Como mucha gente hoy, hemos tenido la ceremonia de coronación de Felipe VI puesta de ruido de fondo durante la mañana. Mientras realizábamos las diferentes tareas íbamos viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos.
Hará a quien le haya gustado más o menos, quien ni siquiera se haya parado a verla o a quien, como a mi, le haya parecido un tanto insustancial. Pero de todo lo que he visto hay una cosa que me ha parecido remarcable y que quizás por la magnitud del evento ha pasado desapercibida la mayor parte del tiempo y no es que el comportamiento de la princesa y la infanta en la ceremonia de coronación de Felipe VI ha sido ejemplar y para mi de lo más chocante.
Estoy seguro que más de uno y de dos están deseando que los recién estrenados Reyes de España les den el truco para conseguir que dos niñas de pocos años (8 y 6 respectivamente) mantengan el protocolo para estos actos mejor que algunos de los adultos ahí presentes. Les aseguro que ni yo mismo me hubiera comportado así ante semejante tostón ceremonial.
Echando la vista atrás y según los expertos en esto del protocolo y celebraciones de alta cuna, las dos hermanas han tenido siempre un comportamiento ejemplar, en ocasiones, bastante alejado del que ha presentado algunos de sus primos con su edad. A mi memoria llega inevitablemente la famosa patada vista por millones de personas en la boda de los príncipes.
Muchos dirán que son niñas, que en general el comportamiento de ellas es más tranquilo que el de los chicos y es cierto que da esa sensación de que las niñas hagan menos "el cabra", como se dice en mi pueblo, que sus congéneres de cromosoma Y. Pero aún así, ha otros muchos factores que influyen en el comportamiento de un niño en determinadas situaciones.
La pregunta que nos podemos hacer es, si ese comportamiento "ejemplar" que les pedimos es normal en un niño. Es decir, ¿podemos considerar como algo normal que un niño permanezca quieto y en silencio en una ceremonia hecha por y para adultos? ¿No sería más "normal" que el niño a la media hora estuviera ya trepando por los tapices o correteando por debajo de las mesas?
¿Qué es lo normal, el niño tranquilo o el niño que no para quieto?
Reconozco que mis hijos suelen portarse razonablemente bien cuando salimos fuera. Pero todo tiene un límite y llega el momento en que las sillas queman, las conversaciones de mayores no interesan lo más mínimo (si es que lo fueron en algún momento) y sin nada que les entretenga saldrán disparados a encontrar algo con lo que mantener ocupadas sus cabecitas.
Hay que tener en cuenta que no es lo mismo un bebé o un niño de dos años que uno de ocho o más. Si tenemos suerte, es posible que con un niño menor de dos años o tres nos deje disfrutar de una tranquila sobremesa si le buscamos un sitio tranquilo donde dormir una siesta y para aquellos más mayores siempre podemos dejarles un poco más de libertad y que se entretengan solos, pero hay un rango de edad, entre los tres y los cinco en que la cosa se complica y que hace que nos lo pensemos varias veces antes de querer llevárnoslos a alguna celebración. Con tres años ya muchos han dejado ya de dormir siesta, están en la edad de querer investigar solos y demostrar quien es más bruto o a quien se le da mejor esto o lo otro, pero no pueden estar sin supervisión, salvo que no tengamos intención de volver por ese sitio.
No creo que haya un comportamiento "normal", que esté por encima del resto. Hay comportamientos más deseables que otros, pero todos son más o menos normales. Tanto el niño que se queda en la mesa tranquilo y que se entretiene con cualquier cosa como el niño que no para quieto.
No debemos olvidar que este tipo de reuniones no están hechas para ellos, que podemos conseguir que mantengan la compostura un tiempo, pero que al final la naturaleza de cada uno se va a imponer a los comportamientos sociales aprendidos. Hay que ir preparado para estas situaciones y llegado el momento sacar los ases que hayamos traído de casa.
Confundimos mala educación con comportamiento infantil y viceversa
Ultimamente estamos viendo como se están poniendo de moda los espacios "libres de niños", sitios que consideran el acceso de niños a sus instalaciones como si de perros se tratase. Son locales que simplemente responden a una necesidad de ciertos sectores de la sociedad que consideran terriblemente desagradable tomarse su gin-tonic en presencia de menores, supongo que será por algún proceso químico entre las hormonas infantiles y la tónica.
Todo esto se produce porque se considera que los niños son molestos y mal educados. Y es que muchas veces confundimos el estado de curiosidad y la energía de un niño con la mala educación, quizás porque hay gente que cree que un niño no es más que un adulto en miniatura al que hay que ir limando las asperezas sociales. Por mi parte creo que alguno debería pasar un test de humanidad antes de dejarle salir a la calle, pero que le vamos a hacer parece que este mundo es libre para algunos.
Por otro lado tenemos a ciertos padres que confunden un niño mal educado con un niño activo. Seguro que habremos visto en ocasiones a niños corriendo entre las mesas de un restaurante o incluso lanzando objetos a las mesas de al lado mientras los padres permanecen ajenos a la jugada.
El término medio es siempre una buena opción
Tenemos que tener en cuenta que estamos con niños, que no son adultos, pero que vivimos dentro de una sociedad que tiene ciertas normas básicas de convivencia que todos debemos cumplir. Teniendo todo esto en cuenta es probable que podamos disfrutar de un maravilloso evento en compañía e nuestros pequeños sin terminar de los nervios.
¿Qué llevan vuestros hijos las celebraciones sociales?
Foto | Archivo Fotográfico Casa Real, ThinkStock
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