Como padres es normal desear que nuestros hijos tengan plena confianza en nosotros y nos busquen siempre que algo les preocupe o les haga dudar. Pero esa confianza no se obtiene de la noche a la mañana, y es necesario trabajar desde el principio para conseguirla.
Entre las muchas cosas que los padres podemos hacer para fomentar la confianza de nuestros hijos hacia nosotros es hablarles siempre con sinceridad; es decir, no prometer cosas que sabemos que no vamos a cumplir y por supuesto, no mentirles nunca, aunque lo hagamos con la intención de protegerlos o creamos que se trate de una "mentirijilla piadosa".
Te explicamos por qué jamás deberías mentir a tus hijos y qué es lo que siente el niño cuando descubre que sus padres le están mintiendo.
Si quieres que tu hijo confíe en ti, empieza por no mentirle
Todos los niños, en uno u otro momento, dicen mentiras, pues la mentira es un signo de progreso cognitivo. Los niños mienten porque necesitan entender lo que está en la mente de la otra persona, es decir, saber lo que el otro sabe y lo que no sabe (la llamada 'teoría de la mente').
Pero además de entrar en juego factores éticos, mentir no es algo deseable a nivel social, y aunque está bien entender que es una parte normal de su desarrollo, también es importante que los padres les inculquemos la importancia de ser honestos consigo mismos y con los demás, pues la sinceridad es clave para establecer una relación de confianza entre las personas.
En este sentido, una de las claves para educar a los niños en la sinceridad y la honestidad es ser honestos y sinceros con ellos y con los demás, pues nosotros somos el espejo en el que se miran y aprenden.
Por ejemplo, si nuestros hijos observan que mentimos a la vecina, que evitamos decir la verdad para ocultar un error que hemos cometido, o incluso descubren que les estamos mintiendo a ellos, ¿qué clase de ejemplo estaremos dando? ¿Es así cómo pretendemos educarles en valores? ¿Cómo vamos a pedirles que confíen en nosotros cuando nos ven mentir constantemente?
La mentira es una forma de manipulación
Por si el ejemplo y la educación en valores no fueran suficientes, también es necesario entender que en muchos casos la mentira es una forma de manipular al otro para conseguir que haga, diga o piense algo que a nosotros nos beneficia. Es decir, es una forma egoísta de salirnos con la nuestra.
Pero cuando hablamos de mentir a los niños para que nos obedezcan, hay quien incluso lo ve como algo necesario e inocente. De hecho, el propio término "mentirijilla piadosa" parece restar importancia al hecho grave de mentir.
Algunos ejemplos de este tipo de "mentirijillas" manipulativas a los niños -y que además, están socialmente aceptadas-, son: "tómate toda la fruta porque si no no vas a crecer", "no mientas, o te crecerá la nariz como a Pinocho", "la mamá de tu amigo me ha dicho que también se van ya del parque", "los Reyes Magos te están observando, así que pórtate bien si quieres tener juguetes", "si comes dulce se te caerán los dientes"...
Con este tipo de mentiras lo que pretendemos es que los niños coman saludable, "sean buenos", no mientan, se vayan a dormir a su hora... en definitiva, hagan cosas que les benefician.
Pero reflexionemos: ¿es esta la mejor manera de educar a los niños? ¿Queremos que nuestros hijos aprendan a base de infundirles miedo, amenazarles de forma sutil o chantajearles? ¿Es sana esta relación con los hijos? Evidentemente, no.
Pero, ¿y si la mentira es para protegerlos de una situación delicada?
Ante situaciones difíciles como una separación, una enfermedad, la muerte de un familiar o incluso la muerte de la mascota, muchos padres optan por mentir a los niños con el fin de protegerlos y evitar que sufran.
En estos casos, mentirles con el fin de protegerlos no solo no evitará su sufrimiento, sino que podría acrecentarlo, pues aunque son buenos observadores son malos intérpretes, y en su cabeza podrían llegar a imaginar cosas más angustiantes para ellos que la propia realidad.
Además, la sobreprotección para evitar que se enfrenten a las dificultades de la vida no es una buena táctica. Los niños necesitan aprender resiliencia y ser educados en inteligencia emocional, pues solo así podrán enfrentarse y resolver los problemas que se la vida les vaya planteando.
Por ello, los expertos recomiendan hablar siempre con nuestros hijos y explicarles con delicadeza y tacto la realidad de las cosas, adaptando nuestro lenguaje a su nivel de entendimiento y evitando ciertos detalles según sea la situación.
¿Cómo se siente el niño que averigua que sus padres le mienten?
Seguro que cualquiera, en algún momento de su vida, ha sido víctimas de una mentira por parte de otra persona. ¿Recuerdas cómo te sentiste entonces?
Probablemente te enfrentaste a una mezcla de sentimientos que iban desde la más profunda decepción e incredulidad ("¿cómo ha podido hacerme esto?"), hasta la vergüenza por haber sido engañado y manipulado, la ira, la tristeza, la decepción, la desconfianza...
Cuando las mentiras a los hijos son reiteradas o las utilizamos de manera habitual en la crianza, la autoestima del niño podría acabar especialmente afectada, así como la confianza en ellos mismos, en nosotros y en el resto de personas que le rodean.
Por otro lado, un estudio reciente publicado en la revista Science descubrió que aquellos niños que son criados con mentiras presentan un desarrollo negativos en la edad adulta, así como desajustes en su desarrollo psicosocial.
¿Qué ocurre con las mentiras que se dicen para preservar la magia y la fantasía infantil?
Llegados a este punto seguro que muchos padres se están preguntando qué ocurre con las mentiras que decimos a los hijos con el fin de preservar durante más tiempo su inocencia y potenciar su pensamiento mágico.
En estos casos, nuestra compañera Laura Ruíz, psicóloga infantojuvenil y terapeuta, cree que alimentar la ilusión de los niños no solo es beneficioso para su desarrollo, sino que además es sano y les genera mucha felicidad.
"Personalmente, no creo que se trate de una mentira como tal, pues no estamos perjudicando al niño, sino contribuyendo a preservar la ilusión y la magia propia de la infancia"
"Eso sí, creo que es importante abordar el tema con nuestros hijos cuando llegue el momento, y clarificar lo que hay detrás de este tipo de tradiciones".
En cualquier caso, se trataría de una opción personal que cada familia debe tomar acorde a sus creencias.
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En Bebés y Más | No mentir ni ocultar a los niños las situaciones difíciles