Tras hablar de juegos y juguetes para niños de 0 a 6 meses y para niños de 6 a 12 meses hoy os vamos a explicar cuáles son los juegos y juguetes que podemos utilizar para disfrutar con los niños que tienen ya un año.
Como hicimos con la entrada de los niños de 6 a 12 meses, nos centraremos sobre todo en aquellos puntos que podemos ayudar a desarrollar de nuestros hijos a través del juego, dejando claro que el objetivo principal tiene que ser divertirnos con ellos y mejorar nuestra relación de padres e hijos, siendo conscientes de que el aprendizaje y el desarrollo vendrán como efecto secundario.
Objetivos secundarios del juego a partir de un año
A partir de los doce meses el juego y los juguetes harán que nuestro hijo se vaya desarrollando y creciendo como persona, mejorando en el terreno psicomotor, aprendiendo nuevos conceptos y empezando a ensayar la vida, para aprender a ser un individuo dentro de la sociedad (de manera muy temprana, claro, ya que aún es pequeño).
Hablo de ello como de objetivos secundarios, que llegarán casi sin quererlo, si jugamos con ellos, pero lo comento para que veais qué sucede cuando compartimos tiempo con ellos, juegos y risas, y para que veais que los niños necesitan cierta variedad de juegos y no centrarnos únicamente en lo que más les gusta. Con esto quiero deciros que debéis tratar de evitar que el día de su cumpleaños, como lo que les gustan son los coches, reciba sólo coches. Todos acertarán con el regalo, pero el juego del niño será muy pobre, muy poco variado.
Vamos a ver a continuación esos objetivos secundarios que os comento:
- Aprender a caminar y afianzar el equilibrio: lo hacen solos porque aprender a caminar lo hacen sin nuestra ayuda. Nuestra misión es darles un entorno en el que puedan hacerlo sin correr peligro, con la libertad suficiente para no sufrir accidentes por caminar. Vamos, que se acabó eso de dejar ropa tirada por el suelo, entre otras cosas.
- Experimentar con nuevos movimientos en el espacio: rodar por el suelo, jugar a pillar, a salvar obstáculos, o bien jugar con arrastres, correpasillos, pelotas u otros juguetes que estimulen el movimiento. Todo ello ayuda a coordinar la motricidad y además es muy divertido.
- Asimilar el concepto de direccionalidad: para conseguirlo nos pueden ayudar construcciones sencillas y juguetes para poner en fila (horizontalidad) o apilar (verticalidad). Con estas actividades se empiezan a comprender los conceptos de orden y secuencia.
- Familiarizarse con su cuerpo, su personalidad y su propia imagen: es importante comprender la diferencia "yo"-"no yo". Son fundamentales los juegos sobre el esquema corporal, que incorporen espejos, o simplemente plantarnos con ellos delante de uno y hablar y gesticular para que nos miren tanto delante como al lado, de ese modo ellos también se ven a sí mismos y pronto irán comprendiendo que no son un bebé, sino ellos mismos, quienes están ahí delante.
- Aprender algunos colores: son interesantes los juguetes de colores vivos, ya que con ellos podemos proponerles juegos de agrupar o buscar por colores. El rojo, el azul, el amarillo y el verde suelen ser los primeros que aprenden.
- Mejorar su coordinación de movimientos en manos y dedos: con actividades como ensartar, pintar, deslizar, encajar, manejar, etc. Poco a poco hay que conseguir la coordinación ojo-mano, además de segmentar los movimientos de los dedos y se consigue con esos juegos en los que deben utilizar mucho las manos y los dedos, claro.
- Diferenciar formas y tamaños: hemos de proporcionarle juguetes de diferentes formas y tamaños como cubos para meter unos dentro de otros, figuras geométricas, etc. Además, es importante hablar con ellos, sobre las formas, los tamaños y sus equivalencias, invitándoles a razonar sobre esto de manera adaptada a su edad.
- Aprender a compartir y practicar los conceptos de dar y recibir: son adecuadas actividades y juegos que inviten a repartir, pedir o entregar objetos, aunque tampoco hay que obsesionarse por conseguir que compartan. Con el tiempo y los años van aprendiendo lo satisfactorio que puede llegar a ser dejarle algo a otro niño y conseguir así compartir espacio, tiempo y juego.
- Experimentar con la capacidad de los objetos: muchos juguetes pueden ayudarle a comprender conceptos como lleno-vacío, mayor-menor, cabe-no cabe, así como jugar en el agua con vasos, por ejemplo.
- El inicio del juego simbólico: suele empezar a darse hacia los 18 meses y es el juego con que los niños imitan aquello que ven, reproduciéndolo mientras juegan a ser personas que no son. También lo hacen a través de juguetes, sobre todo muñecos, que hablan y dialogan según las frases o situaciones que han visto o vivido. Se dice que es el juego con el que ensayan la vida para incorporar los comportamientos que ven. Para ello necesitan elementos con los que lo puedan desarrollar como muñecos, marionetas o disfraces, si es que quieren interpretar personajes.
Y papá y mamá
Y en muchas ocasiones, ya para acabar, no hará falta nada de todo ello, sino simplemente un poco de tiempo con papá y mamá, tumbados con el bebé, esperando a ser invitados a sus juegos. De ese modo pueden nacer juegos no programados, creados al instante, sin más uso que nuestras manos o nuestra comunicación, porque lo importante, al fin y al cabo, somos nosotros, el tiempo que pasamos con ellos.
Foto | Glenn Buckholtz en Flickr En Bebés y más | Mamá y papá: ¿cómo ser el compañero de juegos perfecto para el bebé?, Las tres bases del aprendizaje de tu hijo: el juego, El desarrollo intelectual en el hogar: estimulación táctil