Se acerca el final del primer trimestre académico, y en unos días los niños recibirán su boletín de notas. Año tras año observo cómo el último día de colegio previo a las vacaciones se convierte en un desfile de niños con caras largas, mientras que otros gritan con euforia y boletín en mano sus calificaciones.
Los padres asistimos a este espectáculo, algunos con la satisfacción dibujada en su rostro, otros visiblemente disgustados y otros procurando esquivar las preguntas curiosas de amigos y conocidos, a los que solo parece importarles hacerse eco de las calificaciones de sus retoños al tiempo que intentan enterarse de las notas que han sacado los demás.
Pero en muchas ocasiones la historia se repite dentro de la propia familia, siendo los abuelos, tíos o amigos más cercanos quienes muestran curiosidad por saber qué notas ha sacado el niño, como si el hecho de haber obtenido un 10, un cinco o un cero le definiera como persona.
Hoy reflexiono sobre este tema sensible y te cuento cuáles son las razones por las que considero que no deberíamos preguntar a otros niños por las notas que han sacado, así como por qué debemos dejar de hablar con los demás sobre las calificaciones de nuestro hijo.
Porque se trata de una información personal
Las calificaciones que obtiene un niño al finalizar el trimestre o el curso es un tema que únicamente compete a los padres y al propio niño.
Es decir, deben ser los progenitores quienes se encarguen de este asunto sin perder la perspectiva de que solo se trata de un número. Esto no significa que no debamos preocuparnos si las calificaciones o los informes de los profesores no son favorables, pero considero que se trata de una información que debe ser valorada en la intimidad de la familia y con la guía y el asesoramiento del propio colegio.
Por eso creo que no deberíamos hablar de las notas de nuestro hijo con otras personas (muy especialmente si el niño está delante) ni tampoco deberíamos preguntar a otras familias por ello, pues como información personal que es quizá no apetezca compartirla.
Porque las notas no definen a los niños
El que un niño saque un sobresaliente no significa que sea más inteligente que otro que saca un cinco. Hay muchos factores detrás que deben tener en cuenta y que pueden afectar al resultado numérico.
Por ejemplo, puede haber niños a los que una asignatura les cueste más trabajo, pero su constancia, responsabilidad y esfuerzo sean mucho más reseñables que el 10 que otro niño ha sacado sin apenas estudiar. También puede haber alumnos que necesiten más apoyo, que tengan dificultades de aprendizaje, que les cueste mantener la atención o que incluso tengan altas capacidades y se aburran tanto en clase que sus calificaciones no acompañen.
Porque las notas etiquetan
Cuando hablamos de las notas de nuestro hijo con otras personas, inevitablemente estamos etiquetando al niño. Y es que por lo general, solemos pensar que si un alumno saca buenas notas es "aplicado", "listo", "inteligente", "estudioso", "empollón", "trabajador"... mientras que el que suspende es "vago", "holgazán", "torpe"...
De este modo, y por una simple nota numérica, el niño comenzará a cargar con un etiqueta a ojos de los demás que acabará influenciándole en mayor o menor medida, provocándole estrés y afectando a su autoestima:
Así, si es catalogado como "estudioso", sentirá la presión de mantener siempre el listón alto, pudiendo frustrarse profundamente cuando en un momento dado las notas no se correspondan a la etiqueta que ostenta. Por el contrario, si se trata de un niño con fama de "mal estudiante", desarrollará indefensión aprendida, es decir, asumirá que haga lo que haga, su etiqueta siempre le acompañará y nunca conseguirá mejorar sus calificaciones.
Porque las notas comparan a los niños
Cuando un padre pregunta a otro por las notas que ha sacado su hijo, lo que realmente está haciendo es comparar a los niños. Bien sea porque necesita reafirmar la creencia de que su hijo es más inteligente que los demás, porque busque tranquilidad al comprobar que el desarrollo académico de su hijo entra dentro de lo normal (entendiéndose por "normal" lo que le ocurre a la mayoría), o porque simplemente tenga curiosidad por conocer el nivel de su niño con respecto a otros.
Sea como sea, las notas numéricas comparan a los niños en una determinada parcela, cuando todos debemos saber que cada niño es único, tiene sus propias habilidades y sigue su propio ritmo.
Porque provoca competitividad
Al hilo de lo anterior, comparar las notas que han sacado varios niños o incluso hablar de ello con nuestro hijo ("fíjate en Pedro, ¡qué notas más buenas ha sacado!", "ya podrías aprender de tu mejor amiga, que ha sacado unas notas espectaculares", "¿no decías que toda la clase había suspendido el examen? Pues me he enterado de que tu amiga ha sacado un 10"...), puede provocar competitividad y desavenencias entre los propios alumnos.
La competitividad en los niños es buena cuando es sana, pues les empuja a esforzarse cada día para superarse y les incentiva para conseguir objetivos ambiciosos. Pero también puede tener consecuencias negativas cuando lo que se busca es competir con otros por ser mejor, pudiendo generar tristeza, frustración, baja autoestima y afectar a las relaciones con los compañeros.
Porque puede provocar desmotivación
Según informes recientes, evaluar a los niños con notas numéricas podría provocarles desmotivación a la hora de aprender e incluso estar relacionado con una mayor tasa de abandono escolar. Y es que los expertos alertan de que las calificaciones numéricas evalúan tan solo la inteligencia lógica y la capacidad memorística, dejando de lado los distintos tipos de inteligencias, y provocando en el niño la falsa idea de que lo importante es aprobar y no aprender.
Pero a pesar de las advertencias de los profesionales, muchos padres continúan dando excesiva importancia a las notas de los niños, pasando por alto otras habilidades emocionales y sociales imprescindibles para la vida.
Porque puede hacerle sentir mal
Por otro lado, pocas veces pensamos en lo que puede sentir un niño al que se le pregunta constantemente por sus calificaciones o cuyas notas se convierten en el tema preferido de las tertulias familiares.
Y si no, reflexionemos por un momento cómo nos sentiríamos nosotros si nuestro jefe nos diera un informe de desempeño laboral y este acabara siendo objeto de conversación en la comida de empresa. ¿Nos gustaría que otros opinaran sobre nosotros y nuestro trabajo? ¿Nos sentiríamos cómodos siendo juzgados, valorados y etiquetados por cualquiera? Apuesto a que no, incluso si se tratara de un informe positivo.
Pues a los niños les ocurre exactamente lo mismo. Si sus calificaciones han sido bajas, puede que experimenten vergüenza, frustración o enfadado al convertirse en el centro de la conversación, y si ha sacado buenas notas, es probable que se sientan abochornados o intimidados ante las alabanzas y comentarios exagerados de quienes le rodean (con los efectos negativos que esto conlleva a medio plazo)
En definitiva, el boletín académico del niño nos ofrece información a los padres sobre cómo va nuestro hijo en el colegio, en qué materias tiene más dificultades o qué aspectos debemos reforzar. Por supuesto que es un tema que debe interesarnos, pero ni mucho menos convertirlo en una preocupación, un castigo o una forma de medir a nuestro hijo con otros niños.
Por eso, ahora que se acaba el trimestre creo que todos los padres deberíamos reflexionar sobre este asunto, y pensar bien antes de preguntar a un niño qué notas ha sacado, o de hacer de las calificaciones de nuestro hijo objeto de tertulia de las comidas de Navidad.
Por otro lado, si alguien nos pregunta, y dependiendo del grado de confianza que tengamos con esa persona, podemos destacar lo mucho que nuestro hijo se ha esforzado, la cantidad de habilidades nuevas que ha adquirido o lo feliz que ha ido al cole este primer trimestre. Porque al fin y al cabo, las notas son solo un número.
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