La empresa TomTom acaba de publicar un informe, que no he encontrado más que por referencias, en el que entrevista a 4.113 madres de niños de entre 2 y 8 años y les pregunta que cuánto tiempo les cuesta entrar en aburrimiento para un viaje típico de cinco horas. Lo han realizado en varios países, y así en Australia les cuesta 26 minutos, en Inglaterra 24 y en España 25. Los que más aguantan son los de Nueva Zelanda, aunque sólo llegan a 34, los alemanes con 31 o los Franceses con 30.
Así que la noticia es que los niños se aburren de media unos 27 minutos en un viaje de cinco horas. No es un mal descubrimiento aunque muchos padres somos conscientes de ello y sabemos que en cuanto salimos de la ciudad y del último semáforo la pregunta que nos llega por la parte de atrás es: ¿cuándo llegamos? La encuesta preguntaba claramente que cuánto tiempo se aburrían si en el coche no había ninguna forma de entretenimiento para los chavales.
Así que una vez conocido el diagnóstico, ¿qué podemos hacer para llevarlo lo mejor posible?
Un padre me comentaba el otro día que estaba muy orgulloso porque en un viaje de cinco horas su hijo, de nueve años, no le había preguntado ni una sola vez, papá, ¿cuándo llegamos? Desconozco si iban de animada charla, si iban jugando, el más típico es el veo-veo, o si el peque iba dormido. En mi opinión el sueño es el mejor amigo de los conductores que viajan con niños aunque es el peor enemigo para él. A la monotonía del viaje, el traqueteo del coche, el ruido constante y el calorcito de la parte de atrás se une el aburrimiento del niño que termina echando un sueñecito y dando margen al conductor para llegar más lejos. En el estudio se indica que las madres se inventan recursos para mantener a los niños entretenidos: un 74% inventa juegos, un 52% ofrece recompensas y un 24% miente sobre la hora de llegada.
Y es que, y mientras el niño no sea consciente del tiempo, todos sabemos aplicar esa regla de que en 10 minutos llegamos significa que todavía queda media hora. Más o menos.
El estudio de TomTom va más allá del aburrimiento de los niños y al parecer de las madres que responden, un 41% piensa que estar en el coche con los niños es mucho más estresante que estar en la oficina y un 36% respondió que en ocasiones discute con su pareja durante el viaje. Estas preguntas me parece que merecen una reflexión porque un viaje con niños no tiene que ser estresante, y menos en coche que te juegas la vida. Y sobre la discusión con la pareja pues más allá de que si ponemos el aire acondicionado o no o donde paramos no me parece que sea el lugar para ponerse a discutir.
En mi caso, que aunque no soy una madre creo que puedo contar la experiencia, intentamos planificar el viaje con anterioridad y buscar elementos para que la peque esté entretenida. El sueño es el mejor remedio y en cuanto se despierta solemos recurrir a juegos, hacer alguna parada o dejarle algún juego. O sea lo mismo que hacían nuestros padres que no iban con tanta tecnología y dispositivos de apoyo en el coche y llegaban a su destino sanos y salvos.
Vía | Espacio IJ Imagen | Max Mayorov