El ombligo es una pequeña cicatriz del todo inútil en el centro de nuestra barriga, pero para toda la humanidad, el ombligo ha dado una increíble trascendencia simbólica. Si eres cristiana, sabrás que Caín fue el primer humano que tuvo ombligo, sus padres Adán y Eva no habían nacido de una mujer. En Génesis, el primer libro de la Biblia, no dice nada acerca de la palabra ombligo, ni de su origen.
Hay una leyenda turca que dice que después de que Alá diese vida al primer ser humano, el diablo se enfureció tanto, que escupió sobre la barriga del recién creado, y para remediar esta agresión, Alá cortó la piel contaminada, dejando en el lugar un pequeño agujero.
Para los griegos constituía el centro del mundo por estar situado entre la cabeza y los genitales. El ombligo ha sido fuente de mitos, fantasías, tabúes y veneraciones, la humanidad ha dado una importancia absoluta a esta marca de nacimiento, una cicatriz que se forma al cortar el cordón umbilical.
Hoy en día, el simbolismo místico del ombligo ha desaparecido prácticamente, pero en realidad es mucho más que un símbolo. Además de haber sido la fuente de alimentación de nuestros hijos, la medicina hace buen uso en momentos que hay que practicar una operación endoscópica, además de ser un órgano de donación.