Hablamos a menudo de la importancia del juego en el desarrollo de bebés y niños, pero también se trata de una actividad estimulante para los adultos. Por eso os proponemos disfrutar de los beneficios de jugar con vuestros hijos.
Porque juego significa diversión, y también a los papás nos gusta divertirnos. Si esos momentos se comparten con los niños, el placer del juego alcanza a todos, y aunque el verano y las vacaciones son una época ideal para jugar juntos, no debemos olvidarnos de ello el resto del año.
El juego es agradable por sí mismo, entretenido y absorbente, definido por algunos autores como “aquello que hacemos para divertirnos de forma voluntaria”. Supone un desafío, una situación inesperada, y nos reconforta. Es universal, y los niños no entienden de idiomas jugando.
Es la base de la segunda etapa del desarrollo del niño según Piaget, la fase preoperacional que dura hasta los siete años, donde el juego es el centro de la vida y el medio de aprender conocimientos para los niños.
El Doctor en Filosofía Scott G. Eberle, experto en estudios de la cultura y historia y ciencia del juego, editor del “American Journal of Play” y autor de diversos libros especializados, señala las siguientes fases del juego:
- Anticipación, espera ansiosa, preguntándonos qué ocurrirá, llenos de curiosidad.
- Sorpresa ante un descubrimiento, una nueva sensación o idea, o un cambio de perspectiva.
- Placer ante esa nueva situación que nos abre posibilidades diferentes en el esquema del juego.
- Comprensión en la adquisición de un nuevo conocimiento de una nueva faceta que tal vez desconocíamos.
- Fuerza al experimentar la reconfortante sensación de haber superado el reto o habernos enfrentado a él.
Y aunque parece que estas fases y sus resultados están mitigados en los adultos a fuerza de la costumbre, no es así. Cualquier “Veo-veo”, cualquier puzzle, cualquier escondite, nos va a divertir, a hacer que nuestra mente se relaje y entremos es un estado de bienestar. ¿Vamos a privarles de eso a los niños, que juegan cada vez menos?
Así que no lo penséis más. En cuanto estéis en familia, vamos a disfrutar del juego con los hijos, incluso sin necesidad de juguetes. Inventando historias, disfrazándonos, jugando a la pelota, al pilla-pilla, al veo-veo… Poniendo en funcionamiento cuerpo y mente. Cualquier momento y lugar es apto para distintos juegos. Ellos y nosotros mismos lo agradeceremos.
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