Cuando tu hijo se porta tan bien en el cole que siempre le ponen al lado a los que se portan peor

Cuando tu hijo se porta tan bien en el cole que siempre le ponen al lado a los que se portan peor
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De la adaptación de mis hijos al colegio ya os he hablado en varias ocasiones. Mi hijo el mayor empezó bien, fue yendo cada vez peor, y poco a poco la cosa se volvió a serenar bastante, sobre todo en P4, hasta el punto que consideraron que era un niño ya bien adaptado y que además estaba muy tranquilo en las clases.

Sucedió en primero, dos años después, que nos dimos cuenta de que se metía en tan pocos problemas, se portaba tan bien (como se suele decir normalmente del niño que escucha, se aplica con las tareas y no molesta a nadie), que empezaron a utilizarlo como compañero de los que se situaban en el lado contrario: los que atienden menos, se mueven más y que incluso molestan a los profesores y compañeros (lo que solemos abreviar en un "se porta mal").

¿Con quién te sientas?

Todos sus compañeros eran ya conocidos de años anteriores, así que empezaban a estar un poco definidos los roles de cada niño en las clases, y como ya llevábamos tres años en el colegio los conocíamos bastante a todos. Cuando tras los primeros días le preguntamos con quién se sentaba, respondió que lo habían sentado con una niña que era conocida por ser muy dispersa, inquieta, revoltosa,...

Obviamente no dijimos nada, porque como padres confiamos en que serían capaces de lograr que ella fuera respetuosa con él y con los compañeros.

"Nos han cambiado de mesas"

Pasaron las primeras semanas y un día nos explicó que les habían cambiado de mesas, y por lo tanto de compañeros. De nuevo, por curiosidad, le preguntamos con quién se sentaba ahora. Nos dijo que esta vez lo habían sentado con el típico niño cuyos padres no querrían que su hijo tuviera que compartir espacio: uno de esos grandes en tamaño, que saben que lo son y lo aprovechan en su beneficio.

Uno de los que tu hijo te va diciendo que le hace cosas en el cole: que le quita el desayuno, que le ha roto el lápiz, que le molesta cuando intenta hacer algo, que le tira arena en los ojos a la hora del patio, etc.

Y consideramos que mira, que era mala suerte y que era lo que había. Le dijimos que si le molestaba hablara con la profesora, y que nos lo dijera también a nosotros (por si teníamos que hablar con ella).

"Ya tengo un nuevo compañero"

Y unas semanas después se repitió la operación de nuevo, con más cambios de compañero de pupitre y una nueva sorpresa (o ya no) para nosotros. Le habían puesto con otro niño con bastantes problemas en la escuela, algo menos "peligroso" que el anterior, pero con poco interés por nada de lo que en una escuela le pudieran ofrecer, al menos tal y como estaba montada la enseñanza por entonces.

Tres veces seguidas, los tres niños que cualquier padre de la clase diría que son más conflictivos, los tres que cualquier niño de la clase mencionaría al expresar que "hay niños y niñas que molestan". Ya no era sospechoso, ya era evidente.

Fuimos a hablar con la profesora para que nos confirmara que estaba usando a nuestro hijo de apaciguador, sobre todo porque desde que empezó el curso lo íbamos viendo cada día más retraído, más agobiado, con más ansiedad por ir al colegio, hasta el punto que empezó a perder el apetito (o eso nos pareció).

Y sí, ni corta ni perezosa, nos dijo que Jon se portaba tan bien que le iba genial para sentarlo con los más conflictivos porque así parecía que estaban más tranquilos.

Se suponía que debíamos estar contentos porque nos estaba diciendo que Jon era un niño modélico, "El elegido" para sentarlo con los incontrolables. Pero no, no estábamos contentos porque cada niño que le ponía al lado de esas características le apagaba un poco más las ganas de ir al colegio y las ganas de aprender. Y ya no estábamos dispuestos a permitir que siguiera usando a nuestro hijo de escudo.

Que lo hiciera una vez, vale, incluso con un par de niños en diferentes momentos del curso, si hacía falta, mientras ella iba trabajando el tema con esos niños conflictivos. Que no pasa nada, que a todos nos toca a veces trabajar con compañeros que podríamos tildar de insoportables, o molestos. Pero lo llevamos mejor si tenemos claro que es temporal o si podemos también trabajar con otros un poco más agradables, y por eso esperábamos, y le pedimos, que pensara un poco más en nuestro hijo y le diera la oportunidad de ir al colegio sabiendo que al lado tendría a algún niño o niña medianamente tranquilo.

Y sí, lo hizo, lo tuvo en cuenta, y Jon estuvo unos meses un poco mejor hasta que por circunstancias añadidas decidimos (como otros padres) irnos del colegio.

No sé si es muy habitual actualmente, pero ya veis que hace pocos años con mi hijo se hizo... y yo recuerdo haberlo sufrido también en mis carnes, compartiendo mesa con aquellos que los profesores ya daban por imposibles.

Foto | iStock
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