Las gaseosas no son una bebida recomendada para los más pequeños por su alto contenido de azúcares añadidos y por su baja capacidad de saciedad. Sin embargo, no hablaremos hoy de los riesgos de líquido que encontramos dentro de las latas de refrescos, sino del peligro de las latas en sí.
Además de que al beber directamente de la lata, colocando la boca sobre la abertura de aluminio, pueden entrar en contacto con cualquier tipo de bacteria, al ingerir la gaseosa podrían tragarse por accidente la argolla con que se abre la lata.
Hace más de tres décadas, los accidentes por ingerir los precintos de aluminio han llevado a que se fabricaran precintos fijos, supuestamente más seguros porque permanecen unidos a la lata.
Sin embargo, un estudio realizado por radiólogos en los Estados Unidos ha demostrado que aunque no debiera suceder, las argollas siguen siendo tragadas por los niños.
Siempre hay quien se dedica a girar la argolla de la lata para aflojarla hasta que finalmente sale. Ese gesto puede hacer caer la argolla dentro de la bebida y que accidentalmente un niño la trague al beber, causando en el peor de los casos lesiones en el tracto intestinal.
Los investigadores han identificado 19 casos de niños que se habían tragado de forma accidental una argolla no removible de lata de bebida en un hospital infantil de Cincinnati en los últimos dieciséis años. Esta cifra, multiplicada por todos los hospitales de todas las ciudades del mundo, indicaría que es un accidente frecuente entre los más pequeños.
Lo curioso es que no siempre se puede ver la argolla mediante rayos X, ya que el aluminio no suele aparecer en las radiografía. De los 19 casos, sólo cuatro se pudieron ver, todas en el estómago.
Sumando un peligro más a las latas, apuntemos que al abrirla el agujerito que queda para beber tiene bordes cortantes. Los niños pueden meter dentro la lengua y hacerse daño.
A la vista de las investigaciones y del sentido común, los padres deberíamos evitar que los niños bebieran gaseosas. Que si lo hacen, al menos sea ocasionalmente y que no bebieran directamente de la lata, que por otro lado parecen tener más gas que las botellas.
Si van a beber, mejor ofrecerle la bebida servida en un vaso y controlar que no haya caído la argolla en el líquido.
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