Ser madre es una experiencia maravillosa, te cambia la vida y tener a tu hijo en brazos es lo más bonito que puede haber. Eso no se discute. Pero también es agotador. Significa estar 24 horas, los 7 días de la semana, sin descanso, pendiente del cuidado de un pequeño ser humano. Noches sin dormir y días extenuantes aunque tal vez no hayamos ni salido de casa. Ni hablar si además mamá trabaja fuera.
Súmale además hermanos mayores, la comida, la compra, la ropa, la limpieza de la casa.... En fin, ¡qué os voy a contar! Sin ayuda es prácticamente imposible abarcar tantos frentes, además del estrés emocional y la presión que nos imponemos a nosotras mismas. Te sientes agobiada, cansada y que no puedes con todo. ¿Te sientes identificada? ¿Sufres el síndrome de burnout o agotamiento extremo? Es lo que sienten las madres que no pueden más.
¿Qué es el síndrome de Burnout?
El síndrome de burnout o agotamiento extremo es más común de lo que creemos, y se da cuando la persona ha estado sometida a un periodo de estrés intenso y prolongado, tanto desde el punto de vista físico como emocional.
También puede sufrirlo el padre, pero en general son las madres las más afectadas, pues son ellas, en su mayoría, las que más tiempo pasan con el bebé y llevan el peso de las responsabilidades domésticas.
Originalmente, el síndrome de Burnout también llamado “síndrome de desgaste profesional”, surgió como una forma de estrés laboral en profesionales bajo situaciones de gran tensión (médicos de cuidados intensivos neonatales, agentes de policía de libertad condicional, etc.). Pero este término se extendió también a las madres, ya que representa lo que viven a diario muchas de ellas. Madres quemadas, cansadas y agobiadas.
Síntomas del síndrome de Burnout
Los síntomas pueden ser confundidos con los de cualquier enfermedad y no se les suele dar mayor importancia. Son manifestaciones del organismo sometido a una situación de estrés crónica como:
Síntomas psicosomáticos
- Dolores musculares
- Cefaleas recurrentes
- Trastornos gastrointestinales
- Insomnio
- Cansancio
Síntomas emocionales
- Aislamiento del entorno o problemas de relación
- Sensación de soledad
- Distanciamiento afectivo
- Sensación de frustración
- Ansiedad
- Desgano
- Ganas de llorar
Una presión que no deja respirar
Las presiones vienen por todo lados, a todos los niveles: social, laboral y familiar. A días extenuantes le siguen noches en las que dormir de un tirón es una utopía. A veces no da tiempo ni para darse una ducha y sueñas con que el bebé se duerma para descansar. Y al final, acabas usando ese rato para hacer otras cosas.
Y no sólo es la preocupación por el cuidado del bebé (que los cólicos, que si se pone malito, que el pecho a demanda, etc...), también se suma la presión laboral para quienes tienen un trabajo fuera de casa y la presión social de ser "una madre perfecta" y sentirte juzgada por tu entorno, lo que agrava aún más la sensación de frustración.
Algunos consejos si sufres burnout
- No te aisles: procura relacionarte con otras mamás que estén pasando por la misma situación.
- Organízate y prioriza: no eres una superwoman y no tienes por qué serlo. Da prioridad a las tareas urgentes y deja las que no lo son para otro momento.
- Pide ayuda: a tu pareja, a tu madre, a tu hermana. A veces los demás no se dan cuenta de tu sufrimiento. Negarlo también es un síntoma del burnout y hacer como que todo va bien. No lo dudes. Ábrete, pide ayuda.
- Reserva unas horas para ti: es parte de pedir ayuda, ya que necesitarás que alguien cuide del bebé para que puedas salir. Haz algo que te guste: salir a caminar sola, tomar un café con una amiga, ir al cine, lo que sea que te haga desconectar del bebé y distraerte de las rutinas cotidianas.