Un estudio realizado por IPSOS y encargado por InterContinental Hotels Group desvela que los jóvenes de cuatro países europeos (Italia, Francia, Turquía y Portugal) y uno asiático (Israel), manifiestan (en un 70%) haber tenido una relación positiva o muy positiva con sus abuelos, pero al llegar a la edad adulta, se ha producido un alejamiento, que muchos quisieran evitar.
El informe forma parte de un programa de vacaciones intergeneracionales que la cadena hotelera quiere promocionar, por lo tanto me centraré sólo en detalles como los motivos que provocan el distanciamiento, y los medios utilizados para mantener el contacto con los abuelos. Bien es sabido que el contacto con los abuelos es una fuente inestimable de experiencias positivas para los niños, que además les aporta una visión de la vida diferente a la de sus padres. En muchos casos, sin embargo, la comunicación se dificulta con la distancia, y es algo que parece acentuarse cuando los niños ya no lo son.
Nosotros solemos visitarles cada mes y medio o dos (vivimos lejos), e intentamos todos sacar el máximo provecho de los encuentros; también implico a mis hijos en la llamada telefónica semanal, de forma que aunque les pille ocupados (a los niños) acaban cogiendo el teléfono para mantener conversaciones que imagino tan breves como intensas.
En nuestro caso, los abuelos maternos y paternos apenas utilizan las nuevas tecnologías, por lo que nos limitamos a telefonear, enviar fotos por correo ordinario, y esperar que algún domingo uno de los tíos les facilite la videoconferencia para que vean a sus nietos.
Pero sigamos con el tema que nos ocupa: el enfriamiento de las relaciones que se produce cuando los hijos se convierten en adultos está provocado por motivos como ‘tener menos tiempo libre’, ‘crear la propia familia’, ‘los estudios’, o ‘el uso de la tecnología y los nuevos medios de comunicación', que nos acercan sobre todo a los que ahora son jóvenes o personas de nuestra generación o cercana. Los motivos no parecen aisladamente muy sólidos, aunque quizás si se combinan, realmente se complica la relación con sus abuelos.
Pensemos por ejemplo en el uso de los nuevos medios de comunicación a los que estamos acostumbrados: está bien por ejemplo que los niños los conozcan y aprendan a utilizar, pero no considero en absoluto que se deban excluir las llamadas a teléfonos fijos o móviles (aún en el caso de ancianos que no tienen ordenador con conexión a Internet, suelen disponer de teléfono celular); y por supuesto las visitas personales.
Los abuelos más “tecnológicos”, sorprendentemente, parecen ser los turcos, que cada día utilizan, en alrededor del 25% de los casos, tanto las aplicaciones para smartphones como las redes sociales; éstas últimas también son utilizadas a diario por un 10% de abuelos italianos y por un 11% de abuelos franceses
Por otra parte, a la relación con los abuelos se suelen asociar palabras como comida, acudir a espectáculos, viajes y juegos compartidos. ¿No es una pena que se pierda esto cuando la niñez queda atrás? Siempre hay momentos para buscar el contacto, y la excusa de falta de tiempo no es cierta. Como decía un amigo mío cuando a mí se me escapaba la expresión ‘antes las personas tenían más tiempo’: “tenemos el mismo tiempo para hacer las cosas, 24 horas al día”, otra cosa es como lo distribuimos, y en qué lo perdemos. ¿Cuáles son nuestras prioridades?
Creo que es tarea de los padres fomentar un contacto lo más estrecho que se pueda, e insistir en las ventajas de las relaciones con la familia extensa, para que los niños al hacerse mayores valoren positivamente mantener el contacto. Hemos instaurado ‘la falta de tiempo’ como un abanderado, pero cuidar las relaciones familiares requiere un mínimo esfuerzo al que acompaña una gran satisfacción; somos los adultos de hoy los que debemos mostrar cuánto nos importan los abuelos y tíos de nuestros hijos, y cultivar estas relaciones, a fin de darles ejemplo.
Imagen | Darren Wilkinson Más información | IPSOS En Peques y Más | ¿Son los abuelos los nuevos compañeros de juegos para los niños?, "Abuelos y abuelas... para todo" : la clase social puede marcar la diferencia entre disfrutar de los nietos o sentirse “utilizados” por los hijos