El cuento de las buenas noches, una comida especial, sus manos, su pelo... Hay momentos, sensaciones, enseñanzas y cosas que hacían nuestras madres cuando éramos pequeños que nos quedan marcadas a fuego. Si cerramos los ojos por un instante parece que estuviésemos en ese lugar, treinta o cuarenta años atrás.
Hoy celebramos en España el Día de la Madre, por eso hemos querido rendir un especial homenaje a las mamás a través de los testimonios de sus hijos e hijas, ya adultos, y los recuerdos que tienen de ellas cuando eran pequeños.
"Me enseñó a hacerlo todo por mí mismo"
Santi Araújo, 35 años:
"A mi madre la recuerdo tal cual es: una persona fuerte y luchadora. Mis padres se divorciaron cuando yo era muy pequeño, así que me crié con ella. En aquella época los derechos de las mujeres no estaban tan en el punto de mira como (afortunadamente) en la actualidad, pero yo tuve la oportunidad de aprender desde muy joven que las mujeres son igual (o quizás más) poderosas que los hombres.
Me enseñó a hacerlo todo por mí mismo y a que uno puede salir adelante aunque las situaciones sean difíciles. Hubo momentos en los que me sentí solo, obviamente, pero siempre supe que ella me estaba viendo con el rabillo del ojo desde el espejo retrovisor".
Santi no es padre aún, pero el día que tenga hijos, quiere transmitirles algo que su madre le ha enseñado a él.
"No hacer a los demás lo que no te gustaría que te hiciesen a ti. Su honradez y la capacidad de estar ahí siempre para la gente que se lo merece"
"Tuve el tiempo suficiente para conocerla más o menos bien"
Juan Garro, 25 años:
"Ella murió hace casi seis años, pero siempre la recordaré como alguien con mucho carácter pero también mucho amor: capaz de echar miradas heladoras cuando hacíamos trastadas en misa (era muy devota) y a la vez lanzarte la mirada más cariñosa del mundo cuando te veía un poco deprimido También siempre recordaré una peca rosa que tenía encima del labio superior Y también el pasar horas con ella en la cocina, le encantaba cocinar, y la forma en la que masticaba la comida, algo que también le privaba.
Por suerte creo que tuve el tiempo suficiente para conocerla más o menos bien antes de que falleciera".
¿Qué enseñanza de ella te gustaría trasmitirle a tus hijos el día que los tengas?
"Sin duda alguna intentaría transmitirles una educación similar a la que yo recibí, el saber estar y comportarte de forma adecuada dependiendo de la situación. No es lo mismo estar con los amigos, que con un adulto o con tu abuela. Hay un tiempo y un momento para todo. Creo que esa es una de las cosas que más agradezco haber aprendido de ella, aunque también de mi padre, pero siempre le dio mucha importancia a ser educado y saber tratar a la gente. Y a mí me gustaría poder transmitírselo a mis hijos también, espero poder conseguirlo".
"La recuerdo estricta y protectora"
Cristina, 35 años:
"Yo a mi madre la recuerdo siempre estricta y protectora. En mi caso, mi madre era la que nos ponía los límites y a quien teníamos que ir para pedir permiso. Mi padre siempre ha sido más permisivo.
Con protectora, me refiero a que siempre intentaba evitar que nos hiciésemos daño por caídas, aunque también estaba siempre ahí para curarnos las heridas. Es de las personas que lo daba todo por nosotros y aun lo hace. Si necesitamos algo y se lo pedimos, hace lo posible para ayudar.
Echando la vista atrás, el hecho de que haya sido así conmigo, ha hecho que a su vez yo vaya con más cuidado con las cosas. De otra forma, quizás ahora no seria como soy o estaría donde estoy.
De ella lo que he aprendido es que la familia, junto con la salud, es lo más importante, y que con la gente mayor hay que ser respetuosa. Son cosas que me gustaría transmitir a mis hijos si alguna vez los tengo".
"Me enseñó que puedes conseguir todo lo que te propongas"
Irene Sierra, 27 años:
"Si algo recuerdo de mi infancia es la ilusión con la que mi madre vivió la maternidad. No solo se esforzaba en transmitirme buenos valores, sino en inculcarme un interés por la cultura y el arte desde muy muy pequeña. Por no hablar de que casi todos los planes que recuerdo en mi infancia eran con ella: los martes al salir de clase de inglés íbamos a comprar un croissant para merendar juntas, los miércoles bajábamos al centro pisando solo las baldosas de un color (para que yo estuviese entretenida), los domingo veíamos películas de disney mientras pintábamos libros de pinta y colorea.
Ahora que soy adulta y veo el trabajo que dan los críos me doy cuenta de que mi madre nunca me dejaba ver la tele más tiempo del debido solo por tener más tiempo para ella. Si ella estaba planchando yo estaba en la misma habitación construyendo un coche para la barbie con cajas de ibuprofenos mientras escuchábamos un cuenta cuentos. Desde muy pequeña me inculcó un sentido de la responsabilidad que me llevó a ser muy disciplinada y aunque en aquel momento me fastidiaba solo tener 30 minutos de dibujos entre semana, hoy agradezco que me lo limitase porque eso hizo que desarrollase un lado creativo que quizás de otro modo se hubiese quedado atrofiado.
Lo que me gustaría transmitir de ella es su fortaleza y capacidad de lucha. Con su propia experiencia de sacar prácticamente sola a dos hijos adelante, me enseñó que puedes conseguir todo lo que te propongas. Probablemente si ella no hubiese tirado de nosotros como lo hizo, yo jamás me hubiese planteado irme a estudiar fuera sin tener apoyo económico, pero el hecho de ver que se puede salir de circunstancias económicas complicadas me dio fuerza para ahorrar dinero e irme a estudiar a Madrid. De alguna forma me enseñó que puedes que ser lo que tú te propongas ser y no lo que diga tu contexto social".
"Siempre la recuerdo riéndose"
Sara, 28 años:
"Puede parecer algo muy superficial, pero yo siempre he visto a mi madre muy guapa. De hecho, le escribí un poema con 5 años -que no merece la pena recuperar porque da un poco de vergüenza- sobre su belleza. Luego, a medida que iba creciendo, ya empecé a darme cuenta de otras cosas. Por ejemplo, siempre la recuerdo riéndose y hay escenas de películas que únicamente me hacen gracia porque me acuerdo de su ataque de risa viéndola. Por encima de todo eso, lo que más recuerdo de ella es su cariño inagotable.
De todo lo que me ha enseñado mi madre, me gustaría transmitirle a mis hijos la misma sensación de seguridad que yo siempre he tenido en casa. Como todo adolescente, yo me guardaba mis problemas y hacía cosas de las que no se enteraban mis padres, pero nunca porque tuviese miedo a decírselo".
"Se manejaba sola con cinco hijos, dos coles y edades muy distintas"
María Llanos, 46 años:
"Recuerdo a mi madre cansada y trabajando todo el tiempo, éramos cinco y no paraba la pobre. Era y es guapísima, y tenía el pelo muy largo, y recuerdo que me encantaba su pelo y que lloré mucho cuándo se lo cortó. Se fue a la peluquería y volvió con el pelo media melena y recuerdo no querer hablar con nadie y llorar toda la tarde.
Mi padre era el estricto y ella era la que intervenía para que nos quitara los castigos y nos perdonara. También mi padre era piloto y viajaba mucho y ella se manejaba sola con cinco hijos, dos coles y edades muy distintas. Soy la mayor y la recuerdo embarazada mucho. También recuerdo que llegaba el verano y nos subía cada día en el coche y nos llevaba a un club que teníamos para pasar el día en la piscina (los cinco en casa debíamos ser el infierno), en aquel entonces era raro ver algo así. El resto de las familias iban sólo los fines de semana y si iban entre semana era con el padre. Recuerdo que tenía que organizarnos y gritarnos mucho la pobre porque éramos demasiados y nos estábamos peleando siempre. Cocinaba y cocina de maravilla y me encantaban sus platos. También recuerdo que tenía y tiene unas manos tan bonitas...
¿Qué enseñanzas de ella les transmites a tus hijas?
Es una mujer tranquila, con una vida serena, sin muchos lujos, que es feliz con pequeñas cosas. Ella ni se maquilla, ni es una mujer de peluquería semanal, no es artificial, asume su edad... y aunque se arregla, no le gusta llamar la atención."
"Mi madre siempre hacía de cada casa un hogar acogedor, cálido y precioso"
Silvia, 38 años:
"Mi madre lo dejó todo para dedicarse en cuerpo y alma a la familia. Dejó su trabajo, dejó su ciudad, su familia y sus amigos, y no dudó un instante en acompañar a mi padre que, por trabajo, debía viajar de un lado a otro".
"Pero a pesar de haber vivido en un montón de sitios diferentes a lo largo de toda mi infancia, mi madre siempre hacía de cada casa un hogar acogedor, cálido y precioso, aunque solo fuéramos a vivir en él unos meses".
"La recuerdo muy detallista (aún lo sigue siendo): pintando cuadros para adornar esa pared vacía, arreglando las cortinas una y otra vez para adaptarla a las nuevas ventanas, bordando manteles... Además, cocinaba de vicio, y cuando traje por primera vez a una amiguita a comer a casa, al día siguiente toda la clase quería venir también porque mi amiga les había contado lo extraordinaria cocinera que era".
"Otra cosa que recuerdo con mucho cariño son los cumpleaños que me preparaba. No nos hacían falta parques de bolas, pintacaras o castillos hinchables como hay ahora. Una semana antes se encargaba de hacer guirnaldas de colores para adornarlo todo y se inventaba un montón de juegos divertidos para hacer con los invitados. ¡Mi cumple siempre era el más popular, gracias a ella!"
"De ella he aprendido la importancia de las pequeñas cosas y de cómo se puede ser inmensamente feliz con muy poco, pues lo verdaderamente importante son las personas que te rodean".
"No recuerdo verla parada ni un momento"
Juan Caravantes, 45 años:
"La veía, y la veo, como una persona muy fuerte, llevando una casa con siete hijos, un marido, y tirando de los abuelos y de su hermano, que vivía en el piso de abajo.
No recuerdo verla parada ni un momento. Estaba haciendo algo en todo momento: cosiendo, planchando, cocinando o curando las rodillas de alguno de nosotros. Además, te hacía lavarte las manos y las orejas, y te las revisaba. Cuando no estaban tan limpias como ella quería, mojaba una punta de la toalla y te la metía en la oreja, como un tornillo, hasta que quedaba reluciente. Y es que tenías que salir limpio y peinado, y si tenías un remolino, se chupaba los dedos y te los pasaba hasta que domaba el remolino.
Siempre tenía la comida preparada, la ropa al día y zurcida. Y ahora que soy padre, no entiendo cómo lo lograba, con tantas personas a su cargo. También me pregunto, cómo manejaba las finanzas, porque mi padre trabajaba en una fábrica y su sueldo no era muy alto. Pero ella lograba estirarlo y ocuparse de todo, porque a mi padre apenas lo veíamos.
No se tiraba nada, todo se reutilizaba, y se heredaban los pantalones, los jerséis, las camisas, los calcetines, los libros, los lápices, las carteras...
Y por las noches, cuando nos acostábamos, se ponía a hacer punto, y jerséis para todos. Recuerdo con cariño que me hacía desmadejar la lana para hacer los ovillos con los que tejía los jerséis.
Eso sí, la abuela Emi es muy cariñosa ahora, pero no la recuerdo cuando éramos pequeños que nos diera abrazos o besos. Supongo que no le quedaba tiempo para eso. Por eso me gusta cuando llego a su casa, me coge la cara y me da muchos, o cuando abraza a sus nietos y les da sobosos besitos pequeños".
"Si hay algo que describe a mi madre es su gran corazón"
Beatriz López, 42 años:
"Pequeña de estatura, pero enorme de fuerza y genio. Como la mayoría de las madres asturianas, era una matriarca de pleno derecho. Ella nos despertaba por las mañanas a mi hermana y a mí para irnos al cole con un beso, nos recogía del cole y nos llevaba al parque cada día a jugar. Y si llovía, avisaba a mis vecinas amigas para que bajaran a casa a jugar. ¡Era la mamá perfecta, siempre pendiente de nosotras! Y a la vez, se encargaba de todo lo relacionado con el cole y los estudios, de nuestras extraescolares, de la ropa, la casa y la comida...
Pero si hay algo que describe a mi madre es su gran corazón: acogió a los tres sobrinos de mi padre, después de que mi tío muriera en la mina con solo 26 años y mi tía los abandonara en casa un año después. Y los crió como si fueran de su misma sangre, con el mismo cariño y devoción, logrando que la casa siguiera igual de limpia, cocinando los platos favoritos de cada uno de nosotros y que siempre fuéramos impecables al cole.
Además, tuvo tiempo para cuidar de su padre y su suegro en sus largas enfermedades, en casa y el hospital, de acompañarles a la quimio... ¡Yo no sé si hubiera tenido tanta fuerza y coraje!
Y sigue igual: mimando a todos sus nietos y cuidando de ellos con la misma entrega y amor que nos dio a sus cinco hijos. ¡Es la mejor, un ejemplo a seguir!"
“Preparó todas mis fiestas de cumpleaños”
Lucy Ortega, 32 años:
Yo tuve la fortuna de tener dos madres, o al menos así es el recuerdo que tengo de mi infancia.
La primera, es mi madre, a quien siempre he visto como una mujer fuerte, decidida e inteligente, que todos los días salía a trabajar y nunca dejó de luchar por sus sueños. Además siempre guapísima y con una sonrisa preciosa.
Eso sí, nunca faltó a ningún evento escolar, siempre participaba en todas mis actividades y también preparó todas mis fiestas de cumpleaños en casa, incluyendo decoraciones y pastel. Era la sensación con mis amigos, quienes siempre se expresaban de ella con mucha emoción.
Ella fue (y sigue siendo) para mí, un referente de lo lejos que podemos llegar como mujeres y mostrándome, al igual que mi padre, que el trabajo, el esfuerzo y la amabilidad, son la mejor forma de crecer y ayudar a otros.
Y la segunda, mi abuela materna. Esa viejecita de cabellos blancos, que en su momento crió sola a sus cuatro hijos, me enseñó a leer, fue la que me hizo enamorarme para siempre de la lectura y me dio grandes lecciones sobre la generosidad. Ella nos cuidaba a mi hermana y a mí cuando mi madre debía volver al trabajo por las tardes, y siempre nos amó con todo el corazón.
La recuerdo mucho con su delantal en la cocina, donde preparaba los platillos y postres más deliciosos del mundo. Mis amigos también la querían mucho y siempre la saludaban los días en los que ella iba por nosotras a la escuela, e incluso muchos bromeaban con que también era su abuelita (y ella encantada de tener muchos nietos).
No podría hablar del Día de la Madre sin reconocerlas a ambas, pues las dos me dieron grandes lecciones de vida y de amor incondicional.
"Sus manos me hacían sentir protegida y cuidada"
Lola, 43 años:
Por último, quiero rendir mi propio homenaje a mi madre, una mujer fuerte y valiente que hizo frente a las adversidades, y ha sacado adelante a sus dos hijas con gran esfuerzo. Si hay algo que recuerdo especialmente de ella cuando era pequeña son sus manos.
Sus manos protectoras que me abrazaban, me curaban las heridas y que me acariciaban cuando estaba triste. Recuerdo haberle escrito un poema sobre ellas; tendría ocho o nueve años. Sus manos me hacían sentir protegida y cuidada, y todavía lo hacen.
Ahora que soy madre, intento transmitirles a mis hijas esa misma sensación. Que encuentren en mí un refugio y un espacio de protección donde pueden acudir siempre pase lo que pase. > >
Espero que os hayan gustado los testimonios tanto como a nosotros preparar este artículo. Nos hemos emocionado mucho con las historias y hasta ha caído alguna lagrimilla.
Es un buen ejercicio recordar a nuestras madres hoy, las tengamos con nosotros o no, desde nuestra visión de adultos, y reconocer todo lo que hicieron por nosotros. A la vez, nos sirve para reflexionar cómo queremos que nuestros hijos nos recuerden cuando sean adultos.
¡Feliz Día de la Madre!