Un equipo interdisciplinar de la Universidad de Estrasburgo, bajo la dirección del profesor Pascal Bousquet, ha dado a conocer recientemente un trabajo que aporta nuevos descubrimientos sobre la muerte súbita.
La muerte súbita, a pesar de haberse reducido su incidencia desde que se aconseja que los bebés duerman boca arriba, sigue suponiendo una causa de fallecimiento de entre 1 y 3 lactantes por cada 2000. Para profundizar en sus causas se ha realizado este trabajo por un equipo que ha reunido a pediatras y biólogos moleculares.
Realizaron análisis de los corazones de bebés fallecidos por esta causa, hallando ciertas enzimas relacionadas con la acción del nervio vago, que es el que se encarga de ralentizar el ritmo cardiáco cuando este se dispara.
Compararon los resultados de estos análisis con los realizados sobre los corazones de niños fallecidos por otras causas, como los traumatismo, pudiendo resaltar que hay datos fiables para señalar que una actividad anormal del nervio vago puede provocar anomalías cardiacas.
Con este descubrimiento sobre la muerte súbita abren la posibilidad de prevenirla mediante análisis de sangre que, realizados en los primeros días de vida, puedan alertar de dichas anomalías en el funcionamiento del nervio vago y asimismo, tener en cuenta este riesgo añadido si se toman medicamentos que puedan alterar su función.