Durante el primer año de vida del bebé, se calcula que los padres pierden más de 700 horas de sueño, por lo que es normal que este tema preocupe especialmente, sobre todo si eres primerizo. Esto lleva a muchos padres a buscar métodos y fórmulas mágicas para conseguir que su hijo duerma toda la noche del tirón, o a lo sumo varias horas seguidas.
Pero es fundamental entender que el patrón de sueño de un bebé es muy diferente al de los adultos y que no hay nada podamos hacer para "enseñarle a dormir", puesto que se trata de un proceso evolutivo que irá madurando con el tiempo.
Sin embargo, mientras el bebé va adaptándose de forma natural y progresiva a los ciclos de luz y oscuridad, sí podemos establecer una serie de rutinas que le ayuden a llegar más relajado al final del día, y con ello favorecer su descanso.
Las rutinas son imprescindibles
Establecer desde el principio unas rutinas de sueño y mantenerlas siempre (o al menos, en la medida de lo posible) es uno de los principales y más importantes consejos.
Esta rutina de sueño no solo consiste en tener un horario regular y respetar la hora a la que acostamos al bebé, sino llevar a cabo una serie de pasos que ayuden a crear un hábito que haga que el niño asocie ese momento con ir a dormir.
Aunque cada familia debe buscar la rutina de sueño que mejor se adapte a las necesidades y carácter de su bebé, nosotros te proponemos los siguientes pasos:
1) Prepara el baño
Hay bebés que se quedan especialmente relajados tras el baño, así que este hábito se convierte en una baza imprescindible para ayudarles a conciliar el sueño.
Para que el momento sea confortable ten en cuenta que la habitación debe estar a una temperatura ambiente de entre 23-25ºC y el agua más o menos a la misma temperatura que la del cuerpo del bebé (entre unos 35-37ºC).
2) Dale un suave masaje
Después del baño ten un momento de conexión especial con tu bebé mediante caricias, mimos o un suave masaje. Desde la Asociación Española de Masaje Infantil recomiendan utilizar aceite en lugar de crema para que las manos resbalen mejor por el cuerpo, y recurrir preferentemente a aceites orgánicos vegetales y sin perfume.
Tanto si optas por dar un masaje, como si lo único que buscas es establecer un rato de conexión mediante el contacto piel con piel, recuerda que el ambiente debe ser tranquilo, poco iluminado y con temperatura agradable, pues esto favorece la relajación.
Cuida su confort y comodidad
Otro de los aspectos importantes para que el bebé esté relajado y pueda conciliar el sueño es procurar que esté lo más cómodo y confortable posible.
- Comprueba que antes de dormir su pañal está completamente limpio, así no tendrás que despertarle enseguida para cambiárselo y evitarás que la humedad le moleste.
- Vigila el estado de la cuna, que no haya ropa de cama suelta, cojines o peluches sobre el colchón.
- Asegúrate de que el pijama que pones a tu bebé es adecuado a la temperatura del ambiente, para que no pase frío ni calor. Si es invierno o tu bebé se destapa por las noches puedes optar por ponerle un pijama más gordito, pero siempre procurando no abrigarlo en exceso.
- Tanto si estás dando el pecho como el biberón, antes de dormir comprueba que tu bebé no tiene hambre.
Cuida la ambientación
Como venimos diciendo, es muy importante que estas rutinas se lleven a cabo en un ambiente agradable y libre de estímulos visuales o auditivos. Y es que si hay mucho ruido, luces o voces alrededor, podrían sobrestimular al bebé e impedir que se relaje.
Por eso, antes de comenzar incluso con el baño ya es recomendable adoptar una serie de medidas para que poco a poco el bebé vaya adaptándose a un entorno más tranquilo que le invite a descansar.
Atenuar las luces, hablarle en un tono de voz muy suave, poner música relajante y templar la temperatura de la habitación pueden ayudarle a prepararse para la hora de dormir.
La lactancia materna favorece el descanso
Si das el pecho a tu bebé debes saber que durante las horas nocturnas la leche materna posee un contenido más elevado de algunos nucleótidos, componentes del ADN, y mayor contenido de prolactina, triptófanos y melatonina, que actúan como inductores del sueño.
Por eso, en los primeros meses de vida es habitual que el bebé se duerma mientras toma el pecho, una vez está saciado. La leche materna no tiene solo el propósito de alimentar y nutrir al bebé, sino también sirve para calmarlo.
Como ya sabemos, la lactancia debe ser a demanda (tanto la lactancia materna como el biberón), por lo que si el bebé pide pecho durante la noche, lo más recomendable es mantener la habitación lo más oscura posible mientras le damos de mamar, lo que favorecerá que vuelva a dormirse de nuevo enseguida.
En caso de dar biberón, si tu bebé ya tiene sus primeros dientes es importante limpiarlos bien si acaso se quedara dormido con el biberón en la boca, pues los restos de leche podrían propiciar la aparición de las llamadas caries del biberón.
Los brazos y el acompañamiento son una necesidad básica del bebé
Podría ser que tu bebé se haya quedado tan relajado después de esta rutina que nada más colocarle en su cunita se quede dormido. Pero otros necesitan de la presencia de papá y mamá para conciliar el sueño.
Si es el caso de tu pequeño puedes situarte a su lado y darle la manita, acariciarle o cantarle hasta que se duerma. También hay bebés que solo se duermen en brazos. Si es así, una vez que se haya dormido profundamente puedes colocarle en su cuna o con vosotros en la cama si es que practicáis colecho, siempre con las medidas de seguridad adecuadas.
Recuerda que las caricias, el acompañamiento y el contacto piel con piel son una necesidad básica del bebé, por lo que acunarlo, abrazarlo y acariciarle no solo le proporcionará consuelo, sino que le ayudará a relajarse y conciliar el sueño con más facilidad.
En definitiva, el sueño del bebé es un proceso evolutivo y cada niño seguirá sus propios ritmos. Pero los padres podemos contribuir a que se relaje, y así favorecer su descanso, con estos sencillos consejos que iremos adaptando a las peculiaridades de nuestro bebé.
Foto de portada | Pexels Polina Tankilevitch
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