Un embarazo dura, aproximadamente, 40 semanas. Sin embargo, algunos bebés nacen antes de tiempo y hablamos entonces de bebés prematuros (nacen antes de 37 semanas).
En nuestro país, uno de cada diez bebés es prematuro y, aunque se ha avanzado mucho médicamente en el campo de la prematuridad, estos bebés pueden sufrir diferentes enfermedades y complicaciones por haber nacido antes de tiempo. Dentro de ellas está la enterocolitis necrotizante, la patología intestinal más frecuente y grave de los prematuros.
¿Qué es la enterocolitis necrotizante?
Se trata de una inflamación del intestino que puede dañar las paredes. Si este daño es muy grave puede producirse una rotura de la pared, lo que conocemos como perforación intestinal. En estos casos, el bebé necesitará cirugía.
Es más frecuente cuanto más pequeño es el bebé. En nuestro país, en torno al 7% de los recién nacidos menores de 1500g al nacimiento sufren una enterocolitis necrotizante. Ésta suele aparecer entre la segunda y la cuarta semanas de vida.
¿Cuáles son los factores de riesgo para sufrir una enterocolitis?
Se desconoce con exactitud por qué se produce esta enfermedad pero se sabe que hay varios factores implicados.
Como acabamos de comentar, uno de los factores de riesgo principales es la prematuridad. Cuanto más prematuro es un bebé, más probable es que sufra una enterocolitis. La inmadurez de su intestino parece ser un factor clave. En niños nacidos a término es mucho menos frecuente y, si aparece, suele ser en recién nacidos con otra patología (cardiopatía, asfixia perinatal, enfermedad respiratoria...).
También tienen su implicación las infecciones, la falta de riego sanguíneo y la alimentación con fórmula.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de esta enfermedad son muy variables e inespecíficos, es decir, pueden aparecer en otras muchas situaciones y no son exclusivos de esta patología.
Suelen aparecer síntomas digestivos: vómitos, abdomen hinchado, vaciamiento gástrico enlentecido, deposiciones con sangre o dolor al tocar la tripa.
También pueden aparecer síntomas generales, como bajada en la tensión arterial, mal estado general, decaimiento o pausas de apnea (episodios en los que dejan de respirar unos segundos).
¿Cómo se diagnostica?
Con la clínica antes mencionada se sospecha. Habitualmente se realiza una analítica de sangre para ver posibles alteraciones (puede haber bajada de plaquetas, alteraciones de la coagulación, datos de inflamación...), una radiografía de abdomen, que suele confirmar el diagnóstico y puede guiarnos en el seguimiento y recogida de cultivos para ver si crece algún microorganismo.
En la radiografía pueden verse datos de inflamación intestinal y de perforación si la ha habido. La ecografía abdominal también puede ser de utilidad.
¿Cómo se trata?
El tratamiento depende de lo avanzado de la enfermedad. El bebé debe quedarse a dieta absoluta para que el intestino descanse (se alimentará mediante una vía con suero o nutrición parenteral), se suele colocar una sonda nasogástrica y se pone tratamiento antibiótico. En caso de perforación, debe operarse.
¿Puede prevenirse?
A día de hoy aún nos falta mucha información acerca de esta enfermedad y sigue investigándose diferentes estrategias para prevenirla. La alimentación con leche materna es la medida que ha demostrado ser más eficaz en la prevención.
La administración de probióticos a recién nacidos muy prematuros y de muy bajo peso también podría reducir el riesgo de enterocolitis; así como el inicio temprano de la alimentación, aunque sean cantidades muy pequeñas (es lo que se llama alimentación trófica).
La importancia de la leche materna en la prevención de la enterocolitis
Como acabamos de comentar, la leche materna es el principal factor protector frente a la enterocolitis.
Según las investigaciones, un recién nacido alimentado con fórmula tiene un riesgo entre 6 y 10 veces mayor de sufrir una enterocolitis que un recién nacido alimentado exclusivamente con leche materna.
Si recibe lactancia mixta, el riesgo puede ser hasta 3 veces menos de sufrir una enterocolitis que si recibe sólo fórmula.
Además, los prematuros alimentados con leche materna en exclusiva tienen también menos riesgo de sufrir una enterocolitis grave (que requiera cirugía). Por eso, es de vital importancia que las unidades de Neonatología cuenten con profesionales capaces de animar y ayudar a las madres a lograr una lactancia exitosa. A menudo, los bebés prematuros no pueden comer los primeros días, o si lo hacen es a través de una sonda nasogástrica y no directamente al pecho por lo que estas lactancias son especialmente difíciles.
Cuando la leche materna de la propia madre no está disponible, la segunda mejor opción es leche materna donada. Se han estudiado las diferencias entre alimentar a un prematuro con fórmula o con leche materna donada, y se ha comprobado que recibir fórmula aumenta el riesgo de sufrir una enterocolitis. Así, la leche materna se considera como una medicina para los bebés prematuros y los bancos de leche materna tienen una función importantísima para estos bebés. En ellos, se recoge leche de madres que deciden donarla, se analiza y se procesa para que sea un alimento óptimo para los recién nacidos prematuros que no puedan recibir leche de su madre (o que no puedan recibir toda la cantidad necesaria).
En cuanto a los mecanismos por los cuales la leche materna protege frente a la enterocolitis, se sabe que contiene factores de crecimiento, hormonas y aminoácidos libres, entre otros, que estimulan la maduración del aparato gastrointestinal así como su motilidad. Además, contiene sustancias antiinflamatorias y elementos que favorecen la inmunidad, como inmunoglobulinas A y E.
Por otro lado, la leche materna tiene un papel protector frente a infecciones y facilita la colonización del aparato intestinal por bacterias beneficiosas, como Lactobacillus o bífidobacterias.