Agáchate y vuélvete a agachar‏

Agáchate y vuélvete a agachar‏
9 comentarios

Hace escasos días que jubilé unos tejanos que compré el año pasado por tener la zona de las rodillas rota. Me sorprendió que duraran tan poco, aunque pronto encontré las razones: primera, que me gustaban y por eso los usaba a menudo, segunda, que la moda de llevar los pantalones algo desgastados hace que, efectivamente, lleves como nuevos pantalones que ya están desgastados y tercera, que no es difícil verme arrodillado cuando estoy con mis hijos.

Mientras recordaba estas tres razones llegué al inicio de este acto y me di cuenta de que una de las personas que me inculcó, en primera instancia, el agacharme para comunicarme y jugar con los bebés fue la Supernanny (aunque creo que lo haría igualmente).

Parece mentira, pero es cierto. En la TV3 (televisión autonómica de Catalunya) hace ya años que emiten traducido el programa de la Supernanny inglesa (Jo Frost) y lo vi en varias ocasiones incluso antes de tener hijos. Muchas de sus recomendaciones me gustan poco o nada, porque suponen un beneficio a corto plazo, pero un probable inconveniente a largo plazo, pero de entre ellas me quedé con una que me encantó: agáchate y vuélvete a agachar.

Mirando a los ojos para hablar

La mejor manera de llamar la atención de un interlocutor y de demostrarle a la vez que le estás escuchando es mirándole a los ojos. Además, es la más respetuosa, porque demuestras contacto y otorgas importancia a las palabras del otro (por eso hablar con alguien que no te mira o que lleva gafas de sol nos molesta, porque no vemos sus ojos y no vemos lo que nos expresa).

Con los niños la comunicación funciona exactamente igual. Todos los niños agradecen que te pongas a su nivel a la hora de hablarle y que lo hagas, sobretodo, a la hora de escucharle. Ellos entienden que les estás haciendo caso, que les das pie a expresarse y, lo que es más importante, que lo que tienen que decirte te importa.

De igual modo, como casi siempre hablamos de pie, lo que ellos perciben en el momento en que nos agachamos, les miramos a los ojos y les hablamos es que lo que les vamos a decir no es trivial, sino que queremos que lo escuche, ya sea porque es algo importante que deben saber, ya sea porque queremos expresarles un sentimiento (que le queremos mucho, por ejemplo, o que estamos enfadados por algo, quizás).

Agáchate para jugar con ellos

Muchos padres no pasan demasiado tiempo con sus hijos porque realmente no saben a qué jugar con ellos. Buscan otras tareas que les mantenga ocupados o atienden a sus hijos sólo cuando ellos les llaman (y a veces ni eso), sin encontrar ese punto de conexión en que padres e hijos disfrutan del tiempo juntos.

Ante estos casos la recomendación es simple: agáchate para jugar con ellos. Siéntate a su lado, conviértete en espectador y juega cuando tu hijo te haga participar. Los niños no necesitan un monitor de juego ni un guía que les enseñe a jugar, porque ellos ya saben jugar. De hecho tienen una creatividad muchas veces superior a la nuestra y cuando nosotros elegimos juegos les limitamos en cierto modo. Lo que ellos necesitan es que estés ahí y no precisamente cuando te llamen, sino también (y sobretodo) cuando estén jugando tranquilos en su habitación. Así les demuestras que quieres pasar tiempo con ellos, que te gusta compartir juegos, escucharles, hablar y en definitiva que ellos son personas importantes en nuestras vidas.

En definitiva, agáchate y vuélvete a agachar es una “técnica” (entrecomillo porque no es más que una manera de hacer las cosas) que nos acerca al mundo de los niños, a sus vidas y a su entorno, básicamente, porque nos ponemos a su altura visual y entramos de lleno dentro de su campo de juego.

Foto | Nezemnaya en Flickr
En Bebés y más | La forma de hablar a los hijos influye en su habilidad social, Cómo y cuánto hablar con nuestros hijos

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Comentarios cerrados
    • interesante

      Y otra consecuencia del "agáchate y vuélvete a agachar" es la pérdida total de glamour, ya nunca te pones tacones, porque bajar desde las alturas es una misión suicida, cuanto más blandos y adaptables los pantalones, mejor, no se vayan a romper y te quedes ahí, en el suelo, tirada con un camioncito en la mano y un enorme siete por el que asomen tus pelos de las piernas, desafiantes y largos como una noche de San Juan. Así que lo primero que yo hago cuando llego a casa del curro, vestida con ropa cómoda, es ponerme aún más cómoda, si cabe. Y cada vez que abro el armario pienso: "debería sacar la ropa que ya no me pongo (el 75%) y dejar sólo lo que me pongo. Pero nunca lo hago, así que esa ropa, en mi caso vestidos sin espalda ¡sin espalda!, camisetas escotadas o sin tirantes, pantalones estrechos como un callejón de Liliput, en fin, toda la que me ponía para salir de noche en "La Otra Vida", está ahí, envejeciendo junto a mi. Quizá se monten fiestas nocturnas en el interior de mi armario sin que yo lo sepa.

      Esto es un chascarrillo, como se dice en mi pueblo, porque como imagino os pasa a todos, si pongo en la balanza (digital) toda esa ropa, no pesa nada en comparación con las toneladas de amor que fluyen entre mi hijo y yo.

      Y otra cosa que también me doy cuenta, volviendo al bonito tema del post es que en el metro también me agacho y voy agazapada entre la gente, jugando con el niño, cogiéndole la manita, porque me produce una sensación muy agobiante que vaya ahí, solito, rodeado de cuerpos extraños. Cuando voy yo sola en el vagón y veo a niños en las sillitas y las madres mirando al limbo me entristezco, no sé por qué. Aparte de que mi hijo es de armas tomar y como no lo entretengas, se pone a repartir cachetes al vuelo, a los pasajeros. :-)

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    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia

      Faldas, tacones y collares, son básicamente las prendas y complementos desterrados a armarios y cajones desde hace unos años. Collares largos, no gracias, he estado a punto de asfixiarme con el manillar de un triciclo. ¿Tacones? ¿Para qué? ¿Para hacerme un esguince mientras hacemos una carrera a ver quién llega antes a tocar el timbre de casa?. Y faldas, pues tampoco porque en invierno me arrunaría comprando medias y en verano podría tener algún accidente espatarrante que dejara a la vista interioridades de mi anatomía que... pues como que no. A todas estas circunstancias hay que sumar que una es bastante torpe en sus andares y atolondrada en su día a día...

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR
      interesante

      Jejeje Anna, lo suscribo todito, bueno faldas me pongo con medias de 8000 deniers y zaptillas de deporte. Tacones es que los miro y pienso: "Venga mañana, para ir a currar, si eso". Y así desde hace 19 meses y 14 días. Luego a mis compañeras, tan femeninas y pienso: "Bah, yo soy más inteligente". ;-)

    • Yo, los pantalones bien, gracias, pero las articulaciones no tanto... ja, ja,ja... Por eso, les tengo que pedir ayuda a mis hijas para levantarme cuando estoy arrodillada o de cuclillas con ellas... y no veas la risa... las dos estirándome de las manos y yo que me vuelvo a caer y todas al suelo!!!

      Me ha encantado el post!!

    • Yo no me imagino cómo sería la relación con mi hijo si no estuviera infinidad de veces a su altura. Cuando vamos a jugar a su cuarto, lógicamente me siento en el suelo y juego con él, otras veces me tumbo, y eso a él le encanta, empieza a escalarme, a tocarme la tripa, el ombligo, los ojos, la nariz: TODO. Me hago la dormida y a él le encanta que me despierte de golpe y le agarre y le haga cosquillas.

      ¿Cómo no vas a agacharte para comunicarte con tu hijo? Ahora bien, como dice Anna, las articulaciones sufren los daños colaterales. Ahí se nota lo de ser madre treintañera (en mi caso). Viejuna que estoy ya.

    • Es verdad! Yo también me "arrepiento", a veces, de no haber tenido antes a mis niños. Sobre todo por eso, porque se notan los años cuando tienes que correr, tirarte por el suelo... aunque me encanta. Merece la pena el dolor de espalda, de rodillas. Ah, y la semana pasada también reventé unos vaqueros (mis favoritos, claro) agachándome para jugar con mis enanos. Yo se los llevé a mi suegra, que hace maravillas y ya los llevo puestos otra vez...

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    • Avatar de lipsus Respondiendo a lipsus

      Mi suegra también hace maravillas, afortunadamente. ¡Qué haríamos sin ellas!

    • Pero que verdad tienes!!! Prefiero que se me desgasten los pantalones a perderme la infancia de mis peques. La verdad que Supernanny a veces dice cosas buenas y otras mas discutibles, ahi esta el truco, hacer nuestros sus consejos con nuestras formas de ver las cosas.

    • No me hables, que está la nena aprendiendo a gatear... ¡y llevo todo el fin de semana gateando yo! Porque lo que es ella, no se arranca... ¡Qué dolor! Ahora entiendo eso de "tener los hijos de joven". Jjajajaaaa Eso sí, con el dolorcillo de rodillas que tengo me llevo acordando toda la mañana de lo bien que lo hemos pasado :)

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