"Los bebés tienen que dormir en su habitación, en su cuna", he oído y leído en más una ocasión. A veces se dice que a partir de los tres meses, a veces que a partir de los seis, a veces juntos hasta el año de vida. El caso es que más pronto que tarde se suele decir que donde mejor está un bebé es en su cuna, en otra habitación.
El problema es que esta recomendación choca frontalmente con otras recomendaciones como la de Margot Sunderland, directora de educación y formación del Centro Infantil de Salud Mental de Londres, que dice que los niños deben dormir con sus padres como mínimo hasta los cinco años o la de Nils Bergman, neonatólogo y uno de los padres del Método Madre Canguro, que dice que padres e hijos deberían compartir cama al menos hasta los tres años.
Entonces uno se pregunta por qué tanta disparidad y la respuesta esté, quizás, en otras culturas, ya que en los países donde los bebés siempre han dormido con sus padres apenas saben qué es la muerte súbita.
Diferencias entre la cultura asiática y la cultura inglesa
Nos creemos los occidentales que, por ser del primer mundo y estar a la vanguardia de todo tenemos un mayor conocimiento de todos los procesos de la vida (lo que se dice "creernos el ombligo del mundo"). Sin embargo, seguro que rápidamente podemos darnos cuenta de que, en muchas cosas, el estar tan avanzados nos hemos pasado de rosca y casi tendríamos que echar la vista atrás para encontrar la calma, la paz y los buenos alimentos y costumbres que ya hemos perdido. Hablo del estrés de nuestra civilización, del haber perdido la posibilidad de cuidar a nuestros hijos porque trabajamos ambos padres y a los hijos nos los cuidan terceras personas, hablo de ir a dar a luz y que con tanta instrumentalización y control muchos partos acaben mal, hablo de tantas cosas que, quizás en otras culturas, porque aún no han llegado, lo llevan mejor.
Estas diferencias se vieron hace unos años en Inglaterra, concretamente en Birmingham, donde evidenciaron que los bebés de los ingleses tenían una incidencia de muerte súbita de más del doble que los bebés de origen asiático que vivían allí. Lo vieron en un estudio en que encuestaron a 374 madres multíparas de una comunidad de la ciudad.
Observaron que la mayoría de niños asiáticos dormían en el dormitorio de los padres (el 94%) mientras que en el caso de los niños británicos, lo hacía el 61%. Al preguntarles cuántos niños dormían solos cada noche, el 33% de los niños blancos lo hacía en comparación al 4% de los asiáticos. También les preguntaron acerca de la postura en que ponían a dormir a sus bebés y vieron que el 31% de los niños blancos dormía en una posición no recomendada, es decir, en decúbito prono, frente al 11% de los asiáticos.
Todos estos datos vinieron a demostrar que la cultura asiática, que compartía en mayor proporción espacio con los bebés que la inglesa, lo hacía mejor. Mejor porque al dormir juntos y poner a los bebés boca arriba tenía un índice de muerte súbita, como he comentado, de menos de la mitad.
Cuando Michel Odent viajó a China
Michel Odent es un conocido ginecólogo, famoso por adelantarse a su tiempo hace décadas abogando por un parto menos intervencionista en una época donde lo habitual era todo lo contrario. De él hemos hablado en varias ocasiones en Bebés y más y una de las curiosidades que explicó en la revista Lancet, allá por 1986, fue que había estado en China y que allí se sorprendió muchísimo al darse cuenta de que no sabían qué era la muerte súbita:
Nadie entendió mis preguntas; el concepto de muerte súbita era desconocido por muchos de los profesionales y los habitantes de lugares como Beijing, Hsian, Loyang, Nanking, Shangai y Cantón. Además, me enteré de que los bebés chinos duermen con sus madres. Desde entonces, he tenido la certeza de que, incluso si sucede durante el día, la muerte súbita es una enfermedad exclusiva de aquellos bebés que pasan la noche en soledad y, también, de que este fenómeno solo se produce en aquellas sociedades en las que predomina la familia nuclear.
La China actual
Esto, claro, es la conclusión de Odent de una visita a China donde vio que los bebés dormían con sus madres y que no tenían ni idea de qué era la muerte súbita, probablemente porque, o no sucedía nunca, o sucedía de manera tan aislada que a nadie allí le dio por pensar que era un síndrome con un patrón determinado que podría intentar prevenirse de algún modo.
Pero oye, estas palabras del ginecólogo son de hace casi 30 años. ¿Qué sucede en la China actual? Por mi trabajo tengo la oportunidad de hablar con mujeres de allí, que ahora viven aquí, y preguntándoles sobre este tema me ha sucedido algo similar. No saben qué es la muerte súbita. No entienden el concepto. Les explico que hay bebés que mueren durante la noche y ponen una cara de preocupación tremenda.
Ahora bien, cuando les pregunto dónde duermen, allí en China, los bebés y los niños, me explican que normalmente con los padres, pero que cada vez más se está optando por separarlos (al parecer, la sombra de occidente es tan grande y devastadora que hasta en eso nos empiezan a imitar).
Ellas me explican que lo habitual es dormir con los hijos porque son conscientes de que tienen miedo, que no quieren estar solos y por eso comparten espacio con ellos. "Entonces, ¿estáis con ellos hasta los dos o tres años?", pregunto yo. "Dos o tres años es el mínimo", me responden, queriendo decir que no es una cuestión de edad, sino de ver que el niño ya está preparado para dormir solo.
Vamos, que simplemente por el hecho de respetar las necesidades de los niños, por acompañarles durante la noche, igual que hacen por el día (dudo que se planteen la posibilidad de dejarlos solos de noche), las culturas asiáticas tienen índices de muerte súbita tan bajos que ni siquiera saben qué es el Síndrome de la Muerte Súbita. Y quizás lo más curioso es eso, que no lo hacen para prevenir ni por cuestiones de salud del bebé. Lo hacen (o han hecho hasta ahora) porque siempre lo han hecho así y lo contrario les parecería fuera de lugar.
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