Sentimiento de culpa en los niños: cómo se manifiesta, consecuencias y cómo abordarlo

Sentimiento de culpa en los niños: cómo se manifiesta, consecuencias y cómo abordarlo
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Todos hemos experimentado culpa en algún momento de la vida, pero, ¿sabías que esta sensación es aprendida? Nadie nace sabiendo qué es sentirse culpable; es algo que se va aprendiendo con el tiempo y con las interacciones sociales que se viven.

A medida que la concepción de la moral se va desarrollando, comenzamos a comprender lo que es sentirse culpable. En esto influye en gran medida la educación recibida y el estilo parental de crianza.

Para los niños, experimentar culpa puede llegar a ser muy agobiante, al no saber qué hacer con esa sensación desagradable que tanto malestar genera.

Pero, ¿qué más sabemos de la culpa? ¿Cuáles son sus consecuencias en la infancia y cómo podemos acompañar a nuestros hijos en su adecuada gestión?

“La culpa es uno de los sentimientos más negativos que puede tener el ser humano y, al mismo tiempo, una de las maneras más utilizadas para manipular a los otros”.
-Bernardo Stamateas-

¿Qué es la culpa?

La culpa es una emoción aprendida (no nacemos con ella), de carácter social y moral, que genera una sensación de inquietud y malestar emocional desagradables después de hacer algo que se sabe que es indebido.

“Una persona que se siente culpable, se convierte en su propio verdugo”.
-Séneca-

En el caso de los niños, el impacto de la culpa es muy fuerte debido a su naturaleza de carácter noble, y esta puede llegar a causar mucho daño emocional.

Culpa vs. responsabilidad

No es lo mismo sentir culpa que ser responsables, y que los niños sientan culpan no significa que sean culpables de nada; esto es algo que debemos tener muy en claro, además de poder explicarlo con claridad a los niños.

Es importante hacernos responsables de lo que hacemos y decimos pero no está bien sentir culpabilidad todo el tiempo por ello. La responsabilidad implica asumir las consecuencias de nuestras acciones.

Puede hacer que te sientas mal por tus acciones o conductas, pero justamente esa sensación es la que produce una autoevaluación de lo que pasó y la posterior búsqueda de mejoras.

La responsabilidad se enfoca en el presente y en el futuro. En cambio, la culpa es una actitud frente a lo que sentimos y pensamos acerca de cómo actuamos en una determinada situación, que generalmente conlleva sensaciones desagradables.

“El sentimiento de culpa nos impide ver las cosas con claridad”.
-Doris May Lessing-
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Esto nos lleva a devaluarnos como personas y calificarnos de manera negativa a nosotros mismos. La culpa ancla los pensamientos hacia el pasado, hacia lo que se hizo o se dejó de hacer y lo que pudo ser diferente, generando gran malestar emocional.

Diferentes tipos de culpa

Además, ten en cuenta que existen diferentes tipos de culpa; una culpa "positiva", que es sana y adaptativa y que aparece cuando las acciones realizadas han generado daño a terceros.

Otra es la culpa desadaptativa, que se presenta cuando realmente no ha habido daños, solo la sensación de haberlos causado.

Educar en la responsabilidad y no en la culpa

Por eso es muy importante que los niños sepan que si han cometido errores, deben hacerse responsables de ello, pero que no deben sentir culpa siempre, pues esta resulta ser muy dañina para la autopercepción.

En este sentido, es necesario ayudarlos a tomar acciones para mejorar y aprender de lo vivido.

“El arrepentimiento, que es la culpa sin la neurosis, nos permite seguir hacia delante en vez de retroceder”.
-Jane Adams-

Consecuencias de la culpa en los niños

La culpa genera consecuencias negativas en todas las personas. Sin embargo, en el caso de los niños este impacto puede ser mucho mayor. Puede suceder que el niño o la niña:

  • Sienta mucho malestar emocional por lo sucedido.
  • Se retraiga y le cueste interactuar con otras personas o experimentar vivencias agradables.
  • Se sienta inferior a los demás. El sentimiento de culpa constante puede afectar negativamente a la autoestima.
  • Se sienta incapaz de hacer las cosas bien.
  • Piense sobre lo sucedido de manera repetitiva.
  • Sea más vulnerable y fácilmente manipulable mediante el uso de la culpa por parte de terceros.

Además de esto, en algunos casos la culpa puede llegar incluso a causar síntomas físicos debido a la somatización de las emociones negativas que el niño no sabe o no puede expresar.

Justo allí radica la importancia de crear un espacio abierto para que los niños se sientan con la confianza de poder hablar sobre sus emociones y pensamientos.

Si te sientes sobrepasado por la situación y no sabes cómo hacerlo, puedes solicitar la ayuda profesional de un psicólogo.

Cómo abordar el tema de la culpa con los niños

En el momento de hablar con los niños sobre la culpa, es importante hacerlo desde el amor, y hacerles sentirse seguros de poder hablar contigo. Hablar con palabras sencillas y fáciles de comprender es fundamental para que te entiendan.

Pero más importante que hablar es escuchar. Invítale a hablar acerca de lo que siente, no des por sentado nada. Ofrécele un espacio seguro en el que pueda expresar sus emociones sin temor a ser juzgado o reprendido.

“Cada día de nuestra vida hacemos depósitos en los bancos de memoria de nuestros hijos”.
-Charles R. Swindoll-

Permítele expresarse y luego conversad sobre las consecuencias de sus acciones.

Es importante tratar este tema sin amenazas de ningún tipo y con mucha naturalidad. Los niños son muy inteligentes y comprenden bien lo que se les dice con claridad y amor. No les subestimes.

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Aspectos a tener en cuenta

Ten en cuenta que tus conductas le sirven de ejemplo a tu hijo. Sé consecuente con lo que haces y dices y asume tus responsabilidades. Esto le ayudará a tomar conciencia sobre su propia responsabilidad.

Fomentar la responsabilidad es importante, pero también lo es el hecho de  ayudarles a perdonarse a sí mismos por lo sucedido; y sobre todo, recuérdales que siempre les vas a querer y que lo sucedido no cambiará eso.

“Se perdona mientras se ama”.
-François de La Rochefoucauld-

Si te cuesta abordar este tema con tus niños, puedes pedir ayuda profesional; la figura del psicólogo puede ayudarte a comprender tus emociones y las de tus niños, así como a hablar de ellas de manera asertiva.

“Al amar a nuestros hijos por algo más que sus habilidades, se les demuestra que para nosotros son mucho más que la suma de sus logros”.
-Eileen Kennedy Moore-

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