El efecto Mozart, música para bebés (II)

El efecto Mozart, música para bebés (II)
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En la introducción al efecto Mozart, sus orígenes y popularización, vimos que hubo un estudio determinante que impulsó el “movimiento” y que, sin embargo, no se demostró en investigaciones posteriores.

Lo cual no fue impedimento para que el supuesto incremento de inteligencia que producía escuchar determinada música de Mozart siguiera en boga y muchos padres creyeran que sus hijos serían más listos gracias al compositor austriaco.

Don Campbell y Baby Mozart

El músico y empresario estadounidense Don Campbell también promulgó los beneficios de la música de Mozart, ya desde el útero materno. Es uno de los autores más beneficiados por esta teoría. Ha publicado libros y discos del compositor austríaco sobre la presunta existencia del “efecto Mozart”.

Tras el éxito de su libro “The Mozart effect “ publicado en 1997 y traducido a 14 idiomas, uno de los discos publicados por él ocupó el primer puesto en la lista de discos más vendidos de la librería de Internet Amazon.com, y otros dos figuraron entre los diez principales de las listas de ventas.

Don Campbell llega a admitir en una reciente entrevista en la revista TIME:

Creo que no podemos probar o desechar nada (...) para ser bien honestos, todavía no hemos comprendido bien por qué la música tiene semejante influencia sobre el cerebro.

Pero sus ideas son demasiado buenas para unos padres que desean lo mejor para sus bebés, que sean los más guapos, los más fuertes, los más inteligentes, incluso antes de nacer.

Don Campbell propone que el niño, desde la etapa fetal, sea estimulado musicalmente por su madre. No hizo sino coger el testigo de las propuestas e investigaciones de Alfred Tomatis, precursor del “efecto”, al que cita profusamente en sus obras.

Es cierto que hacia el quinto mes de gestación el bebé ya empieza a reaccionar a los estímulos sonoros. De este modo, mejorará su crecimiento, su desarrollo intelectual, físico y emocional y su creatividad. Además con esto se refuerzan los lazos afectivos entre la madre y el bebé.

Este efecto beneficioso de la música (que no es exclusivo de Mozart sino también de otros compositores clásicos), también sigue dando buenos resultados durante los primeros cinco años de vida.

Últimos estudios sobre el efecto Mozart

efecto mozart

El Ministerio alemán de investigación mediante un análisis de la literatura científica relacionada con música e inteligencia, concluye que

Escuchar pasivamente la música de Mozart (o cualquier otro tipo de música del agrado de uno) no hace a una persona más inteligente. Pero otros estudios deberían ser realizados para comprobar cual lección de música podría incrementar a largo plazo el coeficiente intelectual de un niño.

El equipo de Kenneth Steele en 1999 reprodujo el experimento central de Rauscher y Shaw y pese a seguir las directivas al pie de la letra no lograron el supuesto incremento que informan los “descubridores” del efecto.

Otro investigador, Chistopher Chabris, realizó un metaanálisis reproducido por “Nature” en 1999 con similares resultados negativos. Chabris ese año emprendió una investigación de los resultados de 16 estudios sobre el efecto Mozart. Concluyó que la acción de la música sobre el estado de ánimo daría una explicación neurofisiológica al aumento de la destreza en tareas espacio-temporales, sin que se produjera en ningún momento un estímulo de las funciones superiores.

En esa fecha Chabris demostró que los beneficios de escuchar a Mozart se conseguían por igual escuchando un pasaje de una novela de Stephen King, siempre que la persona disfrutara escuchándolos.

La doctora Rauscher, que promulgara el estudio de 1993 de los diez minutos (como vimos, en ciertos tests de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart), siguió insistiendo en el efecto.

Tras sus estudios con ratas y con humanos a los que exponía a la música del compositor austríaco frente a la del alemán Félix Mendelssohn el efecto positivo en el razonamiento espacio-temporal se confirmaba. Incluso, no parecía que el hecho de que Mendelssonhn gustara más potenciaba los beneficios que sí se veía con Mozart.

Para Rauscher, el efecto Mozart seguía existiendo, aunque limitado a ese tipo de razonamiento y sin ningún efecto sobre la inteligencia o la memoria.

Efecto Mozart versus musicoterapia

Independientemente de la validez que se dé al estudio de los diez minutos sobre el efecto Mozart, la musicoterapia, de la que hemos hablado en diversas ocasiones en relación al embarazo, parte o salud infantil, sí parece tener un efecto beneficioso.

La música sinfónica e instrumental se utiliza en salas de hospitales, ante intervenciones quirúrgicas, en bibliotecas y en otros ambientes, buscando según los casos, la relajación, la concentración, la memorización, la creatividad, el análisis…

Se ha comprobado que la música activa la corteza auditiva y zonas asociadas con la emoción, así como las áreas del cerebro vinculadas con la coordinación motora fina, la visión y procesos superiores del pensamiento.

Conclusiones sobre el efecto Mozart

Como hemos visto, pese a los intentos fallidos de demostrar el incremento de capacidad cognitiva, faltó tiempo para que este efecto Mozart se popularizara y surgieran avezados empresarios para aprovecharse del filón, libros, o los CDs de música para bebés, Baby Mozart.

En Estados Unidos hasta se destinaron presupuestos públicos para que cada recién nacido tuviera su CD de música clásica (concretamente, en Georgia). Los mismos autores de los estudios que aseguraban en 1993 que la inteligencia de los que escuchaban a Mozart aumentaba, pensaron que sería mejor destinar ese dinero a programas de educación musical.

Yo no dudo de los beneficios de escuchar música clásica (de Mozart o de cualquier otro compositor que nos agrade), aunque me cuesta creer que nos haga más inteligentes. Otra cosa es que consiga “aclararnos la mente” gracias al efecto relajante que puede producir.

Respecto a los bebés, la estimulación temprana mediante música clásica no va a crear potenciales inexistentes, o forzar el ritmo de aprendizaje, pero sí podría ayudar a reconocer e impulsar el potencial que haya en cada niño o niña. Estimular a los bebés, ya sea auditivamente o de modo visual, táctil… puede potenciar sus capacidades motrices, su coordinación, el lenguaje y la socialización.

Tampoco estoy diciendo nada nuevo. Ya nos hicimos eco aquí de algún estudio que señalaba que escuchar Mozart (o Baby Einstein) no hace a los bebés más inteligentes, y también de otro que afirmaba que para determinados rendimientos cognitivos escuchar palabras es mejor que escuchar música.

Pero, como digo, lo que sí pienso es que podemos aprovechar que los bebés tienen oído para la música clásica, y aprovecharla, junto a otros muchos estímulos, para su crecimiento físico, intelectual y emocional.

Sabemos que dejar su desarrollo en manos de un CD, unos dibujos animados o de un método concreto no tiene sentido, por mucho que nos hayan hablado del efecto Mozart para hacer bebés más inteligentes.

Más información | Kindsein, Skepdic, Ciencia digital, Nature
Foto | lrargerich en Flickr
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