Como nos comentaban VelSid al definir los espasmos del sollozo, es una situación muy angustiante para los padres que vemos a nuestro hijo en un episodio tan desagradable.
Mi bebé presenta cuadros de espasmos desde que tenía aproximadamente seis meses, pero al principio no me ha sido fácil identificar de qué se trataba.
Le ocurren esporádicamente, hasta ahora sólo cuando se ha dado un golpe muy fuerte.
Es una niña muy movediza que no para quieta y la primera vez que ocurrió fue al caerse de la cama. Me llevé un gran susto pues lloró tan intenso que dejó de respirar por un par de segundos, se puso pálida y veía que iba perdiendo poco a poco la conciencia, desvaneciéndose y con el cuerpo flojto.
Lo primero que creí es que estaba a punto de desmayarse a causa del golpe que se había dado en la cabeza. Intenté llamar su atención chasqueando los dedos para que no se durmiese, la calmé en mis brazos y ya estaba casi por llamar a emergencias cuando noté que se recuperaba.
En algunos casos (por suerte no hemos llegado a tanto) el niño convulsiona sacudiendo brazos y piernas. No quiero ni imaginarme la angustia de los padres ante ese cuadro.
Al ver que volvió en sí perfectamente recordé un antecedente familar y lo relacioné con la apnea emotiva. Se lo comenté a la pediatra quien me lo confirmó y me recomendó “no mostrarme demasiado preocupada ante el cuadro”. ¿Cómo vas a estar tranquila cuando crees que tu hijo puede dormirse para siempre? En su momento me pareció terrible lo que me decía, pero ahora lo comprendo.
Se mejor que nadie que es muy difícil mantener la calma ante esta situación pero es importante saber que estos espasmos no dejan ningún tipo de secuelas y que el niño se recupera en pocos minutos después del episodio.
No por nada la llaman apnea del llanto o apnea emotiva, pues dicen que a través del episodio el niño de alguna manera intenta llamar la atención de sus padres.
Una vez que se identifica que se trata de este problema y no de otro más grave, lo más recomendable es no alterarse y actuar con tranquilidad. Ya sabes que no le pasará nada malo, así que sólo hay que pasar el mal trago sin que el bebé perciba tu desesperación.
Aconsejan tumbar al niño bajo arriba para que la sangre irrigue el cerebro y mojarle con nuestra mano o una toallita la frente y las muñecas hasta que vuelva en sí.
En el caso de mi pequeña los episodios se han dado muy de vez en cuando, hasta ahora unas cuatro o a lo sumo cinco veces en siete meses, únicamente cuando se ha dado golpes muy fuertes, pero el carácter de la niña ya apunta maneras y temo que se acrecienten en la etapa de las rabietas, por lo que se me plantea modificar desde ahora mi forma de actuar.
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