Comienza la cuenta atrás para una época del año que, nos guste a los padres o no, es enormemente especial para los niños. Incluso los adultos poco navideños como yo terminamos emocionados cuando tenemos hijos pequeños, pues nos transmiten su alegría y su ilusión. Pero no todo es bueno en Navidad, asi que, igual que os aconsejamos sobre las compras, aqui van mis consejos navideños para que estas fiestas sean todo lo buenas que los niños merecen.
No es que yo sea una mamá grinch, no exactamente. Pero hay cosas que encuentro insoportables y demasiado comunes en las Navidades, y que me han hecho pasarlo bastante mal en el pasado. La peor de ellas es el habitual chantaje emocional al que se somete a los niños por parte de los adultos.
Mi primer consejo navideño es un escudo antichantaje emocional. Recordad repetir en todas las situaciones necesarias esta frase: “Todos los niños son buenos”. Os cuento a continuación cuando usarlo y la razones para hacerlo.
“Todos los niños son buenos”
“Todos los niños son buenos”. Esta es la primera frase que os aconsejo aprender de memoria y tenerla lista siempre en la punta de la lengua, preparados para repetirla como un mantra tanto a cualquiera con el que os crucéis como a vuestros hijos.
Ensayadla delante del espejo, con la mejor de vuestras sonrisas. Con la sonrisa dulce para la primera vez, con la seria para la segunda y con esa sonrisa lobuna que enseña todos los dientes por si hay que repetirla tres veces.
Seguro que sabéis ya la razón. No es otra que la maldita manía de andar preguntando a los niños si “han sido buenos” o peor todavía, decirles que “si no has sido bueno no te van a traer nada los Reyes” o que les traerán carbon (dulce o no).
Paremos el chantaje emocional navideño
No digo yo que lo hagan con mala intención, pero es insoportable, pesado y bastante desagradable que cualquiera con el que te cruces, incluso si no te conoce de nada, se considere con derecho de amenazar a un niño pequeño con que se quedará sin regalos o le traerán carbón los Reyes si no es sumiso o no estudia en el cole. Hay que parar el chantaje emocional navideño.
Si vuestra familia es cristiana de ninguna manera permitáis que nadie le diga a vuestros hijos que el Niño Jesús estará triste si ellos se portan mal. Si el niño cree de verdad en el Niño Jesús no se me ocurre nada más cruel que decirle esa barbaridad si está un poco revoltoso. Ante eso, ya sabéis que el Niño Jesús ama a todos los niños y sabe que necesitan jugar.
No podéis permitir que nadie le mienta a vuestros hijos ni mucho menos les haga pensar que comportamientos normales y naturales en los niños los hace “malos”. Tampoco podéis permitir que les hagan chantaje emocional ni que os conviertan en cómplices por quedar bien con un adulto cualquiera. La persona más importante del mundo es vuestro hijo y con él si debéis ser sinceros y defenderlo.
Los niños son buenos. Todos. Son buenos si tienen berrinches. Son buenos si no hacen los deberes. Los niños son buenos si son desordenados, si no se comen las lentejas, si se ponen nerviosos y si se aburren en la cola del supermercado.
Recordadlo y repetirlo, sobre todo que os lo escuchen vuestros hijos no vayan a creerse todas las mentiras que les cuentan los adultos o vayan a verse afectados por los chantajes, comparaciones y amenazas.
Un propósito navideño: poner límites al chantaje emocional
Por una falsa idea de educación puede que hayáis permitido en el pasado que lo juzguen o etiqueten o se metan en su intimidad o la vuestra. Un buen propósito navideño es este, poner claros vuestros límites a los demás y asertivamente explicarlos si son duros de entendederas. Regalos, comidas, conceptos, creencias y costumbres navideñas pueden ser causa de tensiones.
No siempre hay acuerdo posible, pero tenéis derecho a que se respeten vuestras decisiones como padres. Y una de las que es importante defender es la educación emocional de vuestros hijos y la decisión de no educarlos con chantajes o etiquetas, ni durante las Navidades ni el resto del año.
Con este primero de mis consejos navideños quizá podáis pasar unas Felices Navidades. Recordadlo, “Todos los niños son buenos”. Lo que no son siempre buenos son los adultos, y desde luego, incluso los buenos, hacen cosas malas.
Os prometo más consejos navideños los próximos días para defenderos de los lugares comunes, los parientes insoportables, las señoras metomentodos, los ruidos, los atascos, las comilonas y el consumismo desaforado que pueden fastidiaros las fiestas si queréis seguir educando con respeto a vuestros hijos en Navidad.
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