El establecimiento de límites en la crianza es imprescindible para que nuestros niños se desarrollen como personas de bien, capaces de actuar en sociedad y convivir con las demás personas.
Así, poner límites es necesario para su desarrollo, aprendizaje e independencia. Pero esto en ocasiones no es un trabajo tan simple como quisiéramos, y es que hay casos en los que no importa cuántos límites establezcamos, parecieran no funcionar.
¿Pones límites a tu hijo pero parecen no funcionar? ¿Qué puede estar pasando? Hablamos de las causas más frecuentes.
“Cuando no somos capaces de poner límites y exigir responsabilidades, nos sentimos utilizados y maltratados”.
-Brene de Brown-
Cuando los límites no nos funcionan: cómo establecer límites eficaces desde el respeto
Hay algunos factores que influyen en el momento de establecer límites, y que estos puedan ser entendidos y respetados por los niños. Es importante que cuando establezcas límites tengas en consideración los siguientes puntos:
Sé claro
Uno de los errores más comunes al establecer límites y que causa que nuestros hijos no los sigan es el no ser claros en ellos. Es importante explicarles a los niños utilizando un lenguaje que sea acorde a su cronología y que puedan entender realmente.
No necesitas dar largas explicaciones de por qué se deben hacer las cosas de un determinado modo; de hecho, si das una larga charla al respecto solo lograrás que la mente de tu niño se disperse y no preste atención. Procura en su lugar utilizar frases cortas y claras sobre lo que esperas de ellos.
Así, cuando hablamos de ser claros no nos referimos a decir “pórtate bien” o “haz caso”, sino a decirles de forma clara y concisa la norma junto a una breve explicación. Por ejemplo, decir que en casa se limitan los dulces porque hacen mal a la salud, o que se debe ir a la cama a las ocho porque necesita estar descansado al día siguiente.
Sé firme y coherente
Al momento de establecer límites es fundamental que como padres seamos coherentes con lo que esperamos, y más importante aún, que seamos firmes en mantenerlos.
No podemos ponerles un límite, como por ejemplo: no ver la televisión después de las 8pm y dejarlos que un día duren hasta las 9pm y al día siguiente pretender volver al horario anterior. Esto puede ser un poco difícil, pero es un reto que debemos superar: ser estables, firmes y coherentes en todo momento.
Potencia tu autocontrol emocional
Para establecer normas debemos tener claro lo que queremos lograr y mantener una posición firme ante esto. Seguramente tu hijo en algún momento te discutirá o no querrá hacer caso a los límites impuestos, pero debes tener cuidado ahí de exaltarte.
Sabemos que ser padres puede ser cansado y frustrante en ciertas ocasiones, pero recuerda siempre que el adulto en la situación eres tú, no te enganches en una pelea en la que la ira sea lo que te mueve o incluso el miedo. Respira profundo y continúa siempre firme.
Evita exponerlo a situaciones tentadoras
Otro error frecuente al establecer límites se refiere al hecho de no controlar (o minimizar) la exposición de los niños a lo que queremos evitar. Por ejemplo, si no me gusta que mis hijos coman muchos dulces y como límite en casa establecemos que es un dulce al día por persona, lo peor que puedo hacer es dejarlos sobre la mesa.
Esta situación se presenta con gran frecuencia cuando los niños son más pequeños. La idea es aminorar el contacto con aquello que deseamos evitar.
Otro ejemplo: si no queremos que vean televisión hasta tarde, no dejemos un televisor en su habitación. Se trata de, en cierta manera, "ponerles las cosas fáciles".
Establece consecuencias
Cuando establecemos límites con nuestros hijos es importante explicarles también las consecuencias de no respetarlos (ojo, no nos referimos a castigos, sino a qué ocurre y qué no ocurre en caso de no cumplir los límites; por ejemplo, si no acabas los deberes a la hora establecida, no tendrás tiempo para jugar después porque tendremos que cenar).
Eso sí, es muy importante hacerles entender a los niños las consecuencias de sus actos desde el respeto, el amor y con paciencia, sin imponer nada; necesitan comprender para aprender y sentirse respetados para madurar.
Evita etiquetar a tu hijo: habla de su conducta, no de él
Muchas veces cuando hay límites que se rompen, los padres no tienden a describir la conducta que ha tenido el niño y que ha sido poco adecuada, sino que terminan culpando al niño, desaprobándolo directamente como persona, por lo que es y no por lo que hizo. Es decir, etiquetan al niño en base a una sola conducta.
Para entenderlo mejor, pongamos un ejemplo: decir a un niño al que se le caen las cosas porque no ido con cuidado, que "es un desastre"; eso es etiquetar al niño y no a su conducta (en su lugar podemos decir; "esta vez no has sido cuidadoso, -y no significa que seas un desastre-; estoy segura que la próxima vez lo serás más").
Así, si hacemos como en el ejemplo, estaremos etiquetando a nuestro hijo, algo que puede ser muy dañino para su autoestima, y que además solo refuerza su idea negativa de sí mismo, por lo que no tendrá el más mínimo interés en seguir las normas.
¿Qué podemos hacer como padres?
Escucha a tu hijo, déjalo que se exprese con respecto a lo que piensa y siente acerca de los límites. Incluso en algunos casos puedes presentar algunas alternativas; esto le dará la oportunidad de elegir y se sentirá más involucrado en el establecimiento de los límites en lugar de vivirlos como una simple imposición.
Por otro lado, explícales siempre de manera sencilla las razones por las cuales hay límites. Sé coherente y firme en todo momento (manteniendo cierta flexibilidad, eso sí), y no te olvides de acentuar siempre sus conductas positivas, elogiarle cuando lo haga muy bien y recordarle siempre lo mucho que lo amas.
“Digamos lo que tengamos que decir. Podemos decirlo suavemente, pero con firmeza, hablando con el corazón. No necesitamos ser críticos o no tener tacto, ni culpar o mostrarnos crueles cuando decimos nuestras verdades”.
-Melody Beattie-
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