Mis consejos navideños: No soporto las multitudes

Mis consejos navideños: No soporto las multitudes
4 comentarios

Yo no soporto las multitudes. El bullicio me agobia y la gente desconocida me molesta que se tomen demasiadas confianzas. Y hay bebés que son también menos sociables de primeras y se ponen nerviosos si mucha gente monta alboroto o lo cogen. Para estos niños y sus padres las Navidades pueden ser una época de especial tensión y mi consejo navideño de hoy es para ellos. Y quede claro, me gustan los niños ariscos.

Es difícil, a veces, hacer entender a los amigos y familiares que vuestro hijo se angustia si hay mucho ruido, conversaciones en voz alta, jaleo y bullicio. También puede costar explicar que el niño no es ningún maleducado si es más tímido y no le gusta que lo besuqueen y cojan personas con las que no tiene confianza ni ha establecido un vínculo sólido por mucho que sean de la misma sangre.

Lo primero, es explicarlo. No todas las personas ni todos los niños somos iguales. Hay niños que se ponen a llorar si hay un ambiente de ruido o algarabía, y más todavía si la cena es a hora muy tardía o si alguien discute en voz alta de esos temas polémicos que pueden surgir en la mesa.

No pasa nada si a vuestro hijo no le gustan las multitudes. No es malo que un niño necesite irse a dormir a las ocho y va a pillar un berrinche si lo forzamos a estar en el centro de la fiesta. No pasa nada si a vuestro hijo le afecta el jaleo o le pone nervioso un exceso de gente.

Y desde luego el niño no tiene que estar tan contento si cualquiera lo toma en brazos y le hace carantoñas si el no quiere. Más todavía si en la reunión familiar se junta mucha más gente de la que el niño está acostumbrado a tratar o si vienen familiares a los que no ha visto nunca. No tiene que darle besos a nadie si no quiere. Y tiene derecho a ser tímido y tener su propio ritmo de socialización y temperamento.

Por supuesto, si el bebé llora cuando lo llevéis a ver a los Reyes Magos o la Cabalgata, a casita directos, que no hay que obligarlo a pasarlo mal. Si le encantan, genial, si le asustan, pues no pasa nada.

No voy a hablar ahora de los comentarios sobre la teta, el que el niño esté enmadrado, el que tenga que estar en el carro y no en brazos, el chupete o cualquier otra cosa con la que algunos papás se encuentran debatiendo sin querer en la cena navideña o, peor, soportando que alguien le haga comentarios desagradables al pequeño.

Mi consejo navideño para los papás de bebés que no soportan las multitudes es que recordéis en todo momento vuestra prioridad: vuestro hijo tiene derecho a ser entendido y respetado. Y si los que os rodean son algo duros de entendederas, poned antes las necesidades de vuestro hijo, su tranquilidad y su felicidad, que el quedar bien y las convenciones sociales.

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Comentarios cerrados
    • interesante

      Totalmente de acuerdo, hay que respetar el ritmo de socialización del niño. Por cierto, has pensado en borrar el mes de diciembre del calendario? Es que veo que te agobian bastante las navidades (lo digo con guasa, no con ironía ;) )

    • Estoy totalmente de acuerdo con todo el artículo de principio a fin.

    • Estos consejos navideños se están convirtiendo (desde mi punto de vista por supuesto) en quejas navideñas! Y al igual que comenté en un post anterior, no se con que tipo de personas te relacionas, digo en cuanto a amigos y familia, pero me cuesta creer que en una reunión familiar o similar la gente se empeñe en llevar un niño en brazos o de querer mimarlo y tocarlo toda la noche. La mayoría de gente no es así y mucho menos si el niño resulta ser tímido o reservado. Es decir, la fiesta o reunión no va girar en torno al niño y menos si tomamos en cuenta que posiblemente no será el único de la fiesta.

    • Comentas que no sabes con qué tipo de personas se relaciona Mireia, que te extraña lo que cuenta. Pues bien, a otras personas nos extraña que estas situaciones se te hagan desconocidas. En cualquier caso creo que no debemos pensar que el mundo es tal y como es el pedacito de realidad que nos ha tocado vivir. Me alegro mucho por ti, ya que es muy desagradable verse en algunas situaciones nocivas para nuestros hijos y que nadie te haga caso, por ejemplo, niño berreando deseando de tomar teta, que te mira desesperado, mientras la abuela mantiene que el niño no tiene hambre, que no te lo da, que ya lo calma ella. Tu hijo te mira y no entiende por qué no lo coges y le das teta, mientras llora desconsoladamente. Tras intentos infructuosos de convencer a la señora, intentas acercarte y hacer el gesto de cogerlo, para que resulte violento no dártelo. ¡Pero no es suficiente! La señora hace un gesto brusco y te da la espalda. El niño, que ya se había esperanzado al ver que acercabas, ya no llora, sino que se desarma en alaridos. Bueno, pues aún hay que esperar a que la señora se desespere tras un rato y acceda a dártelo diciendo que ella cree que no tiene hambre. Y de esas mil, ya temo que en estas semanas navideñas nadie va a entender que mi hijo necesita irse a dormir a las nueve máximo aunque no haya escuela, para lo que necesita estar en casa a las ocho. En cualquier caso, Mireia se refiere a las reuniones familiares y, en fin, si ciertas cosas pasan solo un dia, son soportables, el problema es cuando se repiten en cada fin de semana y vacaciones: en ese caso es la gota malaya.

      Edito para aclarar que respondo a Eli

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