Estas semanas estamos de cambios grandes en casa. Yo he vuelto a mi trabajo a jornada completa, no sin remordimientos. Unos remordimientos debidos a que veo que no estoy haciendo lo mismo con mi hija pequeña que con la mayor.
Ya sé que nunca se puede hacer igual con los hijos (o eso había escuchado), pero del mismo modo que mantuvimos igual los temas de no ir a la guardería o pedirme excedencias hasta que empezaran el colegio, sí hubiera podido hacerlo más parecido en el tema del comedor…
Este año empieza la pequeña el colegio, y ambas se quedan en el comedor, ya que debido a nuestros horarios nos es imposible recogerlas para comer en casa, como hasta ahora había sucedido.
Hasta el cuso pasado, con Emma en casa, todos los días recogíamos a Mar del colegio para venir a comer y después volver. No era sencillo siempre, pero queríamos que así fuera porque nos parecía que se come mejor en casa y, sobre todo, no se pasan tantas horas seguidas en el colegio.
Pero Emma, recién cumplidos los tres años, sin haber ido nunca a guardería, se queda en el comedor con su hermana. Y cada día me pregunto si no hubiera sido mejor seguir a media jornada para que ella (y su hermana) comieran en casa y no pasaran tantas horas en el comedor.
Por fortuna la niña va contenta al colegio (aunque los primeros días quería entrar a la clase de la hermana) y come muy bien, pero de vez en cuando me parte el corazón diciéndome “Mamá, te echo de menos en el comedor”…
Yo, claro, disimulo la lagrimilla y le digo que yo también la echo mucho de menos, pero que me es imposible comer con ella porque el trabajo me lo impide. La profesora me ha comentado que a veces llora cuando toca ir al comedor y que “dentro de lo que cabe” es normal.
Un cambio muy grande para los niños
Yo solo puedo pensar en que de verdad la niña me echa de menos, como es evidente que echa de menos a su hermana, a la que ve en el comedor pero con la que no se puede sentar porque se organizan por clases.
Al fin y al cabo sin previo aviso ha pasado de comer siempre en familia a comer en un lugar extraño y con personas extrañas (que pronto dejarán de serlo, eso sí). Cambios muy grandes.
Cuando nos llegan las notas diciendo que ha comido y se ha comportado muy bien, nos alegra. Pero también nos han puesto varias veces que Emma se duerme en el comedor, durante la comida. Sin duda los niños pasan demasiadas horas en el colegio, y por más que adelantemos la hora de acostarse, parece que lo de madrugar no le va nada bien…
Me hubiera gustado hacerlo igual que con la mayor en el tema del comedor, pero las circunstancias no han sido las mismas. Hubiera podido, me hubiera gustado, hubiera sido mejor… ¡a veces creo que hay demasiadas cosas que me gustaría cambiar!
Esa frase que mi hija me esta diciendo últimamente a menudo, que me echa de menos en el comedor, me sirve para reflexionar sobre todo ello y para plantearme otras maneras de hacerlo, aunque la decisión ya está tomada. Y sobre todo me sirve para darme cuenta de que yo también las echo de menos a ellas.
Tal vez la única manera de hacer lo mismo con las dos niñas hubiera sido que yo volviera a estar embarazada con las correspondientes bajas, excedencias y permisos. O que hubiera sido mi marido el que lo hiciera en esta ocasión. Y entonces, tal vez, mi hija pequeña me diría, como hacía la mayor, “¡Yo quiero quedarme en el comedor!”.
Fotos | arvindgrover y 55Laney69 en Flickr
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