La incorporación de nuevos alimentos puede llegar a ser muy natural para algunos niños, pero bastante traumática para otros. Hay a quienes les encanta probar sabores nuevos, mientras que otros no se arriesgan a salir de aquellos sabores que conocen.
Si esto es lo que le ocurre a tu hijo, probablemente se trate de un caso de neofobia ("miedo a lo nuevo"). Este fenómeno, especialmente frecuente en la infancia, puede llegar a ser muy desesperante para los adultos, pero es importante no obligar al niño a comer. Te contamos qué puedes hacer para enfrentar de la mejor manera posible esta etapa.
¿Qué es la neofobia y por qué se produce?
Las aversiones y preferencias alimenticias constituyen una variable de carácter individual del comportamiento alimenticio de una persona que están influidas por una compleja red de interacciones de múltiples factores, tales como la disponibilidad de alimentos, el aprendizaje condicionado, factores económicos, factores genéticos...
También hay investigaciones que señalan que los bebés nacen con un instinto protector frente a los alimentos nuevos, y por ello la mayoría muestran cierto rechazo para probarlos y necesitan su tiempo y varios intentos hasta aceptarlos.
Neofobia y carencias nutricionales
Aunque la neofobia no suele tener complicaciones asociadas y se trata de una etapa pasajera en la vida del niño, es recomendable consultarlo con el pediatra, especialmente si nuestro hijo tiene una dieta demasiado restrictiva, pues podría aumentar el riesgo de carencias nutricionales.
En este sentido, una reciente investigación llevada a cabo por el Instituto Nacional Finlandés de Salud y Bienestar, de la Universidad de Helsinki, y la Universidad de Tartu en Estonia, han alertado sobre un mayor riesgo de aparición de enfermedades crónicas relacionadas con el estilo de vida, incluídas las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2.
El estudio, realizado entre un grupo de individuos de entre 25 y 74 años, examinó el impacto de la neofobia alimentaria en la calidad de la dieta y en las enfermedades asociadas al estilo de vida. Hasta ahora, se habían llevado a cabo muy pocas investigaciones relacionadas con este área, por lo que los datos resultan de gran interés.
La investigación descubrió que la neofobia alimentaria está relacionada con una peor calidad de la dieta, especialmente con una menor ingesta de fibra, proteínas y ácidos grasos monoinsaturados, y una mayor ingesta de grasas saturadas y sal.
¿Se puede prevenir la neofobia?
Hay ciertos factores sobre los que podemos actuar para intentar prevenir la neofobia, aunque sin duda nuestro ejemplo es la mejor medida de prevención. Y es que los niños aprenden por imitiación, observando los hábitos alimentarios de la familia e imitando nuestros comportamientos
Nuestro ejemplo también debe pasar por probar nuevos alimentos, disfrutar con las novedades culinarias o hablarles de los distintos sabores. Si algo que no nos gusta, podemos explicarles los motivos (por ejemplo, es muy salado, tiene un sabor picante, me sienta mal...), pero hay que experimentar de vez en cuando, para que nuestros hijos nos vean disfrutar con la comida.
"Los factores hereditarios y nuestro genotipo solo determinan nuestra predisposición a la neofobia alimentaria. La educación y el cuidado de la primera infancia, así como la orientación sobre el estilo de vida en la edad adulta pueden brindar apoyo en el desarrollo de una dieta diversa" - cita el estudio del que nos hacíamos eco.
En este sentido, algunas de las recomendaciones que podemos seguir para evitar la aparición de neofobia son:
La neofobia es un miedo derivado en la mayoría de los casos de una dieta bastante pobre en cuanto a sabores, de modo que también hemos de procurar un menú variado. Esto lo conseguiremos con una dieta rica y extensa, que incluya todo tipo de frutas, verduras, pescados... en definitiva, no ceñirnos siempre al mismo tipo de alimento.
Cocinar ocasionalmente platos más elaborados, que combinen diversos sabores, ingredientes y texturas.
Comer con calma y en familia, sin distracciones que interfieran en ese preciado momento.
La manipulación de los alimentos también es una excelente ayuda a la hora de prevenir la neofobia. En este sentido, se recomienda dejar a los bebés que manipulen y experimenten con la comida, y a medida que vayan creciendo podemos hacerles partícipes del momento de la compra y del cocinado, para familiarizarse con los alimentos desde diversas perspectivas.
Y por supuesto, y tal y como comentábamos al inicio, no hay que forzar jamás al niño, ni obligarle a probar la comida. Los castigos, chantajes y amenazas tampoco tienen cabida, pues son realmente perjudiciales.
Sin embargo, no debemos dejar de ofrecer el alimento de forma paciente y respetuosa, pues llegará un momento en que el niño se atreva a probarlo. Según los expertos, la aceptación del alimento suele llegar tras haberlo probado entre 10 y 15 veces.
Sabores nuevos desde el útero materno y durante la lactancia
Durante el embarazo es importante que la mamá lleve una dieta lo más variada y sana posible, pues los sabores de los alimentos pueden pasar al líquido amniótico y de ahí al feto. A partir del segundo trimestre de gestación, comienzan a desarrollarse las papilas gustativas y el bebé empieza a experimentar diferentes sensaciones.
Durante la lactancia, la leche materna va cambiando de sabor conforme a la alimentación que siga la madre, lo que ofrece al bebé la posibilidad de comenzar a identificar sabores, haciéndole más proclives a aceptarlos posteriormente.
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