Son muchos los niños que estallan en rabietas, se enfadan o culpan a otros cuando pierden mientras juegan, a pesar de que los adultos les repitamos una y otra vez que lo importante no es ganar o perder, sino participar y disfrutar.
Hoy abordamos este tema y te explicamos por qué es importante enseñar a los niños a lidiar con los fracasos que se irá encontrando a lo largo de su vida y cómo podemos hacerlo con empatía y respeto.
Por qué muchos niños no saben perder
No siempre es fácil aceptar una derrota, y en el caso de los niños lo es mucho menos, pues todavía están en pleno proceso de desarrollo de su autoestima y personalidad, son puramente emocionales y necesitan aprender a lidiar con las frustraciones y los fracasos que se van presentando en su vida.
Aunque hay niños que aceptan bien la derrota y no parece preocuparles lo más mínimo el hecho de quedar por detrás de otros, para la mayoría de los peques no es fácil perder (máxime cuando entre ellos se señalan o se ríen de los que no han ganado), por lo que los padres debemos enseñarles este valioso aprendizaje que les servirá para toda la vida.
Cómo enseñar a los niños a perder
En primer lugar, y al igual que sucede con cualquier aprendizaje durante la infancia, nuestro ejemplo es fundamental. En muchos casos somos los propios adultos quienes no aceptamos las derrotas, nos enfadamos, insultamos al contrario e incluso inculcamos malas prácticas en nuestros hijos, a veces sin ser conscientes de que ellos nos observan a cada instante.
Muy relacionado con el punto anterior está la importancia de cuidar nuestro lenguaje cuando hablamos con los niños. Frases como "¡a por ellos!", "demuestra lo que vales", "eres el mejor", "el otro equipo no tiene nada que hacer contra vosotros"... lejos de infundir ánimos, pueden ocasionar una gran presión y hacer que el niño crea que el único resultado válido es ganar.
De igual modo, es importantísimo olvidarnos de las etiquetas. Etiquetando a los niños como "perdedores", "ganadores", "patosos", "malos/buenos jugadores"... estamos dañando su autoestima, exigiéndoles demasiado o elevando sus expectativas y poniendo valor, únicamente, en el resultado final.
Al hilo de lo anterior, el niño no debería sentirse definido por su fracaso o derrota, por lo es importante hacerle entender que perder no significa que no sea válido para hacer algo. Y es que si no se maneja correctamente, la derrota podría afectar a la autoestima del niño, por lo que debemos valorar otros aspectos importantes como el esfuerzo realizado, la buena aptitud mostrada durante el juego u otras habilidades de las que disponga.
Hay que inculcar a los niños la importancia de esforzarse y superarse a sí mismos, al igual que competir de una manera sana por alcanzar unos objetivos. Pero es fundamental saber encontrar el equilibrio, no exigiéndoles y enseñándolos a disfrutar del proceso, aprendiendo de los errores cometidos con el fin de mejorar y, sobre todo, respetando siempre a los demás.
Hay que enseñar a los niños a normalizar la derrota, transmitiéndoles la idea de que perder no es algo negativo sino todo lo contrario: una experiencia que nos ofrece la vida para poder aprender y superarnos la próxima vez.
Ante una derrota, algunos niños se frustran tanto que quieren abandonar. En estos casos es recomendable dar tiempo al niño para enfriar la situación (ya sabemos que "en caliente" tendemos a decir o hacer cosas que no son las que sentimos realmente) y cuando esté más calmado hablar con él sobre la importancia de perseverar y no rendirse ante las adversidades.
Aunque nos duela ver a nuestro hijo perder o enfrentarse a una situación que no es la que esperaba, es fundamental que no tratemos de impedirlo allanándole el camino o haciendo las cosas por él. En la vida unas veces se pierde y otras se gana, y esta importante lección debe aprenderse lo antes posible.
Ante una derrota, los padres debemos apoyar a nuestro hijo emocionalmente y estar a su lado de forma respetuosa. Jamás restes importancia a lo que siente (para él/ella, el hecho de haber perdido es importante) ni insultes o culpes al contrario para hacerle sentir mejor.
Que tu hijo llore o exprese sus emociones ante una derrota está bien, pero no lo está culpar a otros, insultar, enfadarse o tener comentarios o actitudes hirientes hacia otras personas. Si tu hijo presenta este tipo de comportamientos, puedes poner en práctica los consejos aquí mencionados para lidiar de forma positiva con esta situación.
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