Sabemos que la maternidad supone una auténtica revolución para nuestra vida, y también para nuestra identidad. Cambio de prioridades, menos tiempo para una misma, observar en el espejo un cuerpo nuevo, el agotamiento que conlleva la crianza, todo el tema hormonal... Son factores que pueden impactar en nuestra autoestima.
Aunque no siempre ocurre, y de hecho, hay mujeres que sienten que su autoestima mejora porque la maternidad les empodera, en muchas otras ocasiones sucede lo contrario, que la autoestima queda tocada, y es normal. Reflexionamos sobre las causas de este hecho y cómo seguir cuidando de nosotras mismas tras la maternidad.
La maternidad: una auténtica revolución para nuestra autoestima
La autoestima tiene que ver con la forma de querernos y tratarnos a nosotras mismas, y engloba todas aquellas actitudes y conductas que llevamos a cabo y que están destinadas a querernos, validarnos y cuidarnos.
Con la maternidad, nuestra vida cambia y nuestro orden de prioridades cambian por completo, y podemos sentir cómo nuestra autoestima queda tocada. Nuestra prioridad es nuestro bebé y esto puede hacer que muchas veces, sintamos que nos falta tiempo, o que no tenemos tiempo para dedicárnoslo a nosotras mismas.
Por qué la autoestima puede quedar tocada con la maternidad
Hay diferentes factores que pueden impactar en la autoestima tras la maternidad. Por un lado, la falta de tiempo para una misma, ya comentado, y la reorganización de prioridades (ahora lo que importa es el bebé). Esto puede hacer que nuestro autocuidado pase a un segundo plano, y es normal.
Por otro lado, con la maternidad nuestro cuerpo cambia, y tal vez nos cuente reconocernos en él, lo que también puede repercutir en nuestra autoestima. Finalmente, otro factor que puede impactar, a raíz del perfeccionismo, la autoexigencia y las presiones sociales, sufrir el síndrome de la impostora, que implica no confiar en nuestras habilidades como madre, ni creer que lo estemos haciendo bien.
O el hecho de querer ser "la madre perfecta", sin permitirnos fallar; estos dos aspectos hacen que nos fijemos más en los errores que en los aciertos, algo que impacta, lógicamente, en nuestra autoestima, disminuyéndola.
El impacto de la maternidad en la identidad
Hemos mencionado también el impacto de la maternidad en la identidad. Nuestra identidad cambia con la maternidad, o más bien, podemos sentir, sobre todo al principio, que directamente la perdemos.
Esto tiene un gran impacto en la autoestima de aquellas mujeres que se sienten desconectadas de las mujeres que eran, intentando conocer a la mujer que son ahora, con todos los cambios físicos y psicológicos que conlleva el hecho de convertirse en "madre de".
Es como si la maternidad arrasara con nuestra "vida de antes" (y con quién éramos antes), dejándola a un lugar muy lejano al que parece que ya no podamos acceder.
Y una, de forma lógica, puede preguntarse "¿quién era antes de ser esta nueva persona?", sin encontrar una respuesta clara, como si esa etapa quedara ya muy lejos. En este punto, deberemos empezar a reconectar con ese yo y reconstruir quienes somos, poco a poco, integrando en esta nueva identidad, la maternidad.
Seguir cuidando nuestra autoestima tras la maternidad
Está claro que nuestra vida (e identidad) han cambiado y que ahora nuestra prioridad es nuestro bebé, y que pueden influirnos todos los factores mencionados, y es normal.
Pero también hemos de pensar que, para poder darle lo mejor a nuestro bebé, hemos de podernos dar también a nosotras mismas, lo mejor. Somos importantes y por ello, debemos poder seguir cuidándonos por dentro y por fuera.
Y es que, cuidar nuestra autoestima no significa, únicamente, cuidar nuestra imagen. Implica también cuidarnos a nivel emocional y físico. Pero, ¿cómo lo hacemos?
1. Busca pequeños momentos para ti
Aunque no sea igual de fácil que antes de ser madres, es importante poder buscar pequeños momentos con una misma. No importa si son momentos más cortos, pueden ser diez minutos al día tomando el sol en el balcón, o diez minutos para salir a caminar, escuchar una canción que nos guste o simplemente, hacer algunas respiraciones más pausadas.
Seguramente, a medida que los niños se hacen mayores, tendremos más facilidad para encontrar estos momentos para nosotras. Recuerda que, el poder estar en contacto con nosotras mismas, es una forma de decirnos que seguimos siendo importantes y que merecemos amor y cuidados.
2. Sigue alimentando tu rol más allá de la maternidad
Aunque ahora seamos madres, y nuestra identidad podríamos decir que ha cambiado para siempre, esto no quita que sigamos siendo muchas otras cosas. Seguimos siendo nosotras mismas, y también amigas, parejas, hijas, hermanas...
Y alimentar estos roles, así como los otros ámbitos de nuestra vida (nuestros hobbies, trabajo, estudios, vida personal, etc.), no es algo que deba hacernos sentir mal, sino todo lo contrario. Ojo, porque el tiempo invertido en cada rol y en cada área, no tiene por qué ser el mismo.
Está claro que la maternidad, y más si es reciente, ocupará un tiempo y un lugar privilegiados. Pero, ¿por qué olvidarnos de las otras áreas? Podemos seguir alimentando nuestros hobbies y nuestras pasiones, dedicarle tiempo a las amigas, a la pareja, etc.
3. Relaciónate con mujeres en la misma situación
Hacer tribu también es muy importante aquí. El hecho de relacionarnos con mujeres que estén en una situación igual o similar, nos puede ayudar a ver nuestros problemas o inseguridades como algo natural, que también viven las otras mujeres. Y también puede ser un punto de apoyo que nos haga ver que no lo estamos haciendo mal.
Todo esto puede ayudar a nuestra autoestima, porque podemos relativizar nuestros miedos con otras personas que también los viven (entendiéndolos y aceptándolos, pero sin que nos paralicen), y también porque la tribu puede ser una fuente de enriquecimiento psicológico (y para nuestra identidad) muy importante.
Además, el hecho de no sentirnos solas, el encontrar sostén en esta etapa compleja, puede ser un bálsamo para el alma. Podemos hacer tribu a través de grupos de apoyo, ya sean online o presenciales, o a través de grupos de postparto, actividades para madres o madre primerizas, con mujeres que conozcamos en el parque, en la escuela infantil o el colegio, etc.
4. Pon en práctica la gratitud
Agradecernos a nosotras mismas el camino recorrido hasta el momento, es también un factor clave para nuestra autoestima. Poner en práctica la gratitud puede hacerse de diferentes formas.
Una de ellas es a través de un diario, donde cada noche, podemos empezar a escribir todas aquellas cosas que agradecemos del día (o de nosotras mismas), a partir de la siguiente frase: "hoy me agradezco a mi misma...", o "hoy agradezco a la vida...".
Ser compasivas con nosotras mismas, y darnos ese refuerzo positivo a través de las palabras, es otra forma de cuidar nuestra autoestima, reconociendo nuestros logros y también, dándonos cuenta de que no debemos ser perfectas para estar bien, o para ser buenas madres.
5. Háblate con cariño: lo estás haciendo bien
Otra forma de hacer resurgir nuestra autoestima es a través del diálogo interno; eso es, la forma que tenemos de hablarnos a nosotras mismas. Se trata de cuidar este diálogo y hacerlo más positivo y favorable, alejándonos de los reproches que muchas veces nos hacemos, desde la voz de la exigencia.
En lugar de ello, optemos por hablarnos desde el cariño, el amor y el respeto que merecemos, a través de palabras de ánimo y mimo. Puedes probar también a escribir esas palabras en algún lugar visible, para releerlas siempre que lo necesites, y usarlas "a modo de mantra".
Recuérdate a ti misma lo valiosa que eres y lo bien que lo estás haciendo, aunque no seas perfecta o cometas errores. Y recuérdate que eres la mejor mamá que tu hijo podría tener, pero también tu mejor compañera de vida.
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