente, para crear una carretilla para niños.
O quizá pariría en Belén, después de todo
Quizás nada de esto pasaría y la Virgen María confiaría en Dios para velar por el embarazo de su hijo y en la madre naturaleza y decidiría, finalmente, parir allí, en Belén, del mismo modo que parió hace 2.009 años. A saber.
En Bebés y más | La Virgen María le dio lactancia prolongada al Niño Jesús