Siete claves para nutrir la inteligencia emocional de nuestros hijos

Siete claves para nutrir la inteligencia emocional de nuestros hijos
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En la educación de los niños se suele prestar más atención a los resultados académicos que obtienen en el colegio que a sus habilidades en inteligencia emocional, una capacidad que sin duda le será tan o más importante que los primeros para tener una vida feliz.

La niñez es una etapa en la que es necesario sentar las bases de una salud emocional sólida. Enseñarles a conectar con sus emociones y gestionarlas es una tarea que debemos poner en práctica desde que son pequeños, pero muchos padres no saben cómo hacerlo. Para ello, os damos siete claves para evitar que nuestros hijos sean analfabetos emocionales.

Educación emocional desde que nacen

La educación emocional no es algo que suela enseñarse en el colegio como una asignatura más, aunque sería una buena idea. Es una aprendizaje que los niños van asimilando desde el día que nacen, dependiendo de cómo se relacionan con su entorno y con las demás personas.

La inteligencia emocional se desarrolla en la medida en que se practica, y tiene grandes beneficios. Entre otras cosas, les ayuda a ser personas más empáticas y sociables, a tener mayor confianza en sí mismos y eso, muy probablemente contribuirá a que sean personas más felices. Atentos a estas siete claves para desarrollar la inteligencia emocional en niños.

1) Conecta con tu bebé

El cerebro del bebé es completamente moldeable durante los primeros años y se alimenta de las experiencias que recibe de su entorno. Los abrazos y las caricias que damos (y las que no damos), la forma en que nos dirigimos a ellos y hasta las palabras que usamos generan conexiones neuronales que van trazando su mapa cerebral.

Por eso, la inteligencia emocional se enseña desde la cuna, o mejor dicho, desde el útero materno. Si estás embarazada o tienes un bebé recién nacido, conectar con tu bebé y hacerlo sentirse querido es la base de un vínculo afectivo seguro. Gestos sencillos como mirarle, hablarle y reaccionar a sus emociones son formas de empezar a desarrollar su inteligencia emocional.

2) Escucha a tu hijo

Una cuestión clave en la educación emocional es que el ejemplo lo es casi todo. Así como trates a tus hijos, ellos tratarán a los demás. Todo lo empático que seas con él, él lo será con los demás. ¿Cómo queremos hijos que escuchen a los demás, si nosotros mismos no les escuchamos?

Hacerles sentir que les escuchamos y estamos allí para atender a sus necesidades es muy importante. Desengánchate del móvil y pon en práctica el método de escucha activa, con el cual nos ponemos a la altura del niño y le miramos a los ojos para establecer contacto y escucharle de forma abierta y positiva.

3) Ayuda a tu hijo a identificar sus emociones

Es esencial que los niños desde que son muy pequeñitos entrenen la capacidad de identificar y darle nombre a sus sentimientos, y que puedan expresarlos y aceptarlos.

Empieza por los sentimientos más simples como el enojo, la tristeza o la felicidad y luego ve añadiendo emociones más complejas como frustración, decepción, etc. Puedes hacerlo a través de juegos o libros, y poco a poco, ir poniéndolo en práctica en situaciones de la vida cotidiana.

4) Ayuda a tu hijo a expresar sus emociones

emociones

A veces ni ellos mismos saben lo que realmente les está pasando y reaccionan a través del llanto o la rabieta porque es la única forma que conocen de expresar sus frustraciones. Por eso, es importante que de la mano de lo anterior, enseñarles a identificar sus emociones, también trabajemos en la forma en que las expresan.

Indistintamente, si se trata de niños o niñas (todavía hay ciertos prejuicios sexistas a la hora de educar a niños y niñas), deben saber que no pasa nada por llorar, sentirse vulnerable, tener miedo o sentirse frustrado. Así como la felicidad, las emociones negativas son sentimientos normales que los niños experimentan ante determinadas situaciones y es nuestra labor como padres ayudarles a que las expresen con libertad.

Jamás debemos minimizar o menospreciar sus emociones, y mucho menos burlarnos de ellas. La confianza y el respeto son fundamentales para poder acompañar a nuestros hijos como ellos necesitan.

5) Enséñale y muéstrale empatía

Otra vez volvemos al ejemplo de los padres. La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y aquí más que nunca, está claro que si sois empáticos con vuestros hijos, ellos lo serán con los demás.

Las personas empáticas son capaces de comprender al otro, conmoverse y compartir emociones sin juicios. Empatiza con tu hijo, haz gestos de asentimiento con la cabeza y ponte en su lugar, hazle saber que comprendes su problema, aunque podamos estar o no de acuerdo con su visión. Independientemente de que validemos o no su reacción, siempre conectamos con sus necesidades.

6) Bríndale apoyo siempre

Al contrario de lo que pueda creerse, el apego emocional en la infancia no es un signo de flaqueza, sino todo lo contrario. Los niños con una rica educación emocional en la infancia, niños que han sido abrazos, cogidos en brazos, que han recibido caricias y han sido escuchados, tendrán mejores herramientas para desenvolverse en la vida adulta cuando suelten la mano de mamá y papá.

Mientras tanto, (y aunque crezcan no se dejará de hacer) mostrarles a los hijos nuestro apoyo incondicional es una gran manera de educar seres emocionalmente sanos. Debemos educarles para que sean autónomos y tomen su propias decisiones, mostrándoles siempre nuestro apoyo.

7) No olvides el contacto físico

La teoría está muy bien, pero la inteligencia emocional no se educa sin la práctica del contacto físico. Las caricias, los besos, los masajes y los abrazos son alimento que nuestros hijos necesitan tanto como comer o dormir.

Nuestra cercanía, ser cariñosos con ellos les da seguridad y confianza, le proporciona sensación de bienestar y genera en ellos emociones positivas.

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